Con luces y sombras, el Congreso volvió a ser protagonista en democracia
El Congreso de la Nación, órgano democrático por antonomasia, fue en los últimos 25 años protagonista de muchas de las mejores pero también de las peores páginas escritas por la sociedad en su intento de construir una República moderna, que dejase atrás décadas de gobiernos civiles débiles y golpes de Estado.
Tras el regreso de la democracia, la primera ley aprobada por el Congreso fue un proyecto enviado por el presidente Raúl Alfonsín, por el cual se declaró nula la autoamnistía dictada por el gobierno militar ?una de sus promesas básicas de campaña-, lo cual abrió la puerta al juzgamiento de los responsables de violaciones a los derechos humanos.
Pero este delicado tema no iba a ser solucionado tan fácilmente, y con el correr de los años y al vaivén de las contingencias políticas, el Poder Legislativo dictó una serie de normas contradictorias, incluyendo las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que fueron derogadas por el Congreso durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Alfonsín carecía de una mayoría propia en el Senado ?ámbito dominado por el peronsmo-, ypagó cara esa falencia, al igual que su correligionario Fernando de la Rúa a partir de 1999.
A pocos días de asumir, el mandatario radical sobreestimó su fuerza e impulsó un proyecto deley para incluir a las minorías en las conducciones de los gremios, con los que estaba enfrentado desde que en la campaña electoral denunciara el supuesto “pacto sindical-militar”.
Esta iniciativa aglutinó al justicialismo y a sus aliados, y si bien el proyecto fue aprobado en Diputados, se cayó en el Senado por un solo voto, el del senador del MPN neuquino Elías Sapag, que estuvo en duda hasta último momento.
En cambio, Alfonsín pudo introducir cambios en la legislación en materia social, que fueron bien recibidos por la gente, como la instauración de la patria potestad compartida y el divorcio vincular.
Con la llegada de Carlos Menem a la Presidencia se produciría un cambio profundo de muchos paradigmas, en varios casos impensables para un gobierno peronista, como las privatizaciones de las empresas públicas.
Durante su gestión, se sancionó la ley de cupo femenino, que tendría profundo impacto en la conformación del Congreso, dándoles a las mujeres un protagonismo político inédito.
Otro cambio importante que impulsó Menem fue aumentar el número de integrantes de la Corte Suprema de Justicia a nueve, generando lo que se denominó “la mayoría automática”, debido a que en la mayoría de los casos polémicos los votos de los nuevos jueces solía coincidir con los intereses del gobierno.
Al igual que otras iniciativas de esa época -como está sucediendo ahora con la creación del sistema de jubilación privada-, fue revertida durante el gobierno de los Kirchner, y ahora el Tribunal Supremo cuenta con siete miembros.
El deseo de Menem de conseguir la reelección hizo que impulsara una reforma constitucional que fue consensada con el líder radical, Raúl Alfonsín, en el llamado Pacto de Olivos.
La modificación de la Carta Magna, además de habilitar a Menem a un segundo mandato, introdujo un cambio sustancial en el Congreso, al introducir la elección directa de los senadores, incorporando a un tercer legislador por provincia, en representación de la primera minoría.
Esta fue una demanda de los radicales para achicar la amplia brecha que lo separaba del PJ en la Cámara Alta, pero no impidió que el peronismo siguiera siendo allí la fuerza mayoritaria.
En marzo de 1991 se aprobó la ley de Convertibilidad, la de mayor trascendencia económica dictada durante los 25 años de democracia, que permitió estabilizar el peso en una relación uno a uno durante varios años, pero que para algunos fue la causa de la gran crisis de 2001.
Con la llegada de la Alianza al poder se produjo una compleja situación política en el Congreso, donde el nuevo oficialismo sufría las contradicciones de los radicales y frepasistas, en
tanto el peronismo se atrincheraba en el Senado, donde mantenía la
mayoría.
El intento de aprobar una ley de flexibilización laboral derivó en una crisis que desembocó en la renuncia del vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez, titular de la Cámara de Senadores.
Durante la crisis económica, el Gobierno impulsó la ley de intangibilidad de los depósitos bancarios, la cual tiempo después demostró ser apenas una expresión de deseos.
En el gobierno de De la Rúa se efectuaron delegaciones de algunas de las atribuciones del Poder Legislativo al Ejecutivo, tendencia que se acentuaría durante los posteriores gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.
El 20 de diciembre de 2001 el Congreso recibió la renuncia de De la Rúa, y a partir de ese momento se sucedieron días de vértigo, en los que el Parlamento tuvo la responsabilidad de encauzar una crisis política inédita, que tuvo como marca insólita el récord de que se sucedieran cinco presidentes en poco más de una semana.
Durante la breve gestión de Adolfo Rodríguez Saá, la Asamblea Legislativa avaló aplaudiendode pie la moratoria de la deuda externa que lanzó el ex gobernador de San Luis, y cuyas consecuencias aún no fueron totalmente resueltas.
Con la llegada de Duhalde al Gobierno, el Congreso derogó la convertibilidad y se pesificaron los depósitos bancarios en moneda extranjera, en un intento de encaminar la economía y salir de la recesión en que se había caído.
Otra etapa de drásticos cambios se inició con la presidencia de Néstor Kirchner, quien comenzó a reestatizar algunos servicios públicos privatizados por Menem, ejerciendo un férreo control
sobre los diputados y senadores propios.
Se inició una época en la que el Congreso fue tildado de “escribanía” del Gobierno, por la voluntad del oficialismo de sancionar los proyectos de ley tal como llegaban del Ejecutivo, y raramente permitiendo cambios en el texto.
Con Cristina Kirchner continuó esa tendencia, pero pese a contar en el Senado con una amplia mayoría propia, la Cámara Alta fue el escenario de la mayor derrota legislativa que haya experimentado un gobierno en el último cuarto de siglo.
El duro conflicto con el campo por la Resolución 125 le provocó al kirchnerismo una sangría de senadores que colocó al vicepresidente Julio Cobos en el centro del escenario político, cuando en una histórica sesión pronunció su “voto no positivo”.
Las consecuencias políticas de esa inesperada acción recién se están registrando, y son el puntapié inicial del segundo cuarto de siglo de democracia continua que transita el país.
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios