El Eternauta: la obra que incomodó a la dictadura y marcó el destino de su autor
Mucho antes de su llegada a la pantalla, El Eternauta fue una historieta que reflejó las tensiones sociales y políticas de la Argentina; su autor, Héctor Germán Oesterheld, fue desaparecido por la dictadura junto a sus hijas.

La historia de El Eternauta ha vuelto a capturar la atención del público global con el reciente lanzamiento de su adaptación televisiva en Netflix, protagonizada por Ricardo Darín. Pero mucho antes de convertirse en serie, fue una historieta de ciencia ficción que marcó un antes y un después en la narrativa gráfica argentina. Su autor, Héctor Germán Oesterheld, volcó en ella una mirada social y política que, con el tiempo, se volvería profundamente incómoda para el poder.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailPublicada originalmente en 1957, El Eternauta narraba la historia de un viajero que contaba su travesía al propio Oesterheld en una Buenos Aires invadida por una nevada mortal. El título se publicó semanalmente hasta 1959 y se convirtió en un éxito rotundo. Una década después, el autor trabajó en una versión renovada junto al ilustrador Alberto Breccia. Esta nueva edición ya estaba impregnada por el clima de creciente tensión política que se vivía en Argentina.
Con el paso del tiempo, El Eternauta fue reeditado en formato libro y su influencia no dejó de crecer. Sin embargo, la historia de su autor y su familia estaría signada por la violencia y la represión de la última dictadura militar.
Puede interesarte
Una familia arrasada por la dictadura
En 1976, ya iniciada la dictadura, Oesterheld se vinculó a la organización Montoneros en su rol de escritor. Sus hijas también integraban dicha agrupación. La respuesta del aparato represivo no tardó en llegar. El 27 de abril de 1977, el guionista fue secuestrado y posteriormente desaparecido por las fuerzas armadas.
Para entonces, sus cuatro hijas —la mayor de solo 25 años, dos de ellas embarazadas— ya habían sido secuestradas y asesinadas. La persecución a la familia Oesterheld no solo respondía a su militancia, sino también al fuerte contenido crítico de la obra del escritor, que incomodaba al régimen.
Durante su clandestinidad, Oesterheld escribió la segunda parte de El Eternauta, que logró concluir antes de ser desaparecido. Su viuda, Elsa Sánchez de Oesterheld, se convirtió en una incansable defensora de los derechos humanos hasta su fallecimiento en 2015. De aquella copiosa familia, solo sobrevivieron ella y dos de sus nietos, Fernando y Martín.
“Un fresco de la vida cotidiana”
Años después, Elsa definió a El Eternauta como “un fresco de la vida cotidiana de todos, de la gente de clase media” y sostuvo que la historieta había sido “una premonición” de lo que ocurriría en el país y en su propia familia: “Fue un paralelo de lo que ocurrió en el país y de lo que me pasó a mí y a mi familia, que la destruyeron”.
Elsa y Héctor se conocieron en 1945 en el Club Arquitectura de Vicente López. Ella tenía 18 años; él, 24. Al principio, lo conoció por el apodo de “Sócrates”. “Creo que lo deslumbró algo que para mí era natural: mi pasión por la lectura y la música clásica”, contó en una entrevista. “A mí me sedujo algo parecido en él, porque yo necesitaba tomar contacto con la sabiduría, y vaya si lo hice”.
Contrajeron matrimonio dos años después y se instalaron en Béccar. Oesterheld, lector incansable, era —según su esposa— “un libre pensador de izquierda de una inteligencia abrumadora”. En su forma de escribir, destacaba por su capacidad de síntesis y por transmitir emociones y sentimientos profundos. “Cambió la historieta, porque le puso contenido filosófico, político y científico”, dijo Elsa en una entrevista con Tiempo Argentino en 2011.