Murió Ángel Mahler, el compositor que revolucionó el teatro musical argentino
El creador de Drácula, el musical, falleció a los 65 años tras una dura batalla contra el cáncer. Dejó un legado que marcó la historia escénica del país con obras épicas, emoción y excelencia artística.

En la madrugada del domingo 25 de mayo, el teatro musical argentino perdió a una de sus figuras más influyentes: Ángel Mahler murió a los 65 años, tras haber sido internado el 29 de abril por una descompensación derivada de un derrame pleural. El compositor, director de orquesta y productor luchaba contra un melanoma metastásico que avanzó rápidamente en su cuerpo. La noticia fue confirmada por su entorno a través de las redes sociales oficiales: “Se fue en paz, acompañado por el amor de su familia”.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailAunque su despedida fue serena, su legado sonoro permanece intacto. Mahler fue responsable de transformar la escena musical argentina con producciones de alto impacto como Drácula, el musical, estrenada en 1991 junto a su histórico socio creativo, Pepe Cibrián Campoy. Juntos, rompieron moldes y llevaron la ópera-rock al Luna Park, desafiando el prejuicio de que el teatro musical era elitista.
“Jamás pensamos en el Luna Park”, recordó Mahler en una entrevista. Pero fue el empresario Tito Lectoure quien les ofreció el emblemático estadio. El resultado fue un fenómeno sin precedentes: en solo diez días recuperaron la inversión inicial de un millón de pesos, y la obra recaudó más de 70 millones de dólares a lo largo de los años. Con 52 artistas en escena, una orquesta de 30 músicos y 50 cambios de escenografía en dos actos, Drácula se convirtió en un emblema de la excelencia artística nacional.
Mahler creía profundamente que “el hecho artístico” debía estar por encima de la rentabilidad. Esa convicción lo llevó a sostener producciones complejas y costosas, incluso cuando ningún productor —salvo Lectoure— confiaba en su viabilidad económica. “La rentabilidad viene después. Primero hay que conmover”, sostenía.
Puede interesarte
Además de Drácula, compuso y dirigió obras como El Jorobado de París, Calígula, Las mil y una noches y El fantasma de Canterville, todas con su sello distintivo: lirismo, épica y emoción. Su amor por la música nació temprano, cuando a los siete años asistió por primera vez a una ópera en el Teatro Colón, llevado por sus padres. “Lo que descubrí me volvió loco”, recordaba. Aunque su familia soñaba con que fuera ingeniero, él siguió su vocación sin concesiones.
Su frase de estado en WhatsApp era una declaración de principios: “Lo mejor está por venir”. La pronunció también en una entrevista en 2022, durante una etapa de intensa actividad artística. Para Mahler, la música no era solo una carrera, sino una misión vital: una forma de contar historias, de prolongar la infancia, de no rendirse nunca.
En 2002, tras la muerte de Lectoure, Mahler asumió también el rol de productor, consolidando su compromiso con el teatro argentino desde todos los frentes. Incluso se desempeñó como ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, llevando su visión más allá del escenario.
Murió dejando dos hijos, Damián y Emanuel, quienes heredaron su pasión por la música y su visión del arte como acto de entrega. En vida, Mahler solía decirles que escucharan reggaetón, pero también que buscaran ese otro lado que lo había hecho feliz: la música que emociona, que cuenta, que transforma.
“Componer es meterse en la piel de los personajes”, decía. Y él lo hizo hasta el final. Su obra más emblemática, Drácula, no aceptó modificaciones: “Jamás se cambió una nota”, afirmaba. Para Mahler, el arte no se acomoda: se defiende.
Hoy, su música sigue resonando en los teatros, en los recuerdos y en las emociones de miles de espectadores que alguna vez se conmovieron con una puesta dirigida por él. Porque para Mahler, como para tantos que lo admiraron, el teatro no era negocio: era vida.