Carlos Alberto Jarque, el permanente recuerdo
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Carlos Alberto Jarque, que alguna vez fue el tandilense más famoso, dejaba esta vida para permanecer eternamente en el recuerdo de quienes lo conocimos, lo frecuentamos y lo admiramos.
De trato afable, simple y sin vueltas, supo ganarse el respeto y el afecto de muchos que sufrieron a la par de él el duro proceso que lo llevó a la muerte.
Había traspasado la barrera de los 60, pero seguía siendo Carlitos.
El mismo “Maní”, así bautizado porque decían que era pura cáscara cuando -aún menor de edad- aceleraba como pocos mayores.
El que hizo morder el polvo de la derrota a los más grandes motociclistas de una época de oro del deporte de las dos ruedas.
El que se consagró campeón argentino de Fórmula 4 y de Fórmula 2.
El mismo que supo de victorias en Europa y que no alcanzó la Fórmula 1 sólo por una promesa no cumplida del gobierno de turno.
Ese fue Carlos Jarque. El mejor piloto nacido en Tandil.
Pero fue algo más importante aún: nunca dejó de ser Carlitos.
Las tapas de la revista Gente, de Corsa, de Automundo, las crónicas que lo sindicaban como el futuro Fangio, el afecto y el reconocimiento del propio quíntuple, jamás le torcieron el rumbo.
Era Jarque, el campeón, para todos.
Sin embargo, también para todos era Carlitos.
Y ojalá sirva esta nota para resaltar, si es que aún se puede más, su calidad humana.
Lamentablemente hoy es muy común ver a famosos y no tan famosos flotando en nubes de vanidades que ojalá nunca se dispersen (por el bien de ellos).
Carlos Jarque fue, cuarenta años atrás, grande de veras. Famoso en realidad. Y sin embargo, nunca se lo vio negar un autógrafo, una palabra, una foto ni un consejo.
Pudiendo subirse a la montaña, siempre eligió permanecer en el llano.
Es verdad que a su lado y durante toda su carrera, en el interior y en el exterior, tuvo a un hombre que tampoco le hubiera permitido ningún desbande: su padre Juan. El mismo que hoy, superada la barrera de los 90 años, le sobrevive pese a las mil lágrimas derramadas cada día.
Carlos Alberto Jarque vive hoy en el recuerdo de sus familiares, amigos y admiradores.
Ganó más de 200 carreras, pero su humildad y su simpleza estuvieron siempre por encima del campeón.
Ese fue en realidad su mayor éxito: nunca se la creyó. Por eso todos lo quisieron. Y por eso hoy también lo recordamos con tanto sentimiento.
Que en paz descanses, Carlitos.
Más de 143 años escribiendo la historia de Tandil
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