Cartas de lectores
Mucho tiempo para criticar, poco tiempo para felicitar
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Señor Director:
Dos semanas atrás volviendo a casa de nochecita no vi un traicionero escalón y caí golpeando mi brazo izquierdo contra la piedra.
Sentía que no podía doblar el codo y el dolor se hacía más y más insoportable con el correr de los minutos.
Fui primero al Sanatorio Tandil donde me atendieron muy amablemente y me mandaron a casa con la indicación de tomar un antiinflamatorio porque era sólo un golpe. Todo esto dicho radiografía mediante.
Sin poder dormir y con el dolor en su máxima expresión, recurro a un afamado traumatólogo que me manda a hacer una resonancia de urgencia.
En Tandil hay dos resonadores. Según lo que me explicaron sólo uno servía para “resonar” mi codo Y ese justamente tenía turnos libres recién para dos días después.
Siempre amablemente las empleadas lograron acortar los tiempos y al día siguiente tuve el estudio terminado.
El médico leyó las imágenes concluyendo que sólo tenía líquido por el golpe y la inflamación era la causante del dolor.
Al cuarto día con el brazo inmóvil y el dolor ya insoportable, se me ocurrió leer el informe de la resonancia. Decía quebradura de codo.
Cansada, desorientada y sintiéndome bastante indefensa, decidí ir al Hospital público como última instancia. Tengo la suerte de contar con una buena prepaga y solemos creer que estamos mejor cubiertos porque pagamos bastante.
Me recibieron impecablemente bien, dándome la opción de atenderme por mi obra social si la tenía o gratis si no contaba con cobertura.
Me enteré ahí que es el único lugar con guardia traumatológica en Tandil. A los 5 minutos apareció un médico que me mandó a hacer una radiografía. En 5 minutos más había terminado el trámite y mi estudio ya estaba en manos del doctor que la miró por computadora como en la mejor clínica privada.
Vio las fracturas y sin dudarlo me puso el yeso correspondiente.
Viajé a capital dos días después y en Cemic, donde me atendió un especialista en miembros superiores, me dijeron que si no me hubieran colocado el yeso corría el riesgo de terminar teniendo que operarme; que no era necesario cambiarlo porque estaba impecablemente bien puesto y que el material del yeso era de primera calidad y estaba asombrado de que hubiera sido utilizado en un hospital público.
Es fácil encontrar tiempo para quejarnos y criticar cuando las cosas salen mal pero solemos no disponer de unos minutos para reconocer a quienes hacen bien las cosas.
Ese es el motivo de esta carta.
Felicitar y agradecer al Hospital municipal por haber llevado adelante una labor silenciosamente perfecta.
Y sugerirle a los que me atendieron al principio que se den una vueltita cada tanto por dicho nosocomio porque nunca es tarde para aprender a ser mejores profesionales.
Lic. Paola Gallia
DNI 17.902.754
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