Guillermo Marcos: “El Estado nos está protegiendo”
Guillermo Marcos tiene sus raíces en Tandil aunque hace cuarenta años se fue de la ciudad para comenzar una carrera artística que lo llevó al cine, teatro y la televisión en la capital del país. Desde allí, en diálogo con La Vidriera habló del Covid-19, del presente y futuro de los actores argentinos, de las transformaciones sociales, los adultos mayores y su pasión por la radio.

Estaba haciendo “Aeroplanos”, la obra de Carlos Gorostiza junto a Héctor Calori, cuando se desató el Covid-19 y posterior cuarentena por lo que hubo que interrumpir las funciones sin una fecha estimada para el regreso.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email-Hay otra pandemia además del coronavirus, la económica ¿cómo la viven los actores?
-Con sobrado entrenamiento. Los actores transitamos toda una vida de príncipe y mendigo, que nos da el temple necesario para afrontar episodios como esta pandemia. Que de alguna manera ya se venía anticipando en nuestra realidad laboral, en la que ya casi estábamos, mucho antes de la cuarentena, casi sin ficción en los medios audiovisuales. Todas las producciones eran extranjeras que siguen siendo mayoría todavía en medio de esta circunstancia, cuando hemos pedido que se repitan realizaciones de producción nacional, para aliviar la situación económica de los trabajadores del espectáculo. Pero por sobre la dramática realidad, sigue prevaleciendo la mezquindad y la codicia. Por supuesto, hay excepciones. Pero son eso, excepciones.
-¿Qué cree que pasará luego de todo esto? Hay muchos rubros que se están reinventando.
-Es probable que todo se reacomode y en buena medida, se vaya normalizando la vida. De todas formas nuestro trabajo será uno de los últimos que pueda entrar en esa normalidad. No será fácil convocar público a las salas de espectáculos. En el trabajo del actor, la herramienta es el cuerpo, lo que conlleva la posibilidad de contactos estrechos, por lo tanto habrá que replantear también eso. Ahora algunos estamos haciendo trabajos de audio con los medios tecnológicos que hay en casa. Todo se está probando en el día a día. La dinámica de estos meses es francamente muy peculiar, lo que exige una adaptación casi cotidiana.
Otra gran pasión
-Cuénteme de su programa de radio “Metejón de un día”.
-Es un encuentro con la palabra, el pensamiento y los pensadores, la historia y el arte, en un lenguaje de entrecasa que abarca y convoca a todos los públicos. Allí desgrano mucho de mi impronta personal y todo partiendo de mi pasión que es el teatro y mi otra gran pasión que es el tango. La radio me significa un territorio altamente fecundo, en el que me encuentro, al igual que los oyentes, cómodo y feliz. Hacemos “Metejón de un día” en la 2×4, la radio de tango de la Ciudad de Buenos Aires, una maravillosa casa, con un plantel de eximios profesionales, en la que desarrollamos nuestras propuestas con absoluta libertad y armonía. Son muchos años que llevo allí, dónde me siento valorado, estimulado y siempre con ganas de ir.
-Fue dirigente de la Asociación de Actores ¿desde allí se está trabajando en pos de paliar un poco la situación? ¿Cómo es su relación con Alejandra Darín? Están quienes dicen que no se está manejando muy bien.
-Alejandra es una amiga a la que conozco desde hace muchos años y quiero mucho. Está haciendo una muy buena gestión y siempre comprometida con la realidad de los actores, sin diferencia de ninguna índole. Por supuesto que en esta situación están trabajando permanentemente para alivio de los compañeros que más afectados se encuentran. Como ex dirigente de la Asociación puedo decir que siempre quedan cosas por hacer y a veces las que se hacen no siempre están bien. Pero bueno, participar en un sindicato es responder a una vocación de servicio, lo cual implica que no siempre se reciben loas. La actividad gremial es de naturaleza noble y servicial y en ese sentido hay que honrarla. Desde muchos sectores la están constantemente denostando con diatribas, falsedades y operaciones malignas. Desde mi experiencia puedo asegurar que en su mayoría, los dirigentes gremiales de todos los rubros, se desempeñan con probidad y limpidez. Por supuesto que, como en toda actividad, están aquellos que la enlodan con acciones deshonestas, pero son los menos. Naturalmente que hay quién siempre se encarga de poner a los malos en primer plano, para intentar una falsa e injusta generalización.
“El Estado pone el acento en la vida”
-Ya llevamos más de noventa días de “cuarentena” ¿cómo ve la actitud del gobierno?
-Responsable y con alto compromiso de poner el valor de la vida antes de hacer otros enfoques. Haberle dado al área de salud la categoría de Ministerio es para bien de todos. Es satisfactorio ver que los políticos con responsabilidad de gobierno acuerdan, más allá de las pertenencias partidarias, medidas sociales y sanitarias para bien de la población. La pandemia es un desafío muy fuerte y con relieves dramáticos. Lo ideal sería enfrentarla con unidad de criterio, pero siempre hay diferencias y volvemos al tema de las operaciones malignas, que lamentablemente nunca faltan.
-¿Le teme miedo al Covid-19?
-Sí, por supuesto. Por mí, por mis hijos, por la madre de mis hijos y por tantas personas que quiero. Intento cumplir con todos los protocolos de protección y no caer en el terror.
-¿Cómo mitiga el encierro?
-Leyendo mucho, escuchando a “Pichuco” y viendo cine.
-No faltan quienes se quejan de tanta prohibición…
-Es para cuidar a la gente. Con esta enfermedad somos todos vulnerables y la muerte está ahí nomás, cruzando la vereda. Hay críticas absurdas que se hacen con comparaciones maliciosas. Son actitudes perversas, que se dan en el marco de la mentada grieta, condicionante que no es de ahora y que tanto daño nos ha hecho como país y como pueblo.
-¿Entonces no es un quejoso?
-En absoluto.
La pandemia como oportunidad
-¿Cómo ve la situación de los adultos mayores? ¿Para ellos es más difícil?
-Mucho más, con menos chances de recuperación. Hay que ser solidario con todo esto, nos involucra a todos. Siento que no hay lugar para individualismos egoístas.
-¿Cree que seremos los mismos cuando todo esto pase?
-Esta pandemia no deja de ser una oportunidad para intentar conductas más humanitarias y lograr ser una mejor sociedad. La vida en comunidad, debe replantearse con premisas socialmente solidarias y más justas. Pero no será fácil, todavía la panza es reina y el dinero es Dios. Y por más que todo esto pase, seguirá así por mucho tiempo. Aunque se me hace que el cachetazo del Covid-19, algo nos movilizará para mejor.
-¿Sabe qué no lo había pensado así…como un flor de cachetazo?
-Y lo es y también –como decía- una oportunidad para poner en práctica conductas más humanitarias…
-¿Qué sensación le invade cuando ve tantas persianas bajas?
-Antes del Covid-19 ya hemos visto en muchas ocasiones persianas bajas y no por causas sanitarias, sino por planes económicos elaborados por sectores que querían esas persianas bajas, con consecuencias de hambre y desocupación. Insisto, espero que este cachetazo del bichito, nos movilice a todos para mejor.
-¿Se informa acerca de la situación en la ciudad? Y permítame una expresión de deseo ¡Dios quiera siga así!
-Estoy en permanente comunicación con Tandil. Tengo familia y amigos allá. Suscribo sus palabras, Dios quiera siga así, quiero mucho a mí Tandil y su gente. Pero no hay que bajar la guardia. Hay que extremar los cuidados.
Aquellos días en El Teatrillo…
-Trabajó en “Detrás de las historias de un cortado” ¿cómo fue la experiencia?
-Estuvimos con Leonardo Bechini, el autor y director, desde el comienzo del ciclo. Cuando me contó la idea me fascinó y comenzamos a trabajarla. Fue un ciclo televisivo muy exitoso y debo decir que siempre que alguien del público me saluda, me dice: “¿cuándo vuelven con un cortado? Realmente fue un programa hermoso de hacer. Ahí también estuvimos con Calori.
-Lo último que estaba haciendo en teatro era “Aeroplanos” Cuéntenos…
-Es una de las obras dramáticamente mejor construida. Y el personaje que me ha tocado, lo fui elaborando como hacemos los actores, con el abono del texto, de lo que nos pasa y de lo que nos pasó. Estoy junto a Héctor Calori, que es un amigo de la vida. Por lo tanto, cada función era (y será) una experiencia única e intransferible.
-La obra ofrece una mirada interna de la vejez de dos personajes que se preguntan, con humor y sin solemnidad, sobre los por qué de la existencia. ¿Ha comenzado a hacerse preguntas existenciales en este tramo de su vida y sobre todo ante la pandemia?
-Desde pibe me hago preguntas existenciales. Así como la muerte es un misterio, también lo es la vida. Aunque sea visible y sensorial. Desde ya que el paso del tiempo da lugar a profundizar tales preguntas.
-¿Qué lugar ocupa el teatro en tu vida?
-Central y de toda la vida. Comencé con mi papá en El Teatrillo, subsuelo de la Biblioteca Rivadavia, allí con siete años me enamoré del teatro y sigo enamorado.
Guillermo Marcos también despunta el vicio de la escritura, he aquí uno de sus poemas a su ciudad, Tandil.
Mitre esquina Alsina
En Mitre, cerquita de la esquina,
adoquín y corazón del barrio manso.
Un lado bebidas, el otro garbanzos,
arroz, yerba, azúcar, sal fina…
Se lee en una sonora chapa:
“Almacén y bar El luchador”.
Y para que se note mejor…
luz, bicicletas, olor a grapa.
Lo pinta, el sol en retirada,
al empedrado de oro bañado
y dibuja un trazo dorado,
en las mesas estropeadas.
Son atardeceres baquianos…
que preparan bien la zona,
para fantasmas y personas
de folclóricos parroquianos.
Don José Aloisi en la puerta,
deja su caniche pulgosa y fiel
y de lejos, la China le pone miel,
al consabido trago que sirve Berta…
Paco escabiado, ve a su viejita…
Tamango trepa su carro lechero
y se oye gritar.. Diariero…
de garganta canillita…
La noche con su llegada,
al recinto lo atropella…
se estremecen las botellas
y el Gallego, en risotadas.
Masella cumple la ronda
con el truco y con el vino,
devuelve el envase un vecino…
desborda el splin en Rotonda…
Las baldosas del boliche,
imprimen alcohólicas pisadas
y están las paredes cargadas…
de vozarrones, tabaco y afiches.
Se van a guardar los mazos,
con el último falta envido…
empujado, el curda entredormido,
sale al show de los porrazos.
El sueño empezó a gambetear…
el piberío del barrio se fue a dormir,
en la noche, sólo un grillo se deja oír…
al viejo bar le llegó la hora de cerrar.
Y todo terminó, El luchador apagó su luz.
Nada queda. Ni el foco de Mitre y Alsina…
ni Perico con la barra de la esquina,
ni los cabreros, ni las partidas de mus.
Apenas silba una tonadita,
de aquel barrio que ya no es…
el de baldíos o del arroyo tal vez,
el de Bichi o el de la tía Juanita.
Viejo reducto de amigos con Cinzano…
casi parafraseando a Discepolín,
te miré desde enfrente y de chiquilín.
Hoy estás en mi alma. Cortá, sos mano.