El homicida de Solange Grabenheimer se llevó un encendedor de la escena del crimen
Un misterioso encendedor cuya impronta quedó marcada en uno de los muslos de Solange Grabenheimer y el asesino retiró de la escena del crimen, los llamados que la sospechosa Lucila Frend dijo haber hecho pero no constan y la autopsia psicológica de la víctima, son algunos de los indicios que el fiscal enumeró en su elevación a juicio.
El requerimiento -al que tuvo acceso Télam-, que la semana pasada el fiscal de Vicente López Alejandro Guevara presentó ante el juez de Garantías de San Isidro Orlando Díaz, consta de 99 páginas y, en ellas, se enumera una serie de indicios contra Frend que hasta el momento eran desconocidos.
El primero de ellos es la mención de que en el muslo derecho Solange los médicos forenses encontraron la marca de un objeto de seis centímetros que se infiere es un encendedor del tipo de la marca Bic.
“Debe destacarse que dicho encendedor no ha sido hallado debajo del cuerpo de la víctima al momento de su hallazgo, ni en las inmediaciones de la habitación, ni en las sucesivas inspecciones que del lugar se hicieron”, dice el fiscal en el requerimiento. Teniendo en cuenta que la sospechosa Frend es fumadora, el fiscal sugiere que ella misma, como autora del crimen, pudo haber retirado el encendedor para que los investigadores no encuentren en la escena ningún objeto que la comprometa.
“El encendedor sin duda fue removido por el autor no por su valor, sino porque no debía estar en dicho lugar, mucho menos debajo del cuerpo de la víctima y porque por alguna circunstancia particular del mismo podía ser reconocido por el entorno de la víctima, lo que corrobora que el encendedor también pertenecía a alguien de su entorno íntimo”, señala.
Incluso, Guevara analiza este tema en conjunto con las “livideces cadavéricas”, que son las manchas moradas que se observan en un cadáver por la sangre que deja de circular y se acumula, por la fuerza de gravedad, en determinadas regiones de acuerdo a la posición en la que se encuentre el cuerpo.
De acuerdo al fiscal, para que ese encendedor quedara marcado en el muslo, y teniendo en cuenta que los forenses ya determinaron que Solange estuvo cuatro horas muerta boca arriba en su cama y, luego, el asesino la tiró al piso y quedó boca abajo -con el
encendedor debajo del muslo-, tuvieron que haber pasado entre 16 y 19 horas desde el momento del crimen.
“La única que podía encontrarse a dicha hora en el domicilio era la encartada Frend”, sostiene Guevara.
Otro elemento que el fiscal toma para acusar a Lucila, está referido al análisis de las comunicaciones que realizó con las líneas telefónicas de la víctima y la imputada.
Guevara señala que de acuerdo a lo que varios testigos del entorno de ambas chicas declararon, Lucila siempre dijo que desde que salió a las 7.30 de la mañana rumbo a su trabajo y hasta la noche, aquel 10 de enero de 2007, ella había intentado comunicarse con Solange de cualquier forma y hasta le había dejado mensajes.
Sin embargo, Guevara señala que de acuerdo a los informes de las empresas telefónicas, el celular de la víctima no recibió ninguna llamada entrante desde el celular, el teléfono del trabajo o el de la casa del padre de Frend.
Sólo consta en la causa un llamado que Lucila dijo haber hecho por la tarde desde su trabajo al negocio de polarizado de vidrios donde trabajaba Solange para su padre.
Pero lo más curioso es que la mujer que atendía el teléfono en ese comercio dijo que la imputada no llamó aquel día preguntando por su amiga y además, para el fiscal, los 12 segundos de esa comunicación no bastan para tener la charla que Lucila dijo haber tenido con esta empleada.
“La encartada Frend no registra llamado alguno a la víctima”, sostiene Guevara quien luego afirma que “la respuesta lógica al interrogante de cuál es el motivo” por el que “no la buscó durante el día” es que “ya la sabía muerta”.
Otro de los aspectos hasta el momento desconocidos de la causa y que constan en el requerimiento es la autopsia psicológica de Solange, realizada por una perito de Gendarmería Nacional, que se inclina por una autora femenina y un móvil pasional.
“Las evidencias nos llevan a sospechar que Solange estaba inserta en una ambiente rodeado de secreto y misterio, vinculado a cuestiones íntimas y no explícitas, ya sea en cuanto a su entorno familiar, como a su sexualidad”, dice la especialista.
“Su preocupación apuntaba a descubrir su propia personalidad, a la búsqueda de nuevos intereses y proyectos y a reordenar su escala de valores. Generando esto una serie de cambios actitudinales que ocasionaron diversas situaciones conflictivas con su entorno, especialmente con su compañera de convivencia (Lucila Frend)”, agrega.
Según la perito, “el motivo no parece el lucro, es muy probable que los motivos hayan sido pasionales o para silenciarla, quizás provocados o impulsados por la dificultad y resistencia del agresor para aceptar las opiniones y los cambios que Solange”.
“Resultaría poco probable que el/los autor/res hayan sido de sexo masculino, por la dinámica de los métodos utilizados no se puede descartar el sexo femenino”, concluye. (Télam)
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