En Tandil comenzó a gestarse el recital del Indio que derivó en la tragedia y el colapso de Olavarría
La tragedia golpeó a Olavarría durante la madrugada de ayer, cuando se confirmó que dos personas murieron aplastadas en una avalancha durante el multitudinario recital que brindó Carlos Indio Solari en el predio La Colmena. Mientras se evacúa la ciudad y todo retorna a la normalidad, la Justicia investiga las responsabilidades de la productora En Vivo SA, de los tandilenses Marcos y Matías Peuscovich.
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De acuerdo a la información que se conoció ayer, más de 300 mil personas ingresaron al evento, aunque será difícil establecer la cifra exacta. Incluso, muchos testigos confirmaron que en el acceso no pidieron las entradas y que mucha gente ingresó sin haberla comprado.
En la previa se intuía que la presencia de espectadores sería multitudinaria. Muchos, afirmados en la declaración de su enfermedad (en Tandil confirmó que padece Parkinson) y que podría ser la despedida, adquirieron su boleto ni bien se abrió la venta, lo que le pudo dar a la organización un panorama real de que La Colmena de Olavarría tendría un lleno total. Incluso, desde las redes sociales, el Indio pidió “que nos cuidemos entre todos”.
En las últimas horas del sábado, durante la primera detención del show, el músico recordó el pedido formulado en la previa y pidió que los borrachos se fueran hacia atrás, creyendo que era el motivo de la avalancha.
En la siguiente pausa, habló enérgicamente y hubo un largo intervalo sin música. Si bien no había precisiones de lo que sucedía metros adelante, parte del público intuyó que algo grave podría haber ocurrido, fomentado por la frase del Indio que dijo “no me dan ganas de seguir con esto”.
Controles y
política
Los controles por parte del personal de seguridad privada no fueron eficaces. Incluso mucha gente que tenía la entrada en la mano se quejó porque jamás se la pidieron, en contraposición de aquellos que entraron a La Colmena sin abonar los 800 pesos.
Las muertes se produjeron porque el sitio estaba colmado en su capacidad 40 minutos antes del inicio del show y quienes entraron gratis se terminaron acomodando donde quisieron y pudieron.
La salida fue otro caos, la masa se dirigió hacia donde la organización le indicó, pero terminó transformándose en un cuello de botella con autos estacionados en medio de las calles y vendedores ambulantes ofreciendo de todo, obstáculos que provocaron que el espacio se redujera aún más. Todo contribuyó al caos para otra trágica página del rock nacional.
Olavarría tuvo su costado político desde el escenario, lo que resultó innecesario para muchos que concurren a disfrutar de su música, no de la militancia que pueda tener.
El Indio bajó un claro mensaje para aquellos espectadores que tuvieran dudas sobre su identidad, las que podrían disipar concurriendo a las Abuelas de Plaza de Mayo, algo que se pudo ver en las pantallas de LED en la previa al recital. También el músico se mostró en contra de la baja de edad en la imputabilidad a un menor, lo que generó insultos contra el Presidente de la Nación.
El final
La complicada noche de Olavarría culminó con una sorpresa mayúscula. Los fanáticos saben que el hit “Ji ji ji” indica el final del show, por lo que como ya es toda una costumbre, el pogo más grande del mundo sacudió el predio La Colmena.
Sin embargo, la luctuosa jornada finalizó con “Mi perro dinamita”, sorprendiendo a los presentes, ya que desde hace muchos años esta era la primera vez que se producía un cambio rotundo. Al terminar Solari se marchó, las luces del escenario se apagaron y los habituales fuegos artificiales que suelen estar como cierre de la velada no explotaron.
El camino a
La Colmena
Desde la muerte de Walter Bulacio, golpeado brutalmente por la policía tras un recital de los Redonditos de Ricota, el 19 de abril de 1991, la banda liderada por Indio Solari dejó Obras Sanitarias y mudó sus shows al estadio de Huracán en Parque Patricios. En 1994 se volvieron a registrar incidentes, con heridos y detenidos, lo que motivó que los Redondos dejaran de hacer sus presentaciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A partir de ahí el tramo final de la mítica banda de rock y el inicio de Solari junto a los Fundamentalistas del Aire Acondicionado se dio en distintos lugares menos en Buenos Aires.
Siempre, mayormente en la época donde el Indio se lucía con Skay Beilinson, la muerte de fanáticos se hizo presente en varias ocasiones y por distintos motivos. Al disolverse la banda, Solari comenzó a transformarse en un mito viviente del rock nacional y buscó actuar en amplios lugares lejos de los habituales estadios de fútbol.
Fue así como de la mano de sus productores tandilenses, los hermanos Marcos y Matías Peuscovich, decidió apostar a un recital en las instalaciones del Hipódromo de Tandil, en 2008, dando de esta manera el puntapié para otras tres presentaciones (2010, 2011 y 2016), siempre aumentando de a decenas de miles la convocatoria de espectadores.
Esta breve cronología es la antesala para la tragedia que se vivió en la noche del pasado sábado.
En su último paso por Tandil, Carlos Solari salió antes del inicio del show y se plantó ante las 200 mil almas que esperaban deleitarse con su música, para asegurar que “Mister Parkinson me viene pisando los talones” y que “será difícil que me bajen de un escenario”.
Sus palabras se replicaron por todos lados y fueron muchos los que pensaron que estaban ante la presencia del último show o cerca de un final. A partir de ahí se supo que si había una nueva misa ricotera, sería aún más multitudinaria de la que ya había sido la de Tandil, con jóvenes deambulando por la ciudad una semana después de haber terminado el último acorde del tema “Ji ji ji”, de aquella fiesta.
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