LA CALAMITOSA ILUMINACIÓN DEL ESTADIO SAN MARTÍN
Nada que ver
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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El pasado sábado, el debut de Santamarina en el Federal A congregó a una más que interesante concurrencia dadas las circunstancias, vinculadas a un reciente descenso, la falta de identidad del hincha con un plantel plagado de nombres nuevos y demás.
El clima acompañó de manera inmejorable y el público se acercó en gran número a respaldar el estreno oficial del equipo de Carlos Mayor.
Una vez más, la deficitaria iluminación del estadio San Martín se volvió un obstáculo insalvable en la intención de disfrutar a pleno del espectáculo. No sólo no se produjo la anunciada mejoría en el dispositivo lumínico, sino que el mismo sufrió cierta disminución ante la quemadura de algunos focos.
La mencionada alineación de jugadores nuevos y la numeración de las camisetas -en algunos casos, casi indescifrable- conspiran para que el espectador termine adivinando más que viendo.
Para aquéllos en los que el tiempo ha hecho mella en su capacidad visual, distinguir una acción del sector opuesto al de su ubicación (unos 80 metros) se vuelve poco menos que una proeza.
Ni hablar de acciones con pelota detenida sobre las áreas, donde es casi una misión imposible discernir quien se impone entre un racimo de jugadores amontonados. Es casi milagroso identificarlo, a menos que quien contacte el balón sea un rubio “platinado”, alguien que utilice los tan en boga botines naranjas, blancos o amarillos, o un jugador cercano a los dos metros de altura, sin reparar en la salvedad de que, con esa fisonomía, lo más probable es que estuviese en una cancha de básquet o de vóley.
La precariedad de la iluminación afecta también a los encargados de desempeñar una tarea periodística. Desde los fotógrafos, quienes deben apelar a una concentración extrema y disponer de cierta cuota de suerte para captar algo de material potable; hasta los relatores (algo más avezados que el público común a la hora de la identificación), quienes en lo inmediato deben “pescar” el autor de un gol, de un rechazo, el protagonista de una jugada polémica, o lo que sea; y la televisación en vivo.
Semejante carencia técnica, cuya solución puede que resulte onerosa pero de ningún modo tratarse de una inversión multimillonaria, flaco favor le hace al hincha tandilense, quien ha sido fustigado de manera recurrente por su escaso apego a las manifestaciones deportivas de la ciudad, motivo por el cual poco hemos titubeado a la hora de extenderle el dedo acusador.
Que el escenario futbolístico por excelencia de una ciudad de la magnitud de ésta presente esa iluminación es tan sorprendente como inadmisible. Como también que AFA haya agitado la bandera verde para que partidos de la segunda categoría del fútbol argentino -en la que Santamarina compitió hasta hace meses- se disputasen bajo esas condiciones.
Nada que ver, mucho que hacer.