Advierten que la Navidad y el cierre del año no son buen momento para cambios radicales
En momentos donde la mirada se posa en retrospectiva sobre lo logrado y lo pendiente hacia el cierre del año, las celebraciones de la época movilizan aún más a quienes buscan apegarse a los festejos tradicionales. “Es tiempo de agradecer más que de buscar resoluciones”, aseguró Diego Conca´s psicólogo humanista.
Las últimas semanas del año suelen ser abrumadoras. Las cuentas pendientes, los cierres de fin de curso, los preparativos festivos y el cansancio forman un combo explosivo del cual es más que difícil escapar. A último momento, se pretende cumplir con todo aquello que durante meses se postergó y la adrenalina del fin de ciclo se vuelve frenética y contagiosa.
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Lo cierto es que el calendario se torna una especie de contador en el que se van tachando los días a la espera de ese momento sublime en el que, brindis mediante, se ansía recibir el 2020 para que todas esa presiones se esfumen y se pueda iniciar otro período con expectativas renovadas.
Entre balances, proyectos y promesas las personas se enfrentan a las tradiciones que muchas veces no suelen estar inundadas de un espíritu de celebración. La muerte de una persona cercana, los avatares económicos y las complejidades de la vida diaria se debaten internamente ante una simple pregunta: ¿con quién pasás las fiestas?
Para encontrar herramientas que ayuden a atravesar este proceso, El Eco Multimedios dialogó con el Licenciado en Psicología Diego Conca’s, orientador en terapia gestáltica y humanista.
Tiempo de agradecimiento
-Su especialidad, ¿es muy consultada por esta época?
-Sí, durante diciembre hay un incremento en las consultas, sobre todo porque la gente está más movilizada y hacia fin de año se muestra más ansiosa por poder dar un cierre a determinadas cuestiones que no pudo resolver durante estos meses. Si bien muchos manifiestan además una sensación de desánimo, hay que entender que no es un buen momento para tomar decisiones trascendentales que hasta ahora no se pudieron tomar. No es necesario hacer cambios radicales en estas fechas.
-Este cúmulo de sensaciones, ¿llega en medio de un balance entre lo hecho y lo pendiente?
-Los balances en esta época son complicados porque nos dejamos guiar por una mentalidad muy resultadista y esto puede alterar nuestra percepción. A esto se suma un fenómeno que tiene que ver con el tiempo, ya que existe una especie de carrera contrareloj hasta el 31 de diciembre cuando en realidad, poco podemos modificar el 1 de enero. Lo recomendable o lo que al menos sugiero, es situarse en un lugar de agradecimiento para poder ver los logros y los objetivos a cumplir y para predisponernos a compartir o acompañar a las personas que nos rodean.
-¿Cuál es el común denominador entre quienes consultan?
-En mi experiencia, creo que esto de buscar el resultado todo el tiempo. La mayoría de las personas se basa en los últimos eventos vividos y a partir de ellos ve de manera positiva o negativa el aquí y ahora y el lugar donde está parada como para permanecer o buscar otro camino. Lo sustancial es enfocarnos en las pequeñas cosas y agradecer por ello. Hay que ver la totalidad y no cada cosa en particular. Tener un plato de comida todos los días en nuestra mesa, un techo, contar con trabajo o estar en la búsqueda y mantener un buen estado de salud o estar en un proceso de sanación, deben ser causa suficiente para centrarnos y equilibrar el peso en esta especie de autoevaluación.
-¿Qué tipo de herramientas despliega la terapia humanista?
-Esto depende de cada paciente. En esta época se reedita mucho el tema de los duelos no resueltos. Cuando un familiar ya no está, todo ese dolor se manifiesta de manera muy presente a la hora de una nueva celebración. La cena navideña y el espacio físico que dejó quien ha fallecido se hace evidente y esto a veces es muy difícil de sobrellevar. Cada uno opta por atravesarlo a su modo. Algunos, por ejemplo, suelen poner una silla vacía en ese lugar y otros optan por cambiar de tradición si la familia acostumbraba a reunirse. Muchos prefieren atravesar el proceso solos y hay que respetarlos. En relación a las expectativas y a los fines de ciclo, muchas personas realizan distintas experiencias como anotar en un papel sus deseos para 2020 y prenderlo fuego cuando llegan las 12. Es un simbolismo que para ellos representa algo. No hay técnicas específicas sino más bien un acompañamiento al paciente en el camino que decida tomar.
-La cuestión económica en un año difícil, ¿puede potenciar un estado de angustia?
-Por supuesto, ya que hay mucha gente que ni siquiera puede realizar una consulta con un profesional precisamente por no tener dinero. Si una persona perdió su trabajo en este último período y al llegar esta época no puede hacer frente a los compromisos en general o no dispone de medios para comprar un regalo para sus hijos, va a potenciar ese estado de angustia o agravar otro tipo de cuadros. Es importante mantener una actitud abierta para poder contarle a un amigo o un familiar que se está atravesando por una situación económica complicada si fuera el caso. Siempre hay una red que puede contener.
Vacaciones y reencuentro
Tiempo sin reloj, descanso sin despertador, comida en calma, paseos sin prisas y momentos distendidos. El reencuentro familiar durante el receso estival promueve un reacomodamiento de los integrantes del clan y una nueva oportunidad para ahondar en la relación entre las partes.
-Estamos cerca de las vacaciones y cambian las rutinas, ¿cómo opera esto en las familias?
-Bueno es lógico que la dinámica durante las vacaciones imprima otro ritmo pero no por ello, debo dejar que estos momentos se vuelvan improductivos. Lo importante es tratar de no ‘pasar’ el tiempo sino de enriquecerlo a través de la compañía y del aporte que cada uno haga dentro de ese clan familiar. El descanso debe estar signado por la búsqueda del compartir de manera genuina porque esto también permite resignificar los vínculos. Pautar mediante el consenso lo que se quiere hacer y lo que no, y respetar los gustos y aficiones de cada miembro puede ser una buena fórmula.
-¿Y si en la pareja el vínculo está endeble?
-El verano al igual que el fin de año no son un buen momento para tomar grandes decisiones. Los hijos, la pareja, cada uno necesita un tiempo dentro de ese funcionamiento y hay que predisponerse a estar receptivo cuando hay más tiempo ya sea para escuchar como para demandar. Hay que abrirse, negociar, participar, limitar, ceder. Cada familia y cada matrimonio tiene un perfil diferente, pero más allá de eso, es necesario generar el espacio y el tiempo porque esto fortalece tanto al grupo en general como a las identidades en particular.