El humorista político Rudy presentó en la Feria del Libro “La pesada gerencia”
La XIV Feria del Libro trajo distintos autores que embellecieron esta edición. Tal fue el caso del escritor y humorista argentino Marcelo “Rudy” Rudaeff quien visitó Tandil para tal ocasión y para presentar su libro “La pesada gerencia”.
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Rudy comenzó a trabajar en 1982 con el humor gráfico junto con Daniel Paz en la revista Hum®. Actualmente continúa con su compañero con quien retrata el humor de Página 12.
El humorista político estuvo en La Picada de “La Ciudad”, el programa de Eco Tv, junto a Claudio Andiarena con quien realizó un repaso por su historia y por las presentaciones que llevó a cabo en la ciudad.
-¿Por qué Rudy?
-Cuando iba a la escuela primaria, estaba lleno de Marcelo entonces nos iban poniendo un apodo relacionado con el apellido y me pusieron Rudy por Rudaeff. Es un apellido clásico en Rusia pero mi familia es judía. El buen judío es reírse de uno mismo.
-¿Dónde naciste?
-En Capital Federal. Viví durante gran parte de mi vida, y todavía lo sigo haciendo, en el barrio de Caballito. Mis abuelos eran judíos pero mi mamá nació en Entre Ríos y mi papá en La Pampa. Para mí el judaísmo es una cultura y lo esencial es el humor, la comida y una extraña manera de preguntarse las cosas. Por supuesto, como en el humor, no son los únicos que se hacen preguntas.
-¿Tenés referentes del humor judío?
-Sí, muchos. Uno de los más grandes de la literatura judía fue Sholem Aleijem y es un humorista. Si uno mira un poquito más, dentro de la literatura norteamericana también hay un gran referente humorista como es Mark Twain; dentro de la irlandesa, Oscar Wilde; entre otros, y yo tomé algo de todos ellos. Realmente hay un montón de humoristas excelentes y yo me siento muy marcado por humoristas judíos y no judíos. Incluso mi ídolo total de la infancia era Pepe Biondi y no tiene nada que ver con lo que yo hago.
-¿Cómo es esto que estudiaste medicina pero no te sentís médico?
-Cuando estaba en la última parte de la carrera de medicina, tenía claro que iba a andar por el lado del psicoanálisis y no para el lado de la carrera tradicional. Cuando yo estudiaba, los primeros años las cátedras estaban más en manos de investigadores que de clínicos, con lo cual uno estudiaba pero era bastante alejado a la atención y el trabajo médico sino que era más teórica. Por lo tanto me sentía cómodo con esta faceta y luego me empezó a gustar el psicoanálisis. Eso sumado a que hay un viejo dicho que dice que “el psicoanalista es un médico judío que le tiene miedo a la sangre”.
En la década del 80 ejercí como psicoanalista pero en la actualidad lo sigo como paciente. Yo creo que los psicoanalistas y los humoristas trabajamos de la misma forma ya que tiene que ver con descubrir algo que estaba a la vista pero no tanto. Así es que el psicoanálisis es una muy buena herramienta para el humor.
-¿Dónde empezás a relacionarte con el humor?
-Casi desde que nací. Desde que veía Pepe Biondi siendo muy chico o mis abuelos y mis padres veían a Tato Bores en la tele. Fue todo un proceso pensar que el humor es una profesión y luego pensarlo que podía ser la mía, pero evidentemente era lo que tenía que ser.
-¿Cuál es para vos el límite del humor?
-Yo creo que el humor no tiene límites pero los humoristas sí. A mi gusto no hay un tema sobre lo que no se pueda hacer humor; pero dado un tema cualquiera, vos podés reírte de la víctima y ahí es cuando para mí no hay humor sino pura agresión. Por ejemplo, si hay una catástrofe, yo no voy a hacer humor sobre la víctima pero tal vez sí del victimario, sobre lo mal que se investiga o sobre cómo quien tendría que ocuparse de hacerlo no lo hace.
-¿El límite lo pone el humorista?
-Sí. Un humorista si es honesto consigo mismo sabe cuándo está agrediendo y cuándo no. Vos podés hacer algo que no sea agresivo y alguien igual sentirse agredido; pero vos te sentís tranquilo desde donde lo hiciste.
Distintas presentaciones
-¿De qué se trata “La pesada gerencia”?
-Es un libro que salió hace un mes por la editorial Colihue que reúne textos, algunos de los que publico en Sátira 12, otros monólogos y otros tantos que escribí especialmente para esta ocasión, que hablan de estos tiempos. Primero hace un recorrido por los primeros 200 años de la historia argentina; luego por los “tiempos interesantes” en los que me baso en la maldición china y creo que los estamos viviendo en el sentido que son complicados. Por lo tanto es una colección de textos de humor.
-Hay un capítulo que veo que se llama “Mi novia macrista y otras calamidades cotidianas”…
-Hablo de una novia Meri, Meritocracia, que se me acercó muy románticamente; me pedía que la acaricie con la mano invisible de mercado. Luego entra la suegra macrista que es peor que la novia porque a ella la elegiste vos; y el perro macrista que ensuciaba toda la casa y cuando le mostrabas lo que hizo, le echaba la culpa al perro anterior (risas).
El único texto serie que puse habla sobre el sentido común porque se supone que con esto tenemos que pensar todo lo mismo pero no es así.
-Además presentás un monólogo.
-Hoy (por el viernes) voy a hacer un monólogo en el teatro Bajosuelo denominado “Diez años hablando solo” y tiene que ver con que hace 10 años que hago monólogos y con que uno no habla solo porque hay un público.
Trabajo de a dos
-Trabajás junto a Daniel Paz en Página 12. ¿Cómo es ese trabajo de a dos?
-Yo no sé dibujar, entonces el dibujo está claro que es de Daniel pero todo lo demás, lo hacemos a medias. Nos juntamos en la redacción y empezamos a hacer brainstorming desde donde van surgiendo algunas ideas que las transformamos en chiste y luego Daniel lo dibuja.
Ya adquirimos una gimnasia que es muy diferente a la de los comienzos. Desde 1982 estamos trabajando juntos pero en Página 12, desde 1987; un mes antes de que salga el diario. Así que son 30 años.
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