De Tandil a Harvard y viceversa; la historia del neurocientífico que quiso volver a investigar en la Unicen
José Fernández León Fellenz es doctor en Computación por la Universidad Nacional del Centro y pasó más de 14 años formándose e investigando en el exterior. Regresó a la ciudad a fines del año pasado para continuar su carrera en el país en el marco del programa Raíces de repatriación de científicos. En la actualidad se halla abocado al desarrollo de estrategias de control neuroinspiradas que apuntan a generar una mayor presencia en el Mar Argentino en forma automatizada.

José Fernández León Fellenz es neurocientífico y doctor en Ciencias de la Computación por la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires. Su hoja de ruta profesional marca que tras 14 años fuera del país, en diciembre de 2020 volvió a instalarse en Tandil para seguir desarrollando su carrera en el marco del programa Raíces, orientado a incentivar el retorno de los investigadores argentinos que se encuentran residiendo en el exterior.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAdemás, Fernández es doctor en Ciencias Cognitivas del Centro de Neurociencia Computacional y Robótica (CCNR) de la Universidad de Sussex, Reino Unido. Se desempeñó como investigador en distintos centros y universidades de Estados Unidos –entre ellos la prestigiosa Universidad de Harvard- y ahora es investigador del Conicet en el Centro de Investigaciones en Física e Ingeniería del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
En la actualidad se encuentra abocado, junto a su equipo, al desarrollo de estrategias de control neuroinspiradas, que apuntan, por ejemplo, a generar observación y una mayor presencia en el Mar Argentino en forma automatizada, mediante el desarrollo de módulos de control de robots no tripulados de distinto tipo.
Grupos de trabajo
Fernández, que tiene 46 años, se fue del país en 2006 con una beca doctoral para radicarse en el Reino Unido; después comenzó sus estudios postdoctorales en Estados Unidos, donde investigó cómo las actividades neuronales y áreas cerebrales se correlacionan con diferentes comportamientos cognitivos y sensoriales, desarrollando además diferentes herramientas computacionales para comprender esos aspectos.
En declaraciones a la agencia Télam, compartió que “en definitiva, me fui para adquirir un conocimiento que en su momento no estaba disponible en el país. Volví en diciembre pasado buscando desarrollar ciencia y tecnología de punta, y pensando en formar grupos de trabajo. En mi experiencia, me di cuenta de que lo que diferencia a una institución de primer nivel de otras es que poseen más recursos materiales, pero lo más importante es que los usan investigadores que sienten realmente que son parte esencial de esos establecimientos y que tienen ‘mentalidad científica’ innata”.
El investigador describió también que “el capital humano es lo que hace a una institución sobresalir del resto en cualquier área del conocimiento o aún en la industria, independientemente de dónde uno se encuentre” y añadió que el regreso tiene que ver con una visión a largo plazo para relacionarse y formar grupos que “vean la oportunidad de construir en definitiva un país diferente” y que su “trabajo de investigación colabore con ello”.
Una trayectoria mundial
Al repasar su historia, rememoró que se fue de la Argentina para realizar sus estudios doctorales en el exterior, mediante una beca europea, porque quería adquirir cierto conocimiento teórico de cómo los sistemas neuronales con cierto parecido al cerebro biológico desarrollan comportamiento adaptativo pero robusto en el área de la ciencia cognitiva.
“Mi campo de investigación abarca la Neurociencia de Sistemas, Neurociencia Computacional y Cognición, y dada mi curiosidad por entender cómo funciona el cerebro biológico, decidí realizar estudios postdoctorales en lo que se denomina ‘la neurociencia de sistemas'”, explicó.
“Desde el 2011 me radiqué en los Estados Unidos y comencé a trabajar en la Escuela de Medicina McGovern de la Universidad de Texas y en la Escuela de Medicina Baylor en Houston en donde estudié cómo el sistema visual y la corteza prefrontal de primates no humanos procesa imágenes para la toma de decisiones en comportamientos cognitivos”, dijo respecto de su trayectoria.
Posteriormente, se asoció a la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, donde desarrolló estudios similares con roedores para entender cómo el cerebro de animales con autismo difiere de cerebros normales.
Volver, siempre volver
El investigador contó que en 2017 obtuvo el subsidio Milstein como parte del Programa Raíces para desarrollar una estadía corta y vincularse con institutos de investigación en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires en Tandil. El siguiente paso fue el subsidio de Retorno del Programa Raíces, luego de ganar por concurso un cargo de profesor adjunto, y de que le aprobaran la aplicación desde el exterior a la Carrera de Investigador de Conicet.
Según refirió, el apego al país fue lo que lo decidió, entre otros motivos, a regresar ya que “en cualquier otro lugar del mundo, por más que tengas un cierto éxito académico o laboral, sabés que ese no es tu lugar”.
“Podría haberme quedado en Estados Unidos, pero decidí por la Argentina, incluso con los problemas que nosotros sabemos que tiene. Volví con muchísimas experiencias compartidas con colegas de otras universidades y laboratorios del mundo y también lleno de expectativas, con el compromiso de desarrollar recursos locales y así lograr investigaciones líderes en el mundo en el campo de las neurociencias de sistemas, cognición y neurociencia computacional. Lo importante es ser positivo: el compromiso por el país y el deseo de transformación de esos problemas a través del conocimiento y el esfuerzo”, consideró.