A 39 años de la epopeya de los Torinos en Nürburgring
El 20 de agosto de 1969 el automovilismo nacional comenzaba a escribir una de las páginas más gloriosas de su historial. Un equipo enteramente argentino (autos, pilotos y preparadores) se le animaban a una de las pruebas más duras y exigentes del mundo: la Maratón de la Ruta, más conocido como las 84 horas de Nüburgring.
Allá lejos, y ante la azorada mirada de miles de europeos, tres Torino de fabricación nacional abrían desde Lieja la larga fila india de las sesenta y cuatro maquinas más modernas y sofisticadas del mundo. La rudeza de la competencia -con una particular reglamentación que no permitía reparaciones de los autos por parte de los mecánicos- determinó que sólo 19 autos culminaran los más de tres días de recorrido bajo rigurosas condiciones climáticas (llovió siempre) en un circuito muy propenso a los errores: 27 kilómetros de extensión y más de 250 curvas.
Entre esos 19 autos y en 4ta. posición -luego de liderar más de la mitad de la prueba- arribaría uno de los Torino, el número 3 de Eduardo Copello, Alberto Rodríguez Larreta y Oscar Mauricio ?Cacho?Franco, quien tendría el privilegio de recibir el banderazo.
En diálogo con Ariel Islas durante el programa ?Señora, me alcanza la pelota? en la 104.1 Tandil FM, Oscar Mauricio Franco en comunicación telefónica desde Azul recordó aquel memorable momento que quedó grabado en los sentimientos más profundos de los argentinos.
?Estoy muy contento de que a tantos años se siga recordando con gran cariño aquel hecho. Tuve la diosa fortuna, de en principio haber sido invitado como suplente, y después a poder llegar y ver la bandera a cuadros, la que fue una instancia inolvidable e inimaginable?.
Comentó que recién llegados a Alemania ?la aparición de los Torino codeándonos con los mejores autos de las marcas más importantes del mundo causó una gran impresión. Era ni más ni menos que un Turismo Carretera con la misma tecnología que utilizábamos acá frente a todos los adelantos que se habían desarrollado en Europa. En otras palabras, se reían pensando qué íbamos a hacer con esos elefantes, monstruos de patonas, guardabarros recortados y de dimensiones muy grandes frente a los otros vehículos?.
Entre otras anécdotas recordó: ?Teníamos a Juan Manuel Fangio como director de equipo. El reglamento de esa competencia era muy estricto y sólo se permitía que los pilotos repararan los vehículos en una zona especial. Para ayudar a Larry, que tenía que cambiar las pastillas de freno, Juan Manuel Fangio le ?cantó? con música de tango, las indicaciones para ayudarlo a que lo hiciera, sin que nadie se percatara de lo sucedido?.
También recordó la anécdota del silenciador: ?Se había roto el caño de escape del Torino y habíamos sido denunciados porque superaba los decibeles permitidos e íbamos a ser penalizados con la exclusión. Cuando tuve que hacer el recambio me camuflé un pequeño silenciador, amianto y alambre de fardo dentro de la ropa. Me subí, tratando de que el veedor no lo notara, recorrí algunas vueltas, me bajé y pude reparar el escape que de no haberlo hecho, nos hubiese arruinado la carrera?.
Pero sin duda uno momento quedó grabado a fuego en la mente de Franco, la llegada. ?Cuando estábamos cargando nafta y me dijeron que la carrera la iba a concluir yo, me embargó la emoción. Volví a la pista y traté de mantener el ritmo y cuando me marcaron que era la última vuelta, una gran emoción me embargó. Fue la más larga de mi vida, me acordé de mucha gente, mi familia, mecánicos, dirigentes, compañeros y lloré, lo digo sin reparos…, lloré mucho durante los últimos kilómetros. Después fue todo lo que se comentó en los diarios y revistas, abrazos, fotos con banderas argentinas, todos festejando y muy emocionados.
Hoy, cuando hojeamos esas revistas con hojas amarillas, nos rememoramos con nostalgia aquel momento?.
Por último se refirió a lo difícil del presente para los pilotos jóvenes que quieren ir a Europa. ?Indudablemente en la actualidad las cosas han cambiado. Los pilotos nuevos no tienen el suficiente apoyo económico como para poder viajar a competir de igual a igual y se han tenido que volver decepcionados porque se ven en inferioridad de condiciones, es una verdadera lástima?.
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