El ebanista que le pone corazón a la tabla del salamín más largo

Juan Salinas tiene el don de leer la madera. Cuenta que su habilidad surgió en la niñez y tiene prueba de ello. En agradecimiento al apoyo recibido de los “salamineros” de la zona es que se ofreció a hacer semejante tablón.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailMarplatense de nacimiento, el ebanista Juan Salinas cumplirá este año 47 y asegura que desde los 12 moldea la madera. De hecho, su abuela aún guarda de recuerdo algún autito tallado por sus pequeñas manos en restos que descartaban las carpinterías.
Se dedica a hacer todo tipo de artículos para publicidad en madera. Se recibió de carpintero ebanista en una escuela técnica en Mar del Plata y en función de su oficio armó este rubro donde logra amalgamar lo artesanal y rústico con la modernidad de la imprenta. “Cuando arranqué con esto no había nadie que lo haga a nivel empresa, ni carpinteros ni artesanos, entonces vi que había un nicho y me puse a hacer un curso de marketing y planificación”, cuenta. Así es que conjuga toda la parte técnica que conoce, con la creatividad del ebanista.
Destaca que la diferencia con la carpintería es que no tiene límites. “Yo hago tallados, calados, esculturas, lo que me pidan lo puedo lograr”.
Un camino de pasión y perseverancia
“Desde chiquito jugaba con madera y cuando terminé la primaria decidí estudiar carpintería y justo había un curso de ebanistería y me anoté, así me terminé de apasionar por el oficio, y nunca paré hasta el día de hoy”. Avala con entusiasmo el dicho que reza: “Haz lo que te gusta y un día te darás cuenta que nunca trabajaste”.
Cuenta que cuando decidió abrir este rubro arrancó primero en Mar del Plata y de a poco se fue expandiendo por la costa. Más adelante, por una cuestión de plan de negocios y comercialización, se fue abriendo camino en la zona. “Apunté mucho a Tandil, lugar que para la gente de afuera es muy difícil. Estuve yendo un año seguido trayendo poquísimo trabajo, hasta que me empezaron a conocer”, y esa perseverancia dio sus frutos, ya que hoy por hoy trabaja para todo el país, con clientes desde Comodoro Rivadavia, Santa Cruz, Chaco y varias ciudades de la provincia de Buenos Aires.
“Te podría decir que soy prácticamente el principal proveedor de tablas de delivery del país”, se enorgullece. Asegura que cuando uno le pone toda esa cuota de pasión y buen gusto, todo tiene otro sentido.
Agradecido con la ciudad
“Viajo a Tandil desde 1996 y lo hago todas las semanas. Soy proveedor de prácticamente todos los salamineros de esas tierras”. Es por eso que cuando le comentaron del proyecto de hacer el salamín más largo del mundo se puso a disposición para realizar la tabla y lo hace totalmente gratis en agradecimiento a todos los que constantemente confían en él y le dan trabajo desde hace tanto tiempo.
Sostiene que no sabe que tan simple o complejo se ve desde afuera el armado en general de este fenómeno, pero desde la parte técnica son una serie de detalles a tener en cuenta para que salga todo bien. “En este tipo de tablas estamos obligados a usar lo que se llama Guillermina Nova, que es una placa de pasta de madera de eucaliptus”, explica. Este material lo que le permite, por el largo del salamín que además no se puede doblar demasiado, es ir ensamblándola y adaptarla al largo necesario, al mismo tiempo de tener la flexibilidad óptima para moverla sin que se quiebre ni doble.
Además cuenta que deben tener en cuenta la longitud del camión para trasladar las partes, el peso y los traslados a realizar. “Lo hago con mucho gusto”, dice entusiasta.
Cuenta que tiene la capacidad de adaptarse a los tiempos que corren, sabe trabajar la madera totalmente desde el punto de vista artesanal y también se va actualizando en todas las herramientas modernas. “El conocimiento y los años que uno tiene en el oficio hacen que fusiones todo”.
Leer y oler la madera
“Yo agarro una madera y si no es por el color la reconozco por el aroma”, asegura que es de esas cosas raras y lindas que le da esta actividad. “Después aprendes que hay maderas que son específicas para ciertos trabajos, para que sirve de acuerdo a la forma de la veta y otro montón de cosas que hacen que nunca termines de conocer el oficio y sea un aprendizaje constante”.
Si bien trabaja con cualquier material de acuerdo a la demanda de sus clientes, actualmente trabaja todo lo que son maderas nobles como cedro, roble y paraíso. Mientras que cuando se trata de piezas duras se maneja mucho con virapitá y anchico. “Tengo cantidad de cedros que los estoy secando hace 10 años, es un proceso que los que conocemos la madera estamos obligados a hacerlo”, desliza, porque ocurre que al comprar un buen cedro suele no estar lo suficientemente estacionado como para poderlo trabajar, entonces no cumple con el fin. También tiene tablones de madera dura en anchos que no se consiguen en el mercado, están raleados como para que cuando aparezca el cliente o quien quiera el cartel se lo pueda hacer en una sola pieza. “Son detalles que suman y te hacen ser un poco diferente a lo que hay”, se distingue.
Con el tiempo, y haciendo un poco de docencia, fue armando su equipo de trabajo. “Porque se ha perdido tanto la especialidad del oficio que es difícil conseguir personas que hayan estudiado esto, entonces al que se acerca con ganas de trabajar hay que guiarlo”. Pero la generosidad de sus conocimientos fue más allá y por dos años ha estado instruyendo en sus talleres a chicos con capacidades diferentes. “No se trata de otra cosa que hacer lo que sabes, amar el oficio, y después los frutos vienen solos”.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios