Emocionante carta de una docente tandilense a su maestra de 1er grado

La Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires propuso un hashtag para hablar del venidero día del maestro en las redes sociales: #MiMaestroInolvidable y una de las personas que participó fue la docente de la ciudad, Marta Centineo, recordando a Amalia Casetta, su maestra de primer grado de la Escuela 1. Esto fue lo que puso:
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu email“Parece que existen puertas que pueden llevarte tan lejos como jamás hubieras imaginado.
Te permiten realizar un viaje donde prescindiendo de los sentidos las sensaciones se vuelven tan reales que ponen en tiempo presente lo que ya es pasado.
La niñez como mágica, invencible, el amor triunfante venciendo las fronteras que las distancias establecen.
Viajar en el tiempo a más de 40 años, bucear en la memoria me lleva a ti, mi inolvidable maestra de primer grado.
Qué pequeña y frágil era, con sólo 6 años una enfermedad que afectaba mi movilidad por completo me ponía en una situación diferente al resto de mis compañeros.
Así pequeña y frágil me recibiste querida Amalia Casetta, en la enorme estructura del edificio de la Escuela Nº1 Manuel Belgrano de la ciudad de Tandil.
Era el año 1974 cuando una dermatomiositis me dejaba prácticamente inmóvil, con dificultad para caminar, dosis de medicamentos entre los que los corticoides llevaban la delantera y mi cuerpo con las marcas propias que causaba la enfermedad y los intentos de vencerla.
Volver en el recuerdo a la escuela en la que realicé toda mi escolaridad primaria acompañada por una enfermedad compleja que no me permitía manejarme como cualquier alumna, el compromiso psicomotriz era importante, concurría en brazos de mis padres, quienes me dejaban sentada en mi banco ya que yo no podía participar de la ceremonia de la bandera, de los recreos, de actividades físicas y juegos.
Difícil decisión la de mis padres, podrían haber optado por la Escuela Especial, mi madre docente en esa modalidad en aquella época confió en una maestra donde lo que evidentemente sobró fue la paciencia y el amor incondicional.
Como los baños no tenían sanitarios convencionales, mi adorada maestra me acompañaba personalmente al baño de docentes para ayudarme con mis necesidades.
Los recreos del principio de año pasaron sin juegos ni salidas, algunos compañeros se quedaban en el salón junto a mí dibujando o conversando, ella había logrado que todo el grupo se comprometiera con mi cuidado y también a que me ofrecieran afecto, contención y respeto.
Esa mezcla especial de atención, exigencia, paciencia y amor fue dando los frutos para que los aprendizajes fueran ganando terreno, principalmente los desafíos, vencer el miedo a caer o golpearme ya que intelectualmente no había dificultades.
Esta enfermedad me acompañó durante los 6 años de escolaridad primaria, pero rescato la figura de esta maestra que se animó a darme un lugar en un grupo en el que no era fácil incorporar a una niña con una necesidad de atención y mirada especial.
Al terminar mi escolaridad recibí el alta médica de esta enfermedad que en algún momento puso en riesgo mi vida, ya que profesionales decían que un mes de vida era lo esperado para este tipo de manifestación.
Mi recuperación no tuvo explicación desde la medicina, mis secuelas fueron mínimas, ya que mi baja estatura o problemas en mi dentadura fueron solo pequeñas manifestaciones si se compara con la posibilidad de no estar escribiendo en este momento, no poder caminar, trotar, cargar peso, escribir, tener una vida plena como la que he podido concretar.
Esta vida me convirtió a mí también en maestra, ya próxima a cumplir 48 años de edad, 26 años de ejercicio de esta maravillosa y bella profesión en mi mente se cruzan muchos recuerdos, muchos maestros inolvidables que poblaron mi niñez de gratos momentos.
Deseo desde mi humilde lugar haber sido parte de bellas experiencias para tantos niños que pasaron por mis manos de maestra.
Ellos como alumnos yo como maestra, ambos aprendiendo de esta bella profesión de dar y recibir, enseñar y aprender, cada uno cosas nuevas, cada uno enriqueciéndose en este encuentro donde coincidimos en tiempo y espacio.
Como maestros debemos ser conscientes de esta responsabilidad ocupando el sitio que obviamente es reversible y transitorio.
Hoy mi recuerdo imborrable es para ti mi adorada maestra de primer grado.
Tu reciente partida de este mundo nos priva del abrazo, el permanente reconocimiento, pero nunca apartará de mi mente y mi corazón el eterno agradecimiento a tu infinita bondad y dedicación”.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios