Condenaron a integrantes de una gavilla que cometió un violento atraco contra una pareja

En un reciente juicio abreviado, el juez del TOC 1 Guillermo Arecha avaló el acuerdo de sentencia para los integrantes de una gavilla que cometió un grave atraco en la zona de Arroyo Seco, en febrero de 2014.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailA más datos, la Justicia resolvió condenar a Andrés Rafael Fuster, a la pena de nueve años y cinco meses de prisión, y a Jonathan David alias “El Torito” Sandoval y a Yésica Luciana Sánchez, a la pena de siete años de prisión, como autores penalmente responsables de los delitos de “Robo agravado por el uso de arma de fuego”.
Al decir del fallo, quedó acreditado que el 24 de febrero de 2014, alrededor de las 20.20, cinco personas de común acuerdo y con división de roles que respondían a un plan común, viajaron desde Necochea para constituirse en las inmediaciones de la vivienda ubicada en calle Los Sauces 285 de Tandil, haciéndolo en el vehículo marca Renault, modelo Logan, dominio MZW-138. En tales circunstancias, el conductor del vehículo aguardó en el mismo, con el motor encendido, junto a otro de los partícipes (Jonathan David Sandoval), en respaldo y a la espera de los restantes (dos masculinos y la femenina), quienes portando cada uno armas de fuego de puño, irrumpieron en la vivienda y apuntaron con las armas a los moradores Lorena María Sosa y Claudio Alberto Echevarría. Acto seguido, uno de los delincuentes tomó por la fuerza a Sosa de los cabellos, la golpeó y la tiró boca abajo al piso, a la vez que le decía: “…callate, callate, callate…”, mientras los dos restantes apuntaban al cuerpo de las víctimas con las armas.
El primero de los señalados (Andrés Rafael Fuster) fue sobre Echevarría a quien, mientras le apuntaba con el arma sobre la sien, le decía: “Ponete boca abajo, dale, ponete boca abajo, no me hagás poner nervioso, ponete boca abajo…”, “…mirá para abajo, esto es rápido, dame lo que tenés y nos vamos enseguida”. Echeverría, intimidado, accedió, se puso boca abajo no sin antes recibir del maleante un golpe en la cabeza a la vez que nuevamente le decía: “…no mirés, no mirés, no te lo digo más, no me hagás poner nervioso…”.
En la otra escena dentro del mismo episodio, la acusada Sánchez, le refería a Sosa: “…callate hija de p…, dame lo que tenés y nos vamos enseguida, no grites, no grites…”, tras lo cual ataron de manos a las víctimas con precintos plásticos.
Una vez maniatadas e inmovilizadas las víctimas, los tres individuos exigían la entrega del dinero, refiriéndoles a ambos: “…dame la plata, dónde tenés la plata…”, “…dónde está la caja, donde está la caja, dame la plata…”, determinando que Echevarría doblegara su voluntad y les indicara que el dinero se encontraba en la habitación. Así, se apoderaron de unos 20 mil pesos aproximadamente y otros objetos de valor.
La intervención policial
Se subrayó en el veredicto lo que resultó la intervención policial a los pocos minutos de sucedido el atraco, cuando los policías Mauricio Genco, Javier Gutman, Ramiro Larraburu y Betiana Giobbi, quienes dieron con uno de los asaltantes y uno de los efectivos ordenó a viva voz que arrojara el arma y levantara las manos, a lo cual el individuo hizo caso omiso, comenzando a correr por la calle Los Sauces en dirección hacia Los Tilos. Se inició la persecución a pie hasta llegar a la calle Los Tilos y luego por esta en dirección hacia la calle Los Pinos, donde a unos cincuenta metros se encontraba un automóvil estacionado en dirección a la arteria Los Sauces, el cual estaba ocupado por un conductor y otro en el asiento trasero.
Cuando el perseguido llegó hasta la puerta delantera del auto, del lado del acompañante, abrió la misma con la intención de introducirse al coche, momento en que fue alcanzado por el policía Larraburu, tomándolo desde atrás intentando impedir la fuga del mismo, mientras que el sujeto le indicaba al conductor “vamos, vamos, dale, dale para atrás” (sic). El coche emprendió la marcha hacia atrás y provocó que la puerta que se hallaba abierta golpeara al policía comenzando a arrastrarlo en la misma dirección que llevaba el vehículo, lo que determinó que para no ser arrollado el funcionario debiera liberar al individuo arrojándose a un costado sobre su espalda.
