OPINIÓN
Siempre sobresalió por su esfuerzo
(Por Guillermo “Memo” Depietri, primer entrenador de fútbol de Agustina Barroso)
Recibí las noticias en tu email
Agustina practicaba básquet y el padre me comentó que le gustaba jugar a la pelota, por lo cual estaba la intención de empezar en la escuela de la Uni. Durante bastante tiempo, alternó los dos deportes.
Nosotros entrenábamos en el Hogar de Varones, porque preparábamos a las chicas en césped para jugar los Torneos Juveniles Bonaerenses, que era nuestra única competencia. La forma de tenerlas incentivadas era hacerlas practicar con los varones, que eran la categoría ’95 de la Unicen.
A ella siempre la traía la madre y jugaba con la categoría ’94, con un grupo de chicas con grandes condiciones, como Marina Palma, Aldana Palma, Romina Núñez y Lucila Barreto, entre otras. En los Bonaerenses fue vista por captadores de la selección nacional y tiempo después me llamó Carlos Borrello, actual técnico del seleccionado, que ya ocupaba ese cargo, para pedirme datos. Entonces, Agustina comenzó a hacer los primeros viajes a Buenos Aires.
Creo que ella siempre tuvo claro que tenía potencial como para llegar lejos en el fútbol. Terminó la secundaria, se fue a estudiar y arregló con la UAI Urquiza para jugar ahí.
Para mí, es un verdadero orgullo que sea la tercera jugadora formada por nosotros que se pone la camiseta de la selección nacional, después de Clarisa Huber y Evangelina Testa. También hemos tenido otras de excelentes condiciones, como Lucila Barreto y Romi Núñez. En esas épocas trabajábamos con Martín Migueltorena y Jorge Nicoletto, que fueron muy importantes para la formación de las chicas.
Las características de Agustina siempre fueron de mucho sacrificio. Empezó jugando de volante por derecha, con mucho despliegue y dinámica. Tenía la virtud del cabezazo, que no es tan común en las mujeres. Sabía ubicarse en la cancha, con inteligencia táctica, lo que le permitía adaptarse a distintas posiciones. Luego la pasaron a la defensa y su rendimiento fue excelente.
Siempre sobresalió por su esfuerzo. Esa fuerza de voluntad le permitió salir adelante y cumplir sus objetivos. Para mí, es un orgullo haber sido parte de su formación y la felicito sinceramente por todo lo que consiguió. No tengo dudas de que seguirá por este camino y vendrán mayores logros.