El ex manager de Callejeros acusó a Chabán de haberle mentido sobre Cromañón
“A mí Chabán me mintió, no tenía idea de que podía pasar algo así. Para mí, Cromañón era el lugar más seguro de la Capital”, dijo Argañaraz en una indagatoria prestada en 2005 que fue leída en la cuarta audiencia del juicio oral que se realiza por el incendio que, en 2004, dejó 194 muertos.
Sin la presencia del ex manager y de ninguno de los miembros de Callejeros en la sala de audiencias, el tribunal ordenó leer los interrogatorios realizados a Argañaraz, luego de que el viernes pasado adelantó que se negaría a declarar.
Antes de eso, cuando Raúl Villarreal -mano derecha de Chabán- llegaba a los tribunales para asistir a la cuarta audiencia del debate oral, fue increpado por algunos familiares de víctimas de la tragedia que lo insultaron.
Al ser indagado el 22 de febrero de 2005, el ex manager Argañaraz dijo que la banda empezó a tocar en Cromañón en marzo de 2004, luego de haberlo hecho en Cemento, y que en esa ocasión Chabán le dijo que en el local “podían entrar 5000 personas”, cuando en realidad estaba habilitado para 1031.
Argañaraz admitió que sabía que había habido un principio de incendio en el techo durante un recital de la banda Jóvenes Pordioseros ofrecido en diciembre, pero que Chabán le aclaró la situación cuando, una vez, vio unos paneles negros en el piso del local.
Según el imputado, le dijo: “Quedate tranquilo que son acústicos e ignífugos” y sobre el incendio afirmó que Chabán le explicó que “una cañita voladora había pegado en el trapo de un inyector de aire”.
Al igual que el lunes pasado, se volvió sobre un punto central: ¿quién estaba a cargo de la seguridad en Cromañon? Según Argañaraz, Raúl Villareal, mano derecha de Chabán, era el encargado de la seguridad, recorría todo el predio, hacía pasar a los invitados, se ocupaba de los cacheos y era “el que daba todas las órdenes”.
En tanto, la gente contratada por la banda usaba remeras que decían “Callejeros control” y se ocupaba de verificar las barras, los baños, el mangrullo y la cabina de sonido “para que no roben” y “si había bengalas, encontrarlas”.
Argañaraz admitió que “después del incendio” se enteró que los boliches denominados “clase C” “no podían hacer recitales, sino sólo bailes”.
“Para mí Cromañón era el lugar más seguro y el mejor lugar para tocar en la Capital. Chabán me dijo que había extractores e inyectores de aire cuando salía mucho humo y una puerta de emergencia. A mí me mintió, no tenía idea de que podía pasar algo así”, sostuvo.
Sobre el uso de pirotecnia, afirmó que la noche del 30 de diciembre “el control fue estricto porque hasta les hicieron sacar las zapatillas a los chicos y revisaban a todos, ya que se decía que entraban las bengalas en los corpiños y atadas a menores de 4 años”.
Respecto de lo ocurrido tras el incendio, Argañaraz dijo que al iniciarse estaba afuera controlando que no se revendieran entradas y que trató de abrir varias puertas, pero no pudo y que sugirió sacar gente por una que conectaba con el hotel lindante.
Dijo que a su madre, que había concurrido esa noche, la sacaron los bomberos, pero que su novia Romina murió.
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