¡Cantinero, sírvame su historia!
Escribe Andrea Martínez Villada
andreamartinezvillada@gmail.com
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Días atrás, el Club Atlético Boca Juniors de la calle Belgrano al 900 abría sus puertas a una hora un tanto inusual. Sobre la vereda, no aguardaban los clientes de siempre, ni los ex jugadores ni socios del club. Tampoco un grupo de jóvenes con ganas de hacer una “previa” o una pareja dispuesta a deleitar su paladar con el histórico fernet-cola que traspasó fronteras. Ni hablar de degustar el inconfundible sándwich de “milanga”, clásicos de la cantina azul y amarilla.
Aquel día, a diferencia del resto, el reloj sólo se había adelantado por una única razón: por primera vez, Horacio Alberto Romero, se disponía a compartir las inolvidables anécdotas que se esconden detrás de una vida dedicada al rubro gastronómico. Su vida.
En la lista: una niñez y una adolescencia inolvidables, momentos difíciles, una familia, cambios inesperados, el paso por un sinfín de clubes, el cruce con innumerables personajes, pero sobre todo, una vocación: servir.
Nacido en Tandil hace 65 años, se autodefinió como un “luchador” incansable. Integrante de una familia humilde, según contó, porque en el tiempo en que nació “éramos todos pobres”. Comenzó a trabajar a los 7 años como vendedor de diarios, sí, de canillita al igual que sus hermanos.
En aquel entonces, salía temprano a la calle a vender “El Eco”, luego asistía a clases en la Escuela Nº 1 y por la tarde repartía “Nueva Era”. Al mismo tiempo, trabajaba en un taller y entre reparto y reparto solía juntarse con los demás amigos del barrio, también canillitas, en la plaza del centro a charlar y matar el tiempo.
Pero a los 13 años, su rumbo cambiaría para siempre: comenzó a trabajar en el rubro de la gastronomía, un camino que transitaría –con traspiés, encantos y desencantos- durante toda su vida.
En lo personal, formó una linda familia compuesta por su esposa Norma y sus cuatro hijos: dos mujeres que son médicas, un varón que vive en Capital Federal y la más pequeña, que está a punto de recibirse de la carrera de Ingeniería en Sistemas, y cuatro nietos “hermosos”.
Además de su trabajo en el club, también es dueño junto a su mujer de una despensa que atienden los dos. Sin embargo, admitió que su lugar en el mundo es el “Boca” y que siempre lo va a llevar en su corazón. Lloró, se rió, recordó. Una entrevista exclusiva, donde Horacio Romero se mostró sincero, con ganas de contar una historia auténtica, ésas que se dan únicamente detrás y delante de las cantinas.
Aquel día, a diferencia del resto, el reloj sólo se había adelantado por una única razón: por primera vez, Horacio Alberto Romero, se disponía a compartir las inolvidables anécdotas que se esconden detrás de una vida dedicada al rubro gastronómico. Su vida.
En la lista: una niñez y una adolescencia inolvidables, momentos difíciles, una familia, cambios inesperados, el paso por un sinfín de clubes, el cruce con innumerables personajes, pero sobre todo, una vocación: servir.
Nacido en Tandil hace 65 años, se autodefinió como un “luchador” incansable. Integrante de una familia humilde, según contó, porque en el tiempo en que nació “éramos todos pobres”. Comenzó a trabajar a los 7 años como vendedor de diarios, sí, de canillita al igual que sus hermanos.
En aquel entonces, salía temprano a la calle a vender “El Eco”, luego asistía a clases en la Escuela Nº 1 y por la tarde repartía “Nueva Era”. Al mismo tiempo, trabajaba en un taller y entre reparto y reparto solía juntarse con los demás amigos del barrio, también canillitas, en la plaza del centro a charlar y matar el tiempo.
Pero a los 13 años, su rumbo cambiaría para siempre: comenzó a trabajar en el rubro de la gastronomía, un camino que transitaría –con traspiés, encantos y desencantos- durante toda su vida.
En lo personal, formó una linda familia compuesta por su esposa Norma y sus cuatro hijos: dos mujeres que son médicas, un varón que vive en Capital Federal y la más pequeña, que está a punto de recibirse de la carrera de Ingeniería en Sistemas, y cuatro nietos “hermosos”.
Además de su trabajo en el club, también es dueño junto a su mujer de una despensa que atienden los dos. Sin embargo, admitió que su lugar en el mundo es el “Boca” y que siempre lo va a llevar en su corazón. Lloró, se rió, recordó. Una entrevista exclusiva, donde Horacio Romero se mostró sincero, con ganas de contar una historia auténtica, ésas que se dan únicamente detrás y delante de las cantinas.
Una agitada
y linda niñez
y linda niñez
-¿Cómo fue su niñez? ¿En qué barrio se crió?
-Mi niñez y mi adolescencia fueran hermosas. Me crié acá, en Moreno y San Martín. Antes eran todas calles de barro, no había luz en las calles, prácticamente. El Tandil de aquel entonces era hermoso, vivíamos lejos del centro y estábamos en San Martín y Moreno. Y el centro estaba en el mismo lugar que está hoy, pero casi la ciudad terminaba ahí.
-Mi niñez y mi adolescencia fueran hermosas. Me crié acá, en Moreno y San Martín. Antes eran todas calles de barro, no había luz en las calles, prácticamente. El Tandil de aquel entonces era hermoso, vivíamos lejos del centro y estábamos en San Martín y Moreno. Y el centro estaba en el mismo lugar que está hoy, pero casi la ciudad terminaba ahí.
-¿Cómo fue esa época de vender diarios?
-Hermosa. Cuando yo cuento lo que hacía cuando éramos chicos, hoy un padre dice que es imposible. Nos levantábamos a las 3 de la mañana o antes para ir a El Eco a doblar los diarios -que había que doblarlos a mano porque en ese tiempo no salían como ahora-. Se vendía muchísimo el diario porque no había televisión y la radio la tenían unos pocos. Después, salíamos a vender. De ahí, al colegio, en aquel entonces íbamos los varones de mañana y las mujeres de tarde. No era como ahora, duró poco eso, no sé si dos años nada más. Así que vendía el diario antes de ir al colegio, salía para casa y pasaba por este club, almorzábamos, jugábamos un rato al fútbol y me iba a un taller donde mi hermano me llevaba el Nueva Era y salía de ahí a venderlos. Con ocho años hacía todo este trabajo. Después, jugábamos al fútbol de nuevo, ya de noche bajo el foco de la esquina, nos pegábamos una lavada en una bomba que había en el patio de casa, comíamos, nos acostábamos y otra vez nos levantábamos a la madrugada para ir a vender diarios. Pero era hermoso, disfrutábamos de eso.
-Hermosa. Cuando yo cuento lo que hacía cuando éramos chicos, hoy un padre dice que es imposible. Nos levantábamos a las 3 de la mañana o antes para ir a El Eco a doblar los diarios -que había que doblarlos a mano porque en ese tiempo no salían como ahora-. Se vendía muchísimo el diario porque no había televisión y la radio la tenían unos pocos. Después, salíamos a vender. De ahí, al colegio, en aquel entonces íbamos los varones de mañana y las mujeres de tarde. No era como ahora, duró poco eso, no sé si dos años nada más. Así que vendía el diario antes de ir al colegio, salía para casa y pasaba por este club, almorzábamos, jugábamos un rato al fútbol y me iba a un taller donde mi hermano me llevaba el Nueva Era y salía de ahí a venderlos. Con ocho años hacía todo este trabajo. Después, jugábamos al fútbol de nuevo, ya de noche bajo el foco de la esquina, nos pegábamos una lavada en una bomba que había en el patio de casa, comíamos, nos acostábamos y otra vez nos levantábamos a la madrugada para ir a vender diarios. Pero era hermoso, disfrutábamos de eso.
-¿Recuerda alguna anécdota de esos tiempos?
-Me acuerdo de muchos chicos que hoy son grandes con quienes nos juntábamos en la Plaza Independencia esperando a que salga Nueva Era. Se armaba cada pelea, recuerdo al “Gringo” Pintore. Los muchachos de Villa Italia que eran la contra con los de acá. Los chicos Valentini, Falcón, Pedersen, Barragán, todos diarieros. Del barrio éramos como 20. Veníamos todos juntos a vender diarios, todo sano. No había lo que hoy hay, ni drogas ni alcohol. Eramos todos sanos. También en el barrio armábamos equipos de fútbol y jugábamos contra otro barrio. Hoy somos todos viejos pero amigos.
-Me acuerdo de muchos chicos que hoy son grandes con quienes nos juntábamos en la Plaza Independencia esperando a que salga Nueva Era. Se armaba cada pelea, recuerdo al “Gringo” Pintore. Los muchachos de Villa Italia que eran la contra con los de acá. Los chicos Valentini, Falcón, Pedersen, Barragán, todos diarieros. Del barrio éramos como 20. Veníamos todos juntos a vender diarios, todo sano. No había lo que hoy hay, ni drogas ni alcohol. Eramos todos sanos. También en el barrio armábamos equipos de fútbol y jugábamos contra otro barrio. Hoy somos todos viejos pero amigos.
Y llegó la gastronomía
-¿Cómo y cuándo comenzó con la gastronomía?
-Empecé en el Club Defensores de Belgrano, se iniciaba el club y me iniciaba yo porque mi papá agarró la cantina de ahí. Luego, pasé al Club Hípico, de ahí al Club Independiente donde estuve 10 años trabajando. Después, pasé a la confitería Rex como encargado y también teníamos Bonanza. Luego fui a Jonny y de ahí me salió la oportunidad de comprar Atila, una confitería de aquel tiempo, donde estuve unos cuantos años. En simultáneo, tomé la concesión del Club Santamarina y me fue bien. Tenía muchos empleados, trabajábamos mucho. De ahí pasé al Club Ferro, donde estuve durante casi 4 años. Después, puse un comercio de juegos electrónicos y de pool en el centro y me vinieron a buscar del Club Uncas. Estando allí, agarré por cuenta mía Defensores de Belgrano y después el Club Defensa. Y llegué a tener la concesión de estos dos y Santamarina que me vinieron a buscar de nuevo.
-Empecé en el Club Defensores de Belgrano, se iniciaba el club y me iniciaba yo porque mi papá agarró la cantina de ahí. Luego, pasé al Club Hípico, de ahí al Club Independiente donde estuve 10 años trabajando. Después, pasé a la confitería Rex como encargado y también teníamos Bonanza. Luego fui a Jonny y de ahí me salió la oportunidad de comprar Atila, una confitería de aquel tiempo, donde estuve unos cuantos años. En simultáneo, tomé la concesión del Club Santamarina y me fue bien. Tenía muchos empleados, trabajábamos mucho. De ahí pasé al Club Ferro, donde estuve durante casi 4 años. Después, puse un comercio de juegos electrónicos y de pool en el centro y me vinieron a buscar del Club Uncas. Estando allí, agarré por cuenta mía Defensores de Belgrano y después el Club Defensa. Y llegué a tener la concesión de estos dos y Santamarina que me vinieron a buscar de nuevo.
-¿Cómo hacía para arreglárselas con todo?
-Con empleados, todavía se podía. Hoy es más difícil, si hubiese más trabajo… Pero mal no me ha ido, no me quejo.
-Con empleados, todavía se podía. Hoy es más difícil, si hubiese más trabajo… Pero mal no me ha ido, no me quejo.
-¿Trabajaba de noche o de día?
-En los dos turnos pero casi siempre en la noche. En los últimos 50 años me habré acostado, no sé, diez días antes de las 12 de la noche, mi trabajo siempre fue como el murciélago, nocturno.
-En los dos turnos pero casi siempre en la noche. En los últimos 50 años me habré acostado, no sé, diez días antes de las 12 de la noche, mi trabajo siempre fue como el murciélago, nocturno.
-Es decir que su mujer ya lo conoció así…
-Sí, ella trabajó conmigo muchos años. En 2001, cuando el país se caía, decidimos poner una verdulería y hoy es un mercadito en Rivadavia y Sarmiento.
-Sí, ella trabajó conmigo muchos años. En 2001, cuando el país se caía, decidimos poner una verdulería y hoy es un mercadito en Rivadavia y Sarmiento.
-Se puede decir que es toda una vida dedicada a esto…
-Sí, llevo casi 53 años en esto. Son unos años, ¿no?
-Sí, llevo casi 53 años en esto. Son unos años, ¿no?
-¿Puede ser que sus hermanos también se dedicaran a la gastronomía?
-Sí, mis hermanos Carlitos que falleció y Miguel vendieron diarios y después también se dedicaron a esto. En total fuimos 11 hermanos pero de chicos quedamos nueve, 8 varones y 1 mujer. Y en un momento, hacia el año 1980 los ocho hacíamos el mismo trabajo. El más chico tiene una panchería, otro que está en el sur haciendo lo mismo que nosotros. Prácticamente, todos hemos sido gastronómicos, no de primera, pero sí gastronómicos.
-Sí, mis hermanos Carlitos que falleció y Miguel vendieron diarios y después también se dedicaron a esto. En total fuimos 11 hermanos pero de chicos quedamos nueve, 8 varones y 1 mujer. Y en un momento, hacia el año 1980 los ocho hacíamos el mismo trabajo. El más chico tiene una panchería, otro que está en el sur haciendo lo mismo que nosotros. Prácticamente, todos hemos sido gastronómicos, no de primera, pero sí gastronómicos.
Los inicios en
el Boca Juniors
el Boca Juniors
-¿De qué manera y cuándo llegó al Club Atlético Boca Juniors?
-Antes de llegar acá (por el Club Boca) estuve en el Casino también, con mi hermano Ruben (Chupete) y después puse un café en el centro, pegado a la tienda La Capital. Se llamaba Excelens y de ahí me fui a una pizzería en Saavedra y Marconi. Y después vine para el club y acá llevo casi 17 años, vine por un año y me quedé pegado. No me he podido mover de acá pero me encanta, es lo que me gusta.
-Antes de llegar acá (por el Club Boca) estuve en el Casino también, con mi hermano Ruben (Chupete) y después puse un café en el centro, pegado a la tienda La Capital. Se llamaba Excelens y de ahí me fui a una pizzería en Saavedra y Marconi. Y después vine para el club y acá llevo casi 17 años, vine por un año y me quedé pegado. No me he podido mover de acá pero me encanta, es lo que me gusta.
-¿Cómo fueron esos inicios?
-Cuando yo llegué el club trabajaba relativamente poco, tenía poquita gente. Eran los tradicionales del club pero hoy lamentablemente no viene ninguno porque si alguno vive, está muy viejito, y los demás se fueron. Yo empecé con las agrupaciones en el año 1995, una de mis hijas terminaba el secundario y empezó a traerme a sus compañeros, hacían reuniones de agrupaciones, torneos de truco y de ahí se empezó a fomentar el tema de los jóvenes. Hoy por hoy el 99 por ciento de la gente que viene son jóvenes universitarios.
-Cuando yo llegué el club trabajaba relativamente poco, tenía poquita gente. Eran los tradicionales del club pero hoy lamentablemente no viene ninguno porque si alguno vive, está muy viejito, y los demás se fueron. Yo empecé con las agrupaciones en el año 1995, una de mis hijas terminaba el secundario y empezó a traerme a sus compañeros, hacían reuniones de agrupaciones, torneos de truco y de ahí se empezó a fomentar el tema de los jóvenes. Hoy por hoy el 99 por ciento de la gente que viene son jóvenes universitarios.
-Y hoy en día, ¿viene siempre la misma gente?
-Clientes de todos los días muy pocos pero sí tengo una clientela muy extensa. Yo digo que debo tener más de mil pero hoy vienen 20, mañana 10, pasado vienen 40. Todos los días ves gente y no siempre son las mismas caras. Los jóvenes pasan todos por acá, el fernet-cola que sirvo yo no lo sirve nadie así que se corre la bolilla. Vienen chicos de Capital Federal o de Mar del Plata a tomar un fernet-cola que le recomendaron. Hasta de Córdoba y dos por tres viene alguien que trae algún cordobés que quiere probar el fernet-cola que yo preparo. No lo sirven en ningún lado, a veces me dicen “lo quiero hacer como vos y no me sale”, pero es algo intuitivo. Y además está hecho con amor que es lo más importante porque las comidas hechas con amor son exquisitas. Le ponés lo mismo a alguien que no te quiere y vos sabés que la comida no está rica, y con la bebida es igual.
–
Dos clásicos
de “Horacito”
-Clientes de todos los días muy pocos pero sí tengo una clientela muy extensa. Yo digo que debo tener más de mil pero hoy vienen 20, mañana 10, pasado vienen 40. Todos los días ves gente y no siempre son las mismas caras. Los jóvenes pasan todos por acá, el fernet-cola que sirvo yo no lo sirve nadie así que se corre la bolilla. Vienen chicos de Capital Federal o de Mar del Plata a tomar un fernet-cola que le recomendaron. Hasta de Córdoba y dos por tres viene alguien que trae algún cordobés que quiere probar el fernet-cola que yo preparo. No lo sirven en ningún lado, a veces me dicen “lo quiero hacer como vos y no me sale”, pero es algo intuitivo. Y además está hecho con amor que es lo más importante porque las comidas hechas con amor son exquisitas. Le ponés lo mismo a alguien que no te quiere y vos sabés que la comida no está rica, y con la bebida es igual.
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Dos clásicos
de “Horacito”
-El fernet-cola y el sándwich de milanesa de acá son famosos…
-Sí, adquirieron fama. Vienen exclusivamente a eso, de hecho, en la semana dos veces me pasa. Gente que no vi nunca viene a pedir un sándwich y fernet-cola, parece que ha trascendido las fronteras (risas).
-Sí, adquirieron fama. Vienen exclusivamente a eso, de hecho, en la semana dos veces me pasa. Gente que no vi nunca viene a pedir un sándwich y fernet-cola, parece que ha trascendido las fronteras (risas).
-¿Los fines de semana se llena?
-Sí, vienen muchos chicos y chicas, hay días que son más mujeres que varones. En los años que llevo jamás tuve que llamar a la policía porque hubo un problema. Sí, a lo mejor, me han roto algún vidrio pero yo echo a mucha gente.
-Sí, vienen muchos chicos y chicas, hay días que son más mujeres que varones. En los años que llevo jamás tuve que llamar a la policía porque hubo un problema. Sí, a lo mejor, me han roto algún vidrio pero yo echo a mucha gente.
-¿Cómo han sido esos momentos de tener que echar a alguien del lugar? Debe ser difícil esa situación…
-La gente, no importa quién sea, reacciona según como uno le habla. Le hablás con respeto y no puede reaccionar mal. Más de 200 personas seguro que eché. Y de esos 200, 190 me ven en la calle y me saludan, algunos con un beso, otros con la mano. Saben que no pueden entrar acá pero no están enojados conmigo porque saben que tengo razón.
-La gente, no importa quién sea, reacciona según como uno le habla. Le hablás con respeto y no puede reaccionar mal. Más de 200 personas seguro que eché. Y de esos 200, 190 me ven en la calle y me saludan, algunos con un beso, otros con la mano. Saben que no pueden entrar acá pero no están enojados conmigo porque saben que tengo razón.
-¿Es verdad que ha ido a las casas de los clientes al otro día?
– Sí, he tenido que ir alguna que otra vez a hablarles bien para que me entiendan. En el trabajo, en la calle o en la casa, lo agarrás y le charlás bien. Después te saludan muy bien. Ojo, chicos, chicas, señoras, de todo. Y no entran más, en eso no soy elástico, soporto hasta cierto punto, le hablo y le doy una oportunidad y si sigue, no viene más. Y me da resultado porque sale uno malo y vienen dos buenos.
– Sí, he tenido que ir alguna que otra vez a hablarles bien para que me entiendan. En el trabajo, en la calle o en la casa, lo agarrás y le charlás bien. Después te saludan muy bien. Ojo, chicos, chicas, señoras, de todo. Y no entran más, en eso no soy elástico, soporto hasta cierto punto, le hablo y le doy una oportunidad y si sigue, no viene más. Y me da resultado porque sale uno malo y vienen dos buenos.
-¿Por qué considera que usted se ha hecho famoso en Tandil?
-Porque tengo una clientela muy grande, todos han pasado por acá. Les muestro una revista que tiene un aviso que dice “si no probaste el sándwich de milanesa y el fernet del Boca no sos de Tandil”. Y de eso hace 10 años. Esta revista la hacía una chica que estudiaba en la universidad y vino hará un mes con el esposo y me pidió un fernet-cola y un sándwich. Entonces, le puse la revista al lado y le dije “¿Te acordás?”, y me dijo “no me diga, no lo puedo creer”.
-Porque tengo una clientela muy grande, todos han pasado por acá. Les muestro una revista que tiene un aviso que dice “si no probaste el sándwich de milanesa y el fernet del Boca no sos de Tandil”. Y de eso hace 10 años. Esta revista la hacía una chica que estudiaba en la universidad y vino hará un mes con el esposo y me pidió un fernet-cola y un sándwich. Entonces, le puse la revista al lado y le dije “¿Te acordás?”, y me dijo “no me diga, no lo puedo creer”.
Las anécdotas
-¿Puede ser que Carlos Menem le deba plata?
-Sí, Menem se fue debiéndome plata a mí. Iba al Club Santamarina todos los días, yo tenía el buffet. Iba, jugaba al ajedrez, charlaba. El estaba preso pero podía moverse dentro de la ciudad pero si salía, tenía que avisar. Siempre tenía un Ford Falcon verde custodiándolo. Si quería salir, tenía que pedir permiso pero al club iba todos los días. “Don Pancho” Mistalli que era el presidente del club cuando Menem no me pagaba, me lo pagaba él. Y le había conseguido un pase para el Cine Alfa también. Y después “Don Pancho” se enfermó, Menem siguió yendo y consumiendo, y un día lo trasladaron así que no me pagó. Se fue debiéndome plata, no mucho pero… Más me sacó cuando era presidente porque con la política de él fuimos todos para atrás.
-Y tiene otra anécdota con Menem… ¿Es cierto?
-Claro, él se fue debiéndome plata en el año ‘80 y después en el ‘88 volví al Santamarina. Y el primer día que empiezo Menem venía en campaña al gimnasio. Después del discurso, cuando iba saliendo me vio que estaba en la cantina. Y entró: “Hermano, vos todavía acá”, pero no se acordó que me debía plata. Me saludó a mí y a mi mujer… Los custodios tenían que salir por Yrigoyen y él se mandó a la confitería con nosotros… Pero qué casualidad, justo cuando yo empezaba, él había venido a hacer campaña.
-Claro, él se fue debiéndome plata en el año ‘80 y después en el ‘88 volví al Santamarina. Y el primer día que empiezo Menem venía en campaña al gimnasio. Después del discurso, cuando iba saliendo me vio que estaba en la cantina. Y entró: “Hermano, vos todavía acá”, pero no se acordó que me debía plata. Me saludó a mí y a mi mujer… Los custodios tenían que salir por Yrigoyen y él se mandó a la confitería con nosotros… Pero qué casualidad, justo cuando yo empezaba, él había venido a hacer campaña.
-¿Y otras figuras que hayan pasado por acá?
-No me acuerdo pero acá viene un chico que es la réplica de Del Potro. Y es tan parecido que alguna vez le han pedido autógrafos y todo acá. Lo hacemos pasar por Del Potro y él se divierte. (Risas). Una chica decía: “no puedo creer que Juan Martín me haya firmado un autógrafo”. Y como esas, hacemos muchas todos los días.
-No me acuerdo pero acá viene un chico que es la réplica de Del Potro. Y es tan parecido que alguna vez le han pedido autógrafos y todo acá. Lo hacemos pasar por Del Potro y él se divierte. (Risas). Una chica decía: “no puedo creer que Juan Martín me haya firmado un autógrafo”. Y como esas, hacemos muchas todos los días.
-¿Algún personaje inolvidable?
-Sí, el “Colita”. No recuerdo el nombre. Entró afónico en el Rex y le pregunté qué le pasaba pero quería hablar y no podía. Le preparé un té pero de coñac, no con agua, calentado a vapor y un saquito de té. Se lo tomó y empezó a transpirar muchísimo, y eso no es nada. Al ratito le empezó a hacer efecto y empezó a recuperar la voz. “Qué bueno ese té, me voy a tomar otro”, dijo, le hicimos otro. Recuperó la voz pero perdió el tranco porque cuando salió, hacía frío y al rato vino uno a decirnos que “Colita” estaba tirado en la vereda, sentado. Llegó hasta ahí y no podía caminar más. (Risas). Se tomó dos tazas de coñac hirviendo…
-Sí, el “Colita”. No recuerdo el nombre. Entró afónico en el Rex y le pregunté qué le pasaba pero quería hablar y no podía. Le preparé un té pero de coñac, no con agua, calentado a vapor y un saquito de té. Se lo tomó y empezó a transpirar muchísimo, y eso no es nada. Al ratito le empezó a hacer efecto y empezó a recuperar la voz. “Qué bueno ese té, me voy a tomar otro”, dijo, le hicimos otro. Recuperó la voz pero perdió el tranco porque cuando salió, hacía frío y al rato vino uno a decirnos que “Colita” estaba tirado en la vereda, sentado. Llegó hasta ahí y no podía caminar más. (Risas). Se tomó dos tazas de coñac hirviendo…
-Otra anécdota…
-Venía un hombre que tomaba vino, el “sordo”, hace bastante que no viene, y le cambié el vaso de vino por gaseosa. Y lo tomó con tantas ganas que no se dio cuenta que estaba tomando gaseosa y no vino. Y entonces, les comenté a los que estaban en la barra que el sordo estaba tomando. Venía y tomaba un trago, y se iba. Hasta que se dio cuenta y me dijo “no me diga que estoy tomando Coca Cola”. El que toma mucho, toma cualquier cosa y no se da cuenta. O cuando estaba en Defensores de Belgrano, yo era pibe todavía, había un señor Bacari que siempre iba y tomaba ginebra y la acompañaba con una copita de agua. Y le puse los dos vasos con agua para hacerle un chiste y se tomó los dos vasos y no se dio cuenta que los dos eran de agua. Pero anécdotas hay todos los días…
-Venía un hombre que tomaba vino, el “sordo”, hace bastante que no viene, y le cambié el vaso de vino por gaseosa. Y lo tomó con tantas ganas que no se dio cuenta que estaba tomando gaseosa y no vino. Y entonces, les comenté a los que estaban en la barra que el sordo estaba tomando. Venía y tomaba un trago, y se iba. Hasta que se dio cuenta y me dijo “no me diga que estoy tomando Coca Cola”. El que toma mucho, toma cualquier cosa y no se da cuenta. O cuando estaba en Defensores de Belgrano, yo era pibe todavía, había un señor Bacari que siempre iba y tomaba ginebra y la acompañaba con una copita de agua. Y le puse los dos vasos con agua para hacerle un chiste y se tomó los dos vasos y no se dio cuenta que los dos eran de agua. Pero anécdotas hay todos los días…
El antes y
el después
el después
-¿Qué diferencia ve del Club Boca de antes y el de hoy?
-Es muy distinto porque antes una mujer no entraba acá. Era un lugar exclusivo de hombres. Y hoy entra una mujer sola o un grupo de chicas y no hay ningún problema. También cambió la sociedad un poco…
-¿Qué obstáculos se le presentaron en su trayectoria?
-Un obstáculo mío fue cuando tenía Atila, en la época del proceso militar, pegado a donde estaba vivía un abogado con la mamá y les molestaban los ruidos. Entonces, venían las autoridades y me hacían actas todos los días. Y consecuencia de eso lo tuve que cerrar porque iban tanto los inspectores, la policía, del Ejército… te hacían prender las luces, muchas veces tres veces en la misma noche. Igual, trabajaba muy bien.
-Es muy distinto porque antes una mujer no entraba acá. Era un lugar exclusivo de hombres. Y hoy entra una mujer sola o un grupo de chicas y no hay ningún problema. También cambió la sociedad un poco…
-¿Qué obstáculos se le presentaron en su trayectoria?
-Un obstáculo mío fue cuando tenía Atila, en la época del proceso militar, pegado a donde estaba vivía un abogado con la mamá y les molestaban los ruidos. Entonces, venían las autoridades y me hacían actas todos los días. Y consecuencia de eso lo tuve que cerrar porque iban tanto los inspectores, la policía, del Ejército… te hacían prender las luces, muchas veces tres veces en la misma noche. Igual, trabajaba muy bien.
-¿Y qué desafíos se le presentaron?
-¿Desafíos? Todos los días son un desafío. Lo bueno que a mí me pasó siempre es que cuando apuesto a mí me tengo confianza. A lo mejor no juego a la quiniela porque no depende de mí pero cuando sí, es un desafío y me tengo fe. Hemos tenido reveces, muchos, pero tengo la suerte de que tengo una esposa, una compañera tremenda, una luchadora que me ha acompañado siempre y por eso salimos al frente, gracias a Dios. No nos podemos quejar.
-¿Desafíos? Todos los días son un desafío. Lo bueno que a mí me pasó siempre es que cuando apuesto a mí me tengo confianza. A lo mejor no juego a la quiniela porque no depende de mí pero cuando sí, es un desafío y me tengo fe. Hemos tenido reveces, muchos, pero tengo la suerte de que tengo una esposa, una compañera tremenda, una luchadora que me ha acompañado siempre y por eso salimos al frente, gracias a Dios. No nos podemos quejar.
-Además, muchos cambios…
-Sí, tuvimos épocas lindas y otras difíciles. Fueron más las difíciles que las lindas pero uno al no bajar los brazos, siempre tiene posibilidades.
-Sí, tuvimos épocas lindas y otras difíciles. Fueron más las difíciles que las lindas pero uno al no bajar los brazos, siempre tiene posibilidades.
Un positivo balance
-Después de tantos años y pasos por los clubes, ¿qué evaluación haría?, ¿cambiaría de profesión?
-Lo pienso, en una oportunidad lo intenté y me duró tres meses porque tuve que volver a hacer lo mismo. No me hayo en otra cosa… En algún momento tengo que cambiar, es decir, retirarme de esto porque los años van pasando y te van minando. Además de los clubes que mencioné, estuve también en el Club Rivadavia, en Defensas, Defensores de Belgrano, casi todos…
-Lo pienso, en una oportunidad lo intenté y me duró tres meses porque tuve que volver a hacer lo mismo. No me hayo en otra cosa… En algún momento tengo que cambiar, es decir, retirarme de esto porque los años van pasando y te van minando. Además de los clubes que mencioné, estuve también en el Club Rivadavia, en Defensas, Defensores de Belgrano, casi todos…
-Y si mira para atrás… ¿Está feliz de la vida que tuvo?
-Sí, la verdad es que me siento realizado, no tengo nada de qué quejarme porque no me ha ido mal.
-Sí, la verdad es que me siento realizado, no tengo nada de qué quejarme porque no me ha ido mal.
-¿Se lleva amigos de este trabajo?
-Sí, muchos. Pero los amigos en serio se cuentan con los dedos de la mano. Yo voy por la calle y me conocen todos, a veces no los conozco porque ya no veo como antes pero a mí me conoce más de medio Tandil.
-Sí, muchos. Pero los amigos en serio se cuentan con los dedos de la mano. Yo voy por la calle y me conocen todos, a veces no los conozco porque ya no veo como antes pero a mí me conoce más de medio Tandil.
-Usted que ha trabajado en tantos clubes, ¿cuál es su preferido?
-Yo soy hincha de Independiente porque fue donde pasé mi adolescencia y fue hermoso, un tiempo bueno para nosotros. Ganábamos buen dinero, disfrutábamos gastándolo pero a este club le debo mucho porque son muchos años que llevo acá y me retiraré acá. Este club yo lo voy a seguir defendiendo a muerte porque es parte de mi vida. Soy integrante de la comisión directiva también así que el día que me retire de la cantina no me voy a retirar del club. A este club lo amo, me ha dado satisfacciones enormes, me permitió poder trabajar y que mis hijos estudien así que es parte de mi vida. No me veo fuera del club, así no esté en la cantina no me veo fuera. Yo respiro este aire y estoy en lo mío.
-Yo soy hincha de Independiente porque fue donde pasé mi adolescencia y fue hermoso, un tiempo bueno para nosotros. Ganábamos buen dinero, disfrutábamos gastándolo pero a este club le debo mucho porque son muchos años que llevo acá y me retiraré acá. Este club yo lo voy a seguir defendiendo a muerte porque es parte de mi vida. Soy integrante de la comisión directiva también así que el día que me retire de la cantina no me voy a retirar del club. A este club lo amo, me ha dado satisfacciones enormes, me permitió poder trabajar y que mis hijos estudien así que es parte de mi vida. No me veo fuera del club, así no esté en la cantina no me veo fuera. Yo respiro este aire y estoy en lo mío.
-Todos cuando llegan se sientan en la barra con usted…
-Sí, la barra es todo. Yo casi no salgo al salón, ando muy poco porque impuse una modalidad que a mí me es cómoda y por lo visto a la gente no le desagrada. Yo trabajo a gusto.
-Sí, la barra es todo. Yo casi no salgo al salón, ando muy poco porque impuse una modalidad que a mí me es cómoda y por lo visto a la gente no le desagrada. Yo trabajo a gusto.
-Debaten sobre fútbol seguramente, ¿qué charlas surgen acá?
-De todo, más que nada de fútbol. Cargamos siempre a alguien, le ponemos sobrenombres. Tenemos algún personaje que siempre lo cargamos porque sabemos que se enoja. Pero la pasamos bien porque estoy hasta tarde, siempre cierro pero queda gente adentro con la que nos quedamos charlando. No me quejo, me gusta lo que hago y no me veo sin hacer esto.*
-De todo, más que nada de fútbol. Cargamos siempre a alguien, le ponemos sobrenombres. Tenemos algún personaje que siempre lo cargamos porque sabemos que se enoja. Pero la pasamos bien porque estoy hasta tarde, siempre cierro pero queda gente adentro con la que nos quedamos charlando. No me quejo, me gusta lo que hago y no me veo sin hacer esto.*
DESTACADOS:
“Todos los días son un desafío”.
“Todos los días son un desafío”.
“El Club Atlético Boca Juniors lo voy a seguir defendiendo a muerte porque es parte de mi vida”.
“No me veo fuera del club, yo respiro este aire y estoy en lo mío”.
“Tengo la suerte que poseo una compañera tremenda que me ha acompañado siempre y por eso salimos al frente”.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios