El Mumbat tiene un laboratorio de conservación y restauración
En ese aspecto radica uno de los costados más novedosos del proyecto, ya que “está inserto en un contexto de exposición”, es decir que quienes visiten cualquiera de las muestras del Museo pueden ver el trabajo del restaurador a través de una pared de vidrio que permite observar de cerca las tareas, las obras y su transformación.
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El espacio físico no se diferencia demasiado de un laboratorio tradicional; paredes revestidas de azulejos blancos, barbijos y una pulcritud asombrosa son el ámbito natural de Ariel de la Vega, un artista plástico que se formó como restaurador en Italia, donde también trabajó y es quien está a cargo del laboratorio local.
Sobre el restaurador
De la Vega explica la naturaleza de su trabajo y del laboratorio: “Acá curamos las obras. Las curamos del deterioro que sufren por el paso del tiempo y las condiciones climáticas a las que fueron sometidas, pero especialmente las curamos de la acción del hombre, que es el peor enemigo de una obra”, dice.
Sin embargo aclara que “todo se puede restaurar”, pero para poder hacerlo es necesario conocer el trabajo, ser dedicado y paciente; “el tiempo para restaurar una pieza lo pone la propia obra, varía en cada caso y no lo podemos apurar”, asegura.
El restaurador se preocupa por diferenciar al laboratorio de un taller; “porque los procedimientos de los laboratorios son de carácter científico, mientras que en un taller se trabaja desde lo artesanal, el laboratorio es una evolución del taller”, dice a la vez que destaca el profesionalismo con que se encara la tarea en el Mumbat.
De primer nivel
“Esta experiencia está a la altura de cualquier proyecto de primer nivel. En nuestro laboratorio se elaboran las sustancias con las que después se trabaja, se usan métodos químicos y se procede de acuerdo a un protocolo internacional de trabajo de prevención y curación. Además, la tareas en sí mismas, representan un gasto mínimo en insumos”, cuenta.
Este nuevo espacio busca también trabajar pensando en el futuro, para cubrir las necesidades de información para posibles tratamientos de restauración y también para distintos proyectos en interacción con otras instituciones.
Finalmente, el artista asegura que “la conservación es una disciplina joven en los museos y es muy importante porque tiene un fin humanitario: una obra tiene poder simbólico pero además es testigo de su época, por eso es tan importante cuidarlas y respetarlas”.
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