En Villa Italia, un proyecto para reparar bicicletas encausa a adolescentes que no estudian ni trabajan
Sergio