Dólares bajo el colchón en la Argentina: ¿es momento de sacarlos e invertir?
Conversamos con el contador Gustavo Simaro sobre la intención del gobierno argentino de movilizar los ahorros en dólares que la gente guarda "bajo el colchón" o inmovilizados. Analizó la arraigada cultura de ahorrar en dólares como resguardo ante la historia económica argentina, y los desafíos para lograr que las personas decidan usarlos o invertirlos, incluyendo la falta de confianza y el miedo a la devaluación.

El gobierno argentino ha expresado su intención de incentivar a la población a movilizar los ahorros en dólares que actualmente se encuentran inmovilizados, ya sea "bajo el colchón", en cajas fuertes o en cuentas no bancarizadas. Esta pretensión gubernamental busca que esa moneda extranjera guardada empiece a circular.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailConsultado al respecto, el contador y profesor Gustavo Simaro (quien aclara no ser economista) señala que esta tarea no es sencilla, dada la arraigada cultura económica en Argentina de ahorrar en dólares como resguardo ante la historia de inestabilidad del país. La misma historia económica ha llevado a que se obre de esta manera, pensando en "cuándo explota" la situación o cuándo puede aumentar el valor del dólar. culturalmente, la gente se acostumbró a guardar dólares, pero nunca a gastarlos o consumirlos. Incluso, en períodos como el actual, donde el dólar parece estar a la baja, la gente los mantiene guardados como "las joyas de la abuela".
Simaro advierte que hoy el que está en dólar "pierde", ya que el valor no ha acompañado la inflación desde el cambio de gobierno, e incluso el dólar blue ha estado por debajo del oficial. Pese a esto, existe el temor de que el dólar pueda aumentar en algún momento, lo que desincentiva poner esos dólares en movimiento. Además, hay opiniones y presiones para que se produzca una devaluación.
Para que la gente decida movilizar sus ahorros en dólares, el gobierno no solo debe generar condiciones de mucha confianza, sino que también deberá ofrecer algún beneficio económico o tributario. Simaro sugiere como ejemplo una posible medida tributaria: que las operaciones en moneda extranjera no paguen el impuesto al débito y crédito, lo que incentivaría su circulación por cuentas bancarias al impactar en el "órgano más sensible del ser humano que es el bolsillo". La confianza sola no es suficiente; debe venir acompañada de estas medidas.
Más allá del dólar, existen alternativas de inversión. Simaro menciona acciones de empresas, fondos comunes de inversión y entre los más jóvenes, criptomonedas. Destaca la importancia de la diversificación para el pequeño ahorrista, poniendo "un huevito en cada canasta". Señala que los bancos ofrecen plataformas que perfilan al ahorrista según su riesgo (conservador, medio, arriesgado) y aconsejan inversiones como plazo fijo (comparando siempre la tasa con la inflación proyectada), acciones o fondos comunes. Personalmente, Simaro manifiesta no comprar bonos del Estado argentino debido a experiencias pasadas.
Es importante aclarar que una gran cantidad de dinero se encuentra ahorrado en dólares "en colchones", cuentas bancarias e incluso en el exterior. Sin embargo, esto no implica necesariamente que no esté declarado. Hay ahorros no declarados, pero también hay mucho dinero inmovilizado que sí ha sido declarado por los contribuyentes. Tener la plata fuera no es ilegal si fue obtenida y declarada legítimamente. Se menciona el blanqueo anterior, donde muchas personas declararon montos menores, y cuyos depósitos en cuentas especiales muchas veces quedaron inmovilizados sin usarse. También se relaciona el contexto con el acuerdo de Argentina con el GAFI (organización que controla fondos ilícitos) y la necesidad de que la normativa no ponga al país en una situación desfavorable ante este organismo internacional.
En cuanto a la situación económica general, Simaro comenta que la lucha contra el déficit fiscal y la inflación son las consignas principales del gobierno, y están relacionadas. Reconoce que, si bien hay indicadores de una baja en la pobreza e indigencia, siguen siendo altísimos. La inflación también, aunque haya bajado del 25% al 2%, debería ser anual y no mensual para un país normal. Señala que la clase media está "apretada", pero se están transparentando los costos de servicios públicos. Simaro cree que la lucha contra el déficit se incorporará como sociedad, aunque la mayoría de los países son deficitarios y lo cubren con préstamos, mientras Argentina lo hacía con emisión por falta de crédito externo. La falta de crédito externo afecta también la capacidad de inversión de las empresas.

Respecto al mercado laboral, específicamente en Tandil (que vive una realidad algo distinta a la media del país), Simaro observa una falta de oferta que cubra la demanda, tanto en mano de obra calificada como en profesionales. Menciona la dificultad para conseguir contadores o diseñadores gráficos y proyecta una alta demanda de puestos de trabajo en los próximos meses debido a nuevos emprendimientos. Esto llevará a que las empresas compitan por los mismos trabajadores, ofreciendo mejores condiciones. Simaro especula que será necesario que muchos argentinos que emigraron regresen para responder a un potencial crecimiento del país.
Finalmente, el contador aconseja a las empresas Pymes que aprovechen este momento para profesionalizarse, mejorando sistemas de costos, compras, manejo de stock, etc., invirtiendo el dinero que antes quizás tenían inmovilizado en mercadería en la gestión interna.
En resumen, movilizar los dólares atesorados por los argentinos requiere no solo un cambio cultural y generar confianza, sino también medidas concretas que ofrezcan beneficios económicos para que el dinero inmovilizado ingrese y circule por el sistema bancario.