Cómo hizo Ingrid Betancourt para superar los más de seis años que permaneció secuestrada
La ex candidata presidencial colombiana, secuestrada por la guerrilla de las FARC el 23 de febrero de 2002, fue rescatada el pasado 2 de julio en una operación encubierta del Ejército colombiano, que aunque produjo polémica por el uso indebido de símbolos de la Cruz Roja, no termina de ser aplaudida.
Lo primeros días de libertad fueron muy intensos para la política, que al menos en público no ha dicho con detalles qué piensa de su futuro. Las entrevistas en radio, televisión y prensa escrita se sucedieron una tras otra y poco a poco Colombia y el mundo fueron testigos de su paulatina recuperación física.
Sin embargo, el interés mediático por quien fuera el símbolo del secuestro en un país azotado por el conflicto armado interno fue disminuyendo y eso le sirvió para sentir la verdadera libertad lejos de cámaras y micrófonos.
Poco después de su rescate, Betancourt mantuvo una intensa agenda de actividades en Francia, país del cual también es nacional, pero en los últimos días casi nada de supo de ella.
Medios franceses, revelaron que la ex candidata presidencial del Partido Verde Oxígeno pasó su primer verano boreal en libertad en la islas Seychelles junto con sus hijos Melanie y Lorenzo, de su primer matrimonio con el diplomático francés Fabrice Delloye.
Betancourt residió allí en los años 80 con su esposo de entonces y seguramente revivió recuerdos y puso la mente en orden para planificar el futuro.
Si los detalles de lo que hará con su vida política se mantienen en misterio, los secretos son mayores en asuntos personales como la relación con su actual esposo, el publicista Juan Carlos Lecompte, con quien ha compartido muy poco desde su liberación.
Tampoco se sabe si ha logrado restablecer completamente la amistad con Clara Rojas, su ex fórmula a la vicepresidencia y compañera de secuestro, con quien se distanció estando en cautiverio por razones sobre las que no ha profundizado.
Pletórica de dicha, Betancourt agradeció al Ejército colombiano su rescate y el de otros 14 rehenes, y destacó la gestión que en materia de seguridad ha hecho el presidente Álvaro Uribe, aunque su familia responsabilizó muchas veces al gobierno por la falta de un acuerdo con la guerrilla para un eventual canje de secuestrados por rebeldes presos.
Tres estadounidenses que fueron liberados ese mismo día retornaron a su país pocas horas después, mientras que 11 policías y militares que estaban en el mismo campamento guerrillero han mantenido su presencia en los medios por su participación en actividades públicas.
Betancourt debe reaparecer mañana lunes en un encuentro en el Vaticano con el papa Benedicto XVI, dos meses después de una de las operaciones más intrépidas que haya realizado el Ejército colombiano.
Doce militares, miembros de un comando de élite que se preparó por varias semanas, lograron hacer creer a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que pertenecían a un organismo humanitario que llevaría a los 15 rehenes a otro campamento donde supuestamente estaba el jefe del grupo guerrillero, “Alfonso Cano”.
Los rebeldes encargados de la custodia cayeron en la trampa y los entregaron. Dos de ellos abordaron un helicóptero militar, cuyos colores fueron cambiados, dentro del cual quedaron en condición de detenidos.
Después de la euforia inicial, Uribe tuvo que disculparse ante la Cruz Roja por el uso de un emblema por parte de un oficial que participó en la operación, aunque hace poco dijo que está dispuesto a perdonarlo (no recibió una condecoración entregada a sus compañeros) si dice la verdad de lo que ocurrió en el rescate, pues inicialmente dijo que se puso el emblema al sentir miedo.
Los colombianos esperan que Betancourt regrese pronto al país para despejar su futuro político, en medio de especulaciones en el sentido de que puede sumarse a la coalición de gobierno o a la oposición. Los rumores siguen sin aclarase en medio de su silencio.
Mientras tanto, centenares de personas visitan en un centro de exposiciones de Bogotá el helicóptero utilizado en el rescate, todavía pintado de blanco y anaranjado, pues está de moda tomarse una foto en el asiento que ocupó Betancourt.
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