REYNALDO GIROLAMI
Un adiós para quien nos acompañó siempre
Por Eduardo Aldasoro
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Somos conscientes de que la vida “nos da y nos quita”, pero muchas veces no estamos de acuerdo con las formas, ya sea un hijo joven, un accidente impensado, una enfermedad que nos mantiene en este mundo cuando ya no hay esperanzas. A Reynaldo le tocó esto último hasta que en los últimos días nos dejó.
Con mucha humildad, conformó una familia ejemplar, su esposa Mirta y sus hijos Vanesa, Horacio y Ricardo (f). El fútbol fue su pasión, al igual que los clubes La Movediza, Rivadavia e Independiente. Cursó estudios en la Escuela Nº 7. Su hermano Oscar lo llevó al club Rivadavia en 1956 y realizó su primera etapa en el fútbol en las divisiones inferiores. En su juventud, incursionó en el boxeo participando en los torneos barriales que organizaba el club Santamarina. En el club Brandsen, también hizo boxeo y bochas.
En 1959, integrando el primer equipo de La Movediza, logró el ascenso a primera división, compartiendo plantel con Naldo Ferreyra, José Gregorini, Atilio Paoletta, Vicente Ghezzi, Héctor Franco, Alberto Alvarez, Juan Mazza, Juan Corradi, C. Luján, Adelio Giovannini y J. Martínez. Su director técnico fue Leopoldo Bandi. Su técnica hacía elegante su forma de jugar, algo que se veía en su quite y en su forma de pasar la pelota. Cuando se le preguntaba por la diferencia entre aquel fútbol y el actual, manifestaba que antes se jugaba más y se corría menos.
Fue dirigente del club Bimma y aconsejaba a los jóvenes que practican deporte cuidarse físicamente y buscar superarse a través de las prácticas y de los consejos de sus técnicos y profesores. Don Vicente Equiza y Enrique Torres lo marcaron en su vida. No solamente enseñaban el “abc” del deporte, sino también formaban a través del fútbol. “Queti” culminó su etapa deportiva en el club Independiente. Siempre manifestaba que lo asombraba ver un vestuario con fotos de exjugadores. Recordaba que nadie se iba del vestuario sin previamente darse un baño, y que en las paredes había escritas máximas que le habían quedado grabadas para el resto de su vida.
Cuando se le pregunta por aquéllos jugadores que sirvieron de ejemplo, Reynaldo no tuvo dudas: Luciano Alvarez, Abel Ghezzi, Aldo Villar y Aquiles Caviglia y “Pancho” Zeberio. Su solidaridad también la tuvo con su ciudad, que tanto quiso. Fue concejal y aportó su esfuerzo en aras de la comunidad tandilense. Hizo de la amistad un culto, sin importar las distancias, los niveles sociales, los años o las culturas. La felicidad del amigo le daba felicidad. Reynaldo, descanse en paz.