Conclave Papal: cómo se elige al nuevo Papa
El Padre José María Ramos nos explica los detalles del cónclave, un evento que recién comienza.
Con el proceso de elección del nuevo Papa ya en marcha, la atención del mundo se centra en Roma y el Vaticano, específicamente en el desarrollo del cónclave. Para comprender mejor este evento trascendental, conversamos con el Padre José María Ramos, quien nos brindó detalles sobre cómo se lleva a cabo la elección del sucesor de San Pedro.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl cónclave comenzó con una misa especial en la mañana, hora de Roma. Posteriormente, los cardenales electores se dirigieron a la Capilla Sixtina para prestar juramento antes de dar inicio a la primera votación. En el día inaugural, solo hay una votación. A partir del segundo día, el procedimiento establece dos votaciones por la mañana y dos por la tarde.
La dinámica durante las votaciones es de absoluto silencio; no hay discusión en ese momento. El debate y la reflexión sobre la situación actual del mundo y de la Iglesia, así como sobre el perfil ideal que debería tener el próximo Pontífice, tuvieron lugar durante las congregaciones generales que se celebraron en los días previos al inicio del cónclave. Es importante destacar que en estas reuniones no se mencionaron nombres de personas en particular, sino que se habló del perfil deseado.
Uno de los momentos más esperados por el público es la aparición de la famosa fumata, la señal de humo que indica el resultado de las votaciones. Contrario a la creencia popular, no hay cuatro señales de humo por día, sino dos: una después de las dos votaciones de la mañana y otra después de las dos de la tarde. La fumata negra significa que no se ha alcanzado un consenso para elegir al Papa. La fumata blanca, que sale después de que el Pontífice ha sido elegido, anuncia al mundo que la Iglesia ya tiene un nuevo pastor. Las horas aproximadas para estas señales, en nuestro horario, serían alrededor de las 12 y las 19.
En cuanto al proceso de decisión, si bien algunos podrían pensar que es puramente una intervención divina, el Padre Ramos aclara que, si bien el Espíritu Santo "asiste" e "inspira", son los cardenales quienes "emiten el voto". El Espíritu Santo inspira sobre quién es la persona que Dios desea, pero la elección final depende del voto humano de los cardenales. En la historia de la Iglesia ha habido papas que, humanamente, "el Espíritu Santo nunca los hubiese elegido", lo que demuestra la intervención de la parte humana en el proceso. En esta parte humana pueden incidir diversos factores, no solo los espirituales o la inspiración divina. Si bien se espera que no haya influencias externas como el poder político o económico, pueden existir cuestiones personales, antipatías o incluso diferencias culturales y de nacionalidad, elementos humanos que también "hacen a la cuestión". La universalidad de la Iglesia, con cardenales provenientes de todo el mundo, aporta una riqueza única pero también distintas perspectivas sobre los problemas globales y locales.
Respecto a quiénes pueden ser elegidos, teóricamente "cualquier varón bautizado que tenga uso de razón puede ser elegido Papa". Esto significa que incluso alguien que no esté presente en el cónclave podría ser elegido. Sin embargo, para participar como elector, los cardenales deben ser menores de 80 años. Actualmente, hay 133 cardenales electores, aunque dos no asisten por motivos de edad o salud. Este número es significativamente mayor que a principios del siglo XX.
Un elemento crucial del cónclave es el secreto absoluto que lo rodea. Tanto los cardenales como el personal de asistencia que los acompaña prestan juramento para no revelar nada de lo que suceda dentro de la Capilla Sixtina. Este juramento busca garantizar la libertad de los cardenales electores.
No hay un plazo fijo para la duración del cónclave. El cónclave más largo de la historia duró casi tres años, mientras que el más corto apenas diez horas. Las normas actuales, reformadas por Juan Pablo II y Benedicto XVI, establecen que si después de un número considerable de votaciones (aproximadamente 30, lo que equivaldría a unos 10 días) no se logra una elección, el proceso podría acotarse a votar solo entre los dos candidatos más votados. Para ser elegido, se necesita obtener dos tercios de los votos. Actualmente, con 133 electores, se requieren 89 votos.
La historia de las elecciones papales está llena de sorpresas, lo que refuerza la idea de que Dios puede actuar de maneras inesperadas. Se mencionan ejemplos como Juan XXIII, un Papa que se creía de transición pero convocó el Concilio Vaticano II; Pablo VI, quien guió a la Iglesia en tiempos difíciles; Juan Pablo I, que en poco tiempo mostró la bondad divina; Juan Pablo II, el incansable Papa misionero; Benedicto XVI, considerado una de las mentes más lúcidas del siglo XX; y Francisco, el primer Papa latinoamericano, que con su cercanía y ocupación por los excluidos manifestó la misericordia de Dios. A pesar de la tendencia histórica donde la gran mayoría de los Papas han sido italianos (315 de 366), la elección de Francisco demostró la universalidad de la Iglesia.
El Padre Ramos subraya que cada Papa es el sucesor de Pedro, no simplemente el sucesor de su antecesor, cada uno con sus particularidades y misión.
Ante la "fiebre de las apuestas" y las especulaciones sobre quién podría ser el próximo Papa, que incluso lleva a considerar a los cardenales como "caballos de carrera", el experto recordó un consejo de un obispo sueco: en estos días, lo más importante para los creyentes es rezar. La idea de los "favoritos" es común, pero la historia ha demostrado que el resultado puede ser impredecible, validando en muchos casos el dicho "El que entra al cónclave de Papa sale cardenal", aunque no siempre se cumpla.
Los ojos del mundo estarán puestos en la chimenea de la Capilla Sixtina, esperando esa señal blanca que anuncie al sucesor de Pedro. Mientras tanto, la Iglesia reza por la inspiración divina en este momento crucial.