El fugado logró meterse en el auto y el conductor aceleró la marcha, siempre en reversa, hacia la calle Los Pinos. En ese instante arribaron el oficial Mauricio Genco y el sargento Gutman, quienes alumbrados con las luces largas delanteras del automóvil en fuga marcha atrás, mientras Larraburu continuaba la persecución a pie sobre el lateral izquierdo, a una distancia no mayor a diez metros aproximadamente, quien pudo advertir que el sujeto ubicado en el asiento delantero del acompañante esgrimía en su mano derecha un arma de fuego, la cual sacó por la ventanilla, en clara acción de intimidación hacia el personal policial actuante, por lo que Larraburu a viva voz ordenó al sujeto que arroje el arma y ante su omisión, con su arma reglamentaria efectuó varios disparos en dirección a las cubiertas delanteras del vehículo al igual que el sargento Gutman, logrando impactar en la cubierta delantera izquierda del coche, perdiendo su conductor el control del vehículo y, luego de pasar la calle Los Pinos, el rodado impactó con su parte trasera y lateral del lado del conductor un alambrado con ligustro, deteniendo allí su marcha.
A pesar de ello, el conductor trató de continuar la fuga hacia adelante, pero el auto comenzó a patinar con sus gomas delanteras y quedó atascado. En esa circunstancia, los policías procedieron a rodear el vehículo, ordenándoles a sus ocupantes que desciendan del mismo con las manos a la vista. Así lo hizo la persona que se encontraba en el asiento trasero y el conductor del rodado, no así el individuo que primeramente fugara y subiera en el lado del acompañante, quien se inclinó hacia el lado del conductor y arrojó el arma de fuego hacia la parte posterior del habitáculo, a la vez que lanzaba puntapiés al teniente Larraburu y al sargento Gutman tratando de impedir su aprehensión, siendo finalmente reducido y esposado.
Una vez aprehendidos se identificó a los maleantes (ahora condenados), determinándose que de los tres, quien ocupaba el asiento trasero era Jonathan David Sandoval, y quien se encontraba en el asiento delantero del lado del acompañante y que fuera visto salir del interior de la vivienda de la calle Los Sauces portando un arma de fuego en su mano, era Andrés Rafael Fuster.
La captura de la mujer
Sobre la otra detención, por lo que habían descripto las víctimas en el atraco había participado una mujer sobre la cual trazaron una descripción bastante precisa sobre su contextura física, como lo que vestía. Fue así que el subteniente Catalán al realizar un relevamiento por la zona entrevistó a una vecina quien le manifestó que minutos antes, una mujer, de las mismas características a las aportadas por Sosa y Echevarría, se presentó en su vivienda y solicitó que llamara un remís, lo que así hizo, arribando un vehículo de la agencia Terminal que trasladó a dicha mujer hasta un domicilio ubicado en la calle Las Malvinas 1800.
Teniendo en cuenta ese dato, se comisionó al subteniente Catalán y al sargento Gutman, vestidos de civil y con apoyo de personal de DDI a efectuar una vigilancia encubierta sobre el citado domicilio, a los fines de continuar con la investigación.
Del acta incorporada al expediente se desprendió que siendo las 22.20 de aquel mismo día, los policías colocados a escasos metros de la vivienda vigilada observaron que salía a la vereda un sujeto quien al advertir la presencia del vehículo de la policía de civil, ingresó en forma rápida al inmueble, luego una mujer joven de pelo rubio, junto a dos menores salió corriendo y se introdujo en una vivienda ubicada justo al frente. Al descender del vehículo los funcionarios policiales vieron que del interior de la casa salía corriendo por los fondos el hombre al que antes habían visto en la vereda, y junto a este, también huía una mujer, quien resultaba ser y llamarse Luciana Yésica Sánchez, la mujer descripta por los damnificados horas antes.
Luego se hizo la requisa en la casa, donde se halló una bolsa de nylon transparente anudada, la que abierta se constató la existencia de seis precintos de plástico.
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios