Bajo promedio
Señor Director:
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Accedé a las últimas noticias desde tu email Quisiera comentar algo que nos viene sucediendo desde el 9 de julio pasado. Soy mamá de cuatro hijos, gracias a Dios todos ellos responsables, aplicados y sobre todo, buenas personas. Lo digo así no sólo porque soy su mamá sino porque además me lo dice la gente que los rodea o los llega a conocer y porque estoy muy orgullosa de ellos.
Sucede que han sido merecedores de portar nuestra enseña patria o de ser sus escoltas. Pero… este año, mi hijo, el que egresa de la primaria en unos días nomás, me comenta que su promedio tiene una pequeña diferencia que lo desfavorece con el de sus compañeros, abanderados también, y aunque ?el orden de los factores no altera el producto? con las mismas notas que sus compañeros su promedio tiene una mínima diferencia que lo aparta del sorteo por los lugares en las banderas.
Este día en cuestión, y antes del acto, me cruzo con la docente titular del grado y le hago saber que existe un error en el promedio de mi hijo y le pido si lo puede volver a sacar.
Ese día, dos horas más tarde de que finalizara el acto, me llaman desde la escuela y me dicen que tengo que retirar a mi hijo porque está muy enfermo. Cuando retiro a mi hijo del establecimiento estaba con 40º de fiebre y casi sin poder caminar.
Era tal la angustia que tenía, que le pregunté si le habían llamado la atención por mi comentario y al insistir con mi pregunta, me dijo que sí.
Le habían dicho unas cuantas cosas sobre mi persona a puertas cerradas y al ser tan sensible, los comentarios le afectaron tanto que terminó con inyecciones.
Mientras se recuperaba en la cama, fui a hablar con la señora directora y después de una larga charla me prometió hablar con sus docentes. Seguramente lo hizo, porque les aseguro que desde ese día a la fecha no han parado de burlarse o de tirar indirectas hacia mi hijo y es ese el motivo de mi carta.
Fue a partir de ese momento que comenzó a ser perseguido con una seguidilla de dichos y de trabajos devueltos porque tenían demasiada información o porque le faltaba esto o aquello.
Mi esposo y yo tratamos de criar a nuestros hijos en un marco donde el respeto, la responsabilidad, la verdad, el amor y sobre todo, el ser buenas personas con ellos mismos y con los demás es lo más importante. Hoy en día, donde los valores parecen haberse olvidado, somos de aquellas familias que siguen fieles a estas convicciones.
Esta situación ha originado que mi hijo (11 años) se encuentre con un nivel de estrés muy alto y ya no quiera seguir concurriendo a la escuela. Porque si bien su promedio fue arreglado, la docente continúa con las indirectas como, por ejemplo, que van a darles el boletín para que saquen sus promedios así ningún padre se queja el día del acto o como lo hizo ayer en la elección del mejor compañero cuando delante de los alumnos rompió el papel con un voto que tenía su nombre.
Yo creo en Dios y sé que sólo él es divino y no se equivoca. A lo mejor no elegí el mejor momento para hacerle el comentario a la docente. Pero ya basta. Porque mi hijo tiene una familia detrás y porque si educamos chicos no podemos enseñarles que hay que callarse o decirles que todo está bien cuando no lo está.
De todas maneras, quiero destacar que la mayoría de los docentes (no conozco a todos) de la escuela pública más vieja de Tandil son excelentes. La escuela es excelente y el nivel es excelente.
Pero ¿hasta cuándo esta persecución? Porque si los padres están ausentes, se lo hacen saber, y cuando los padres van a la escuela por cosas como esta y aunque en ningún momento les faltes el respeto, se ofenden.
Escribí esta carta porque no quiero que otro nene sufra una injusticia igual o parecida y porque, aunque mis hijos ya lo saben, los amo más que a nada en esta vida, estoy muy orgullosa de ellos y de poder ser su mamá. ¡Las persecuciones en las escuelas deben terminar!
María Inés Lucero de Díaz
DNI 21.854.371
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios