En Don Bosco y Ruta 74
Con un emotivo homenaje a las 70 familias del paraje, se inauguró el monumento al Gallo
El acto se realizó en el acceso al paraje, en avenida Don Bosco y Ruta 74. La escultora Mariana Debaz restauró la obra, que era el gallo de la estancia de la familia Broli. Las autoridades municipales destacaron la importancia de reconstruir la historia de los parajes, de cara al Bicentenario.
En la mañana de ayer, se realizó un emotivo acto en el cruce de la avenida Don Bosco y la Ruta 74, con el fin de homenajear a más de 70 familias tandilenses, con la creación del monumento al Gallo, símbolo de representación e identidad para todos los vecinos del paraje.
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El proyecto fue creado e impulsado por los propios vecinos, encabezando la idea Pedro Echevarne y facilitando su ejecución a partir de la donación de 21 hectáreas. Al mismo tiempo, fue él quien extendió el pedido a Susana Knopp, sobre la posibilidad de escribir un libro que integró distintos relatos vivenciados en el paraje.
Por su parte Susana encaminó el proyecto junto a Guillermo Zambrino, y con una red de profesionales y al apoyo comprometido por parte del Municipio de Tandil, avanzaron hasta concretar lo que ayer se convirtió en un espacio de encuentro para mantener viva la memora y la identidad de más de 70 familias, tanto en el sitio donde se emplazó el monumento, como a la hora de encontrarse con los relatos plasmados en el libro.
En el acto oficial participaron autoridades municipales, provinciales y educativas. Entre ellas se encontraban la directora de Cultura Micaela Saconi, la diputada provincial Melisa Greco, los concejales Mario Civallieri, Juan Manazzoni, Juana Echezarreta y Nélida Sereno.
Por su parte, el intendente Miguel Ángel Lunghi compartió unas palabras dirigidas a los vecinos del paraje y a todos los que participaron tanto en la producción del libro como en la concreción del monumento y a lo largo de su historia: “Acá estamos celebrando nuestro pasado, celebrando nuestras mejores tradiciones, celebrando que podemos encontrarnos, estamos celebrando la vida”.
Retomando la historia relatada al inicio del acto, el Intendente valoró la propuesta y ponderó la realización de este tipo de ideas. “Conservar y respetar la memoria de lugares como este es una forma de revalorizar la historia de todo Tandil y eso es fundamental, especialmente a las puertas del Bicentenario”, dijo. Finalmente, Miguel Ángel Lunghi agradeció la invitación al evento y le dio cierre a su discurso con un cálido mensaje: “Recordar no es cosa de viejos, recordar es cosa de todos. Es una forma de respeto y es una forma de aprender, inclusive para no cometer viejos errores. Gracias de nuevo por invitarme y cuenten conmigo y mi equipo en cada oportunidad que se junten para celebrar el pasado pensando en el futuro”.
Camino a la escultura
El monumento es el resultado de una idea que se originó en los diálogos cotidianos de pareja que intercambiaban tiempo atrás Pedro Echevarne y su compañera de vida, quien falleció hace cuatro años, y en su honor, cumplió con lo pactado: “La donación fue algo que ya teníamos hablado con mi señora, que el que quedará de los dos donaría 21 hectáreas para el desarrollo agroecológico ´El Arraigo´”, relató el precursor de este emotivo proyecto.
Era de esperarse que la materialización de esta idea movilice a todos los vecinos que allí pasaron gran parte de sus vidas. Tal es así, que rápidamente se sumaron compartiendo sus relatos, que hoy se reflejan en las páginas del libro recientemente presentado.
Susana Knopp y Guillermo Zambrino, junto a cuatro historiadoras, con mucho compromiso y dedicación, le dieron forma a este conjunto de testimonios que dejó asentada la identidad del paraje. En medio del trabajo realizado, recorriendo diferentes lugares, y en la estancia de la familia Broli apareció el gallo, un legado histórico que había estado en la casa antigua del establecimiento que lleva su nombre.
Fue entonces cuando surgió la idea de convertirlo en el monumento que estuviera en el acceso al paraje, y Nina Broli lo hizo posible, haciendo la donación en nombre de su familia al Municipio, que se encargó de su restauración, en manos de la artista Mariana Debaz.
Una vez encaminada la restauración de la pieza, en el Taller de Picapedreros seleccionaron la piedra para ser tallada. Todos estos esfuerzos aunados hacieron que ayer pudieran celebrar su inauguración y que el paraje tenga en sus puertas su símbolo, originario de estas tierras.
“Para nosotros fue un gran logro tener el libro y el monumento”, dijo Guillermo Zambrino, luego de repasar la historia detrás del monumento y el recorrido que hicieron junto a Susana Knopp para concretarlo.
“La mayoría de los presentes son los protagonistas que constituyen cada historia del libro”, agregó la autora de “Hay baile en El Gallo”, y añadió que son “más de 70 familias con historias sumamente interesantes, muy importantes, no solamente del paraje sino su historia de familia quedó plasmada en el libro”.
Rescatar el patrimonio
Por su parte, la directora de Cultura Micaela Saconi comentó cómo impacto la llegada de esta propuesta y describió el proceso iniciado en conjunto para su realización. “Hace unos meses, cuando ya tenían el libro bastante avanzado, se acercaron al Municipio para pedir colaboración con la impresión y ahí empezamos a aunar todas estas acciones para poder concretarlas”, repasó.
Saconi destacó la labor de los vecinos del paraje, y fundamentalmente la dedicación de Knopp y Zambrino: “Con todo el empuje de Susana, de Guillermo y de los vecinos, fuimos viendo todos los pasos que había que dar para llegar a este momento. Primero nos concentramos en poder terminar el libro, con la impresión, el diseño, la edición, y una vez que avanzamos con eso, hicimos la presentación en el teatro y nos quedó pendiente inaugurar. Si bien la idea original era poder hacer todo junto, el clima no acompañó, no se llegaron a hacer todas las acciones que se necesitaban para emplazar el gallo, y lo hicimos unas semanas después”.
Al igual que el Intendente, la directora de Cultura subrayó el valor de este tipo de iniciativas: “Para nosotros es importantísimo y fundamental poder llevar adelante este tipo de acciones, porque hablan de la memoria y de la identidad de los lugares y todo eso hay que rescatarlo. Es el patrimonio intangible que existe en los lugares y tenemos que buscar las maneras de trabajar con la gente del lugar para poder rescatar eso”.
Para finalizar el emotivo acto oficial de la inauguración, Alfredo Confalonieri recreó un momento histórico y junto a su nieto, plantó un árbol a metros del monumento, para continuar con el legado, ya que hace 71 años atrás, un grupo de alumnos hizo lo propio junto a la primera maestra de la Escuela 41, la señorita Simón.