SOBRESALIÓ COMO JUGADOR Y DIRECTOR TÉCNICO
Murió Rubén Conti, parte grande del fútbol tandilense
El “Negro” tenía 66 años. Plenamente identificado con Santamarina, también dejó una huella importante como entrenador en Independiente.
El fútbol tandilense lamentó ayer el fallecimiento de Rubén Conti, uno de sus protagonistas desde los años ’70 hasta su alejamiento a principios de la década pasada, primero como jugador y luego como director técnico.
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En ambas facetas, el “Negro” Conti supo sobresalir y prestigiar a los clubes que fue representando.
Dentro de la cancha, se hizo en Ramón Santamarina, como parte de una camada que consiguió trascender en el ámbito local y regional. Desde las formativas, compartía equipo con Rodolfo “Tati” Erviti y los mellizos Juan y Luis Petrucci, entre otros. Por entonces, también descollaba en el básquetbol del club de Yrigoyen al 600, hasta que en Quinta División se decantó por el fútbol.
Con la casaca aurinegra, ya en Primera División, dio la vuelta olímpica en 1976, 1979 y 1980; la primera con Aníbal Tarabini y las dos restantes con Arturo Petrillo como entrenadores.
Su nivel no pasó desapercibido para otros equipos tandilenses, que lo convocaron como refuerzo para el Regional de clubes campeones. Fueron los casos de Independiente en la temporada 1982/83 y de Racing de Gardey en la 1983/84, bajo la dirección técnica del “Gallego” Menchón y el “Conejo” Tarabini, respectivamente. Todos sabían que la banda izquierda estaba bien cubierta, por un jugador que no se limitaba a la tarea defensiva sino que sabía proyectarse con criterio.
La experiencia acumulada en esos equipos le sirvió en el siguiente ciclo en Santamarina, para ser uno de los puntales de la inolvidable formación del período 1984/85. Daniel Romeo le dio la cinta de capitán y el “Negro” lideró al campeón invicto tandilense, como así también al que logró la clasificación para el Nacional.
En ese torneo del ’85, Conti perdió el puesto inicialmente a manos de Manuel Cheiles, llegado desde Olimpo de Bahía Blanca, pero luego volvió a adueñarse de la camiseta número 3.
El “Negro” sabía mucho con la pelota y parte de su formación había sido en otros puestos. Empezó como wing izquierdo clásico, luego se retrasó de “10” y fue Petrillo quien lo ubicó de segundo marcador central, para luego pasarlo a la punta izquierda de la defensa.
Su carrera como futbolista no se prolongó mucho más, aquejado por lesiones que lo condicionaron para seguir.
Del otro lado
Poco después de dejar la práctica activa, Conti incursionó en la dirección técnica. Con 30 años, fue entrenador de Defensa Tandil en el ascenso desde Primera B, en 1988, trabajando junto con José Solimanto y dando inicio a una carrera plagada de éxitos.
Preparado y entusiasta, llegó a Santamarina para el torneo de 1992 y el aurinegro arrasó de punta a punta, coronándose de forma invicta. También hizo gran campaña en el siguiente Torneo del Interior, cuando el club empezaba a sentir los embates de sus desprolijas intervenciones dirigenciales.
El “Negro” Conti condujo luego a Ferrocarril Sud en el torneo local y a Grupo Universitario en el Argentino A, que disputaba sus primeras temporadas.
En 1996, la Liga Tandilense de Fútbol lo convocó para armar el seleccionado local que compitió en el Regional Centro. El representativo de esta ciudad terminó ganándole la final a Olavarría.
Sobre fines de la década del ’90, Independiente llevó a Conti, con la intención de quebrar una larga serie sin títulos. Y lo consiguió en 2000, con un campeonato que precedió a varios del club de avenida Avellaneda.
Más adelante, volvió a Santamarina para el Argentino B, a mediados de esa década. Fue el entrenador en el comienzo de la temporada 2005/06, luego reemplazado por Vicente Pernía y finalmente por Mario Gambini, para dar el salto de categoría al Argentino A.
Su regreso a Independiente coincidió con el descenso desde el Argentino B, en 2012.
Amigo del café
Más allá de los logros futbolísticos, Conti supo ganarse innumerables amistades en varios ámbitos e incursionar en el rubro gastronómico.
En el primer lustro de los ’90, su café “¡Qué Gool!” fue espacio de reunión para los futboleros de la ciudad, en la cuadra de Sarmiento, entre Yrigoyen y Rodríguez.
Siempre se mantuvo en el mismo ambiente y en los últimos tiempos era propietario del café “Mariano’s”, en Belgrano, entre Chacabuco y 14 de Julio.
Los debates entre clientes solían tenerlo como protagonista. Ahí defendía a su querido San Lorenzo y demostraba su conocimiento, siempre con la cordialidad de un tipo noble. Aquejado por problemas de salud, últimamente pasó mucho tiempo internado, hasta el desenlace conocido ayer. Con su fallecimiento, se fue una parte importante del fútbol de Tandil.