EL DOCTOR MARCELO CAMPO HABLA DE MITOS, REALIDADES Y CONTRADICCIONES Acerca de la calidad de software, sus estándares y su adopción por la industria
En el artículo, el científico local sostiene, precisamente, que tal complejidad lo llevó a preguntar previamente qué aspecto del tema se pretendía que él aborde. Y el editor le sugirió que escriba acerca de la resistencia de las empresas de software nacionales a adoptar estándares de calidad. Un gran tema, sin duda alguna.
-¿Lo sorprendió el desafío del editor??
-La verdad que sí. Pero a su vez, me motivó mucho.
-¿Por qué?
-Porque todo eso encierra un conjunto de mitos, realidades y contradicciones existentes acerca de una cuestión fundamental para una industria nacional que se está convirtiendo, rápidamente, en un factor importante de nuestra economía.
-Está bien, pero ¿hay resistencia?
-Creo que es parte del mito. El mercado de cada empresa determina la necesidad de encarar el proceso de certificación. La pregunta es si realmente es necesario.
-¿Y? ¿En qué medida lo es?
-Depende del tipo de actividad. Hay empresas muy orientadas a servicios que prefieren una certificación ISO. Las software factories, por otra parte, requieren habitualmente de una acreditación CMMI para poder competir por contratos importantes a nivel internacional. Las enfocadas en nichos de producto, en cambio, deben procurar la calidad del producto final percibida por el cliente. En este caso adoptar o no los procesos prescriptos por algún estándar es una opción tan válida como la adopción de algún método ágil, como por ejemplo SCRUM, o ninguno en particular.
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LA REALIDAD EXISTENTE EN EL PAIS Y EN TANDIL
-¿Cómo estamos en Argentina en esa temática?
-La realidad actual nos dice que Argentina ocupa el lugar 12 en el mundo de procesos de acreditación SCAMPI y tiene un 1,6% del reparto mundial.
-¿Y cuántas empresas?
-Esto implica que existen alrededor de 300 empresas en el país en proceso de acreditación CMMI, según datos de la CESSI. Y otras han optado por certificar ISO.
-¿Qué ocurre en ese aspecto con el Polo Informático de Tandil?
-Más del 50% de las empresas radicadas están en proceso de certificación.
-¿Cuáles cree que son las causas que llevan a optar por estos importantes procesos de certificación?
-Más allá de los requerimientos del mercado, existen también incentivos del Estado.
MEJORAS EN PROCESOS DE DESARROLLO
PARA INCREMENTAR PRODUCTIVIDAD
-¿A nivel nacional se han tomado iniciativas importantes?
-Sí, varias. Para impulsar al sector de TICs, como la ley 25922, la cual brinda beneficios interesantes con la condición de que las empresas, entre otras condiciones, certifiquen calidad. La ANPCyT, a través del FONSOFT, provee varios instrumentos que facilitan a pymes encarar los costos de la certificación. De este modo, el Estado impulsa una mejora en los procesos de desarrollo, que en definitiva, hacen más competitivas a las empresas nacionales. Pero aquí es donde yo observo una contradicción.
-¿Dónde hallaríamos, básicamente, la parte contradictoria?
-No lo observo solamente yo. Se trata de una pregunta recurrente de muchos empresarios, y es por que el Estado estimula certificaciones de calidad para otorgar beneficios y no requiere que sus proveedores lo cumplan.
TRANSFERENCIA DE TECNOLOGIA
POR PARTE DE LAS UNIVERSIDADES
-¿Las universidades no están consideradas como consultoras privilegiadas del Estado?
-Hay un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el número 204 del año 2004, que declara, efectivamente, que las universidades nacionales son consultoras privilegiadas del Estado, y por ende, pueden evitar procesos licitatorios. La controversia reciente acerca del sistema María de la Aduana ha reavivado un debate de larga data respecto de la transferencia de tecnología, algo deseable y necesario para el país, por parte de las universidades y el sistema científico.
-Sabemos que hay egresados que refieren a una competencia por parte de la propia Universidad que los diplomó. ¿Esto cómo podría explicarse?
-Claro, porque por un lado el Estado puede beneficiarse, en algunos casos, pero por el otro existe el dilema de la competencia de las universidades con sus propios egresados, producto de la provisión de servicios convencionales que realiza.
UNA PROPUESTA CONCRETA
-¿Cómo podría resolverse esa situación?
-En mi caso particular, tal como lo propuse en el artículo que recientemente publicó El Cronista, adhiero a un modelo de transferencia de ?valor agregado? a las empresas, en la intención de que puedan aprovecharlo para proveer mejores servicios y productos desarrollados por los egresados de nuestras universidades.
N.D.
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