Cartas de lectores
Ciudad enajenada
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Señor Director:
Más allá del fervor místico, poético y musical que este artista provoca en sus miles de seguidores, me interesa analizar qué pasó en Tandil y cuál fue la actitud de las autoridades durante los días de la multitudinaria convocatoria.
Tandil estuvo enajenada. Fue una ciudad en manos de otros y no para mejor. Miles de personas deambulando día y noche, comiendo y durmiendo a la intemperie en calles y paseos públicos. También consumiendo alcohol y otras sustancias en exceso a vista y paciencia de las autoridades, salvo en aquellos momentos en los que el estado de las personas hacía necesaria la presencia de ambulancias. Era muy difícil circular por muchos sectores de la ciudad.
Durante esos largos días se dictó un tácito decreto de “vale todo”. Venta de bebidas y alimentos en lugares no autorizados (incluso baúles de autos como improvisados despachos), sin control bromatológico, sin respeto a las restricciones de horarios de venta para las bebidas alcohólicas.
El estacionamiento fue otra de las franquicias tolerándose hacerlo incluso en las zonas parquizadas. También el caos más absoluto reinó para la disposición de residuos. Paisaje de ciudad invadida.
Por lo que leí, el Intendente se mostró satisfecho con “la respuesta de la ciudad”. ¿Tendrá pensado “regalarnos” nuevas jornadas sin reglas?
Es entendible, no hubo ni un sólo muerto ni incidentes mayores. Resultado atribuible exclusivamente al comportamiento de los visitantes, que no excedió los límites de los excesos ya señalados, y en absoluto a medidas de prevención para que nada ocurriese.
Habrá una mirada distinta que pasará por el concepto de “fiesta” y, una más, que tendrá en cuenta los aspectos recaudatorios para comerciantes y oportunistas, y también para la Municipalidad.
No son la mía. Es de desear que, en caso de repetirse visitas de estas características, desde Tandil mostremos que somos capaces de conjugar hospitalidad y civilización.
Claudio I. Ribero
DNI 8.354.967
cribero@gmail.com
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