Cómo se filmó la nevada mortal de El Eternauta: secretos del rodaje
Por primera vez, la mítica historieta de ciencia ficción argentina cobra vida en pantalla, y uno de sus momentos más icónicos —la nevada mortal— se convierte en un hito técnico para la industria audiovisual local.

Después de años de expectativa, El Eternauta llegó a Netflix. La serie, dirigida por Bruno Stagnaro, es la primera adaptación audiovisual de la novela gráfica creada por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López en 1957. Pero más allá de su relevancia histórica, lo que está llamando la atención del público y la crítica es cómo la producción logró recrear uno de los elementos más inquietantes de la historia: la nevada mortal.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailRecrear nieve en Buenos Aires, una ciudad donde solo nevó dos veces en el último siglo (1918 y 2007), ya era un desafío enorme. Pero hacerlo en pleno verano, con un realismo extremo y en escenarios reconocibles de la ciudad, fue directamente una hazaña.
“El efecto climático que logramos marca un antes y un después”, afirma Nicanor Enriquez, supervisor de producción de efectos especiales. “Generamos nieve en una ciudad donde no nieva. Somos pioneros, como Juan Salvo saliendo por primera vez a un mundo desconocido”.
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Para lograrlo, el equipo técnico realizó una investigación minuciosa y consultó con especialistas internacionales. Lo que en otras producciones se hace sobre nieve real, aquí se tuvo que inventar desde cero. La “nieve” de El Eternauta está compuesta por una combinación de materiales como sal, celulosa, espuma seca y un innovador “eco-snow” biodegradable desarrollado por la propia producción. Todo fue pensado no solo para verse bien en cámara, sino también para cuidar el entorno y la salud del equipo.
“La nieve no es convencional: se comporta más como ceniza, es volátil, oscura, genera bruma”, explica Enriquez. La sal aportó textura y realismo, mientras que la perlita —una roca volcánica expandida— se usó en interiores por su seguridad y efecto visual. El equipo incluso creó una “Biblia de la nieve”, una guía técnica para estandarizar la estética y la aplicación de los efectos.
Unas 55 personas trabajaron en cada jornada dedicada a la nieve: desde técnicos que manejaban turbinas y mochilas portátiles para proyectar espuma, hasta operarios de limpieza que debían dejar las locaciones públicas tal como estaban antes de filmar. Muchos materiales se reciclaron, y otros se reutilizaron en nuevas tomas.
“La clave fue la especificidad”, detalla Walter Urquiza, coordinador de efectos especiales. “Pasamos de grandes turbinas a mochilas portátiles para seguir a los personajes. Nunca existió un proyecto así en nuestro país”.
Con este despliegue técnico y artístico, El Eternauta no solo revive una obra fundamental de la cultura argentina, sino que también eleva los estándares de producción local.