El legado de una leyenda: Freddie Mercury, a 79 años de su nacimiento
A más de tres décadas de su muerte, el artista sigue siendo un ícono de la música, el arte y la libertad creativa, recordado por su talento vocal y su magnetismo en el escenario.

Hoy, 5 de septiembre, el mundo de la música celebra el aniversario del nacimiento de Freddie Mercury. Aunque han pasado 34 años desde su muerte, la figura del líder de Queen sigue tan viva como siempre, recordado no solo como un vocalista extraordinario, sino como un artista que revolucionó el rock, el espectáculo y la cultura popular.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailNacido como Farrokh Bulsara en Zanzíbar en 1946, su vida fue un viaje de desarraigo y reinvención. Tras pasar su infancia en la India, su familia se mudó a Londres en 1964, una ciudad que en los años 60 era un hervidero cultural y artístico. Allí, mientras estudiaba diseño gráfico, se sumergió en la escena musical y conoció a quienes serían sus compañeros en Queen, una banda que se atrevió a fusionar rock, ópera y glam, rompiendo todos los moldes.
Una voz inigualable y un showman total
El éxito de Queen fue en gran parte el resultado del genio de Mercury. Su voz, un fenómeno estudiado por científicos, tenía un rango vocal fuera de lo común, capaz de abarcar más de tres octavas. Su característico vibrato y su capacidad para generar sonidos adicionales al cantar le dieron un poder y una versatilidad únicos que lo convirtieron en una leyenda.
Pero su talento no se limitaba a la voz. Como artista, Freddie buscaba crear un espectáculo total. Cada show de Queen era una experiencia teatral, desde el vestuario extravagante hasta la iluminación. Su carisma y magnetismo en el escenario alcanzaron la cumbre en el Live Aid de 1985, donde en apenas 20 minutos, protagonizó una de las actuaciones más memorables del siglo XX.
El hombre detrás de la máscara
A pesar de su aparente seguridad en el escenario, Freddie Mercury era un hombre de contradicciones. Un estudio psicológico de 2018 lo describió como un "gran pretender", alguien que construyó una máscara para ocultar sus inseguridades. Llevaba el peso de su identidad, su sexualidad y el desarraigo, y esa fragilidad se filtraba en sus letras, que hablaban de soledad y del deseo de amor y aceptación.
En 1987, el diagnóstico de VIH marcó sus últimos años. Sin embargo, no se detuvo. Siguió grabando con Queen y compuso himnos de despedida como "The Show Must Go On". Murió en Londres el 24 de noviembre de 1991, un día después de hacer pública su enfermedad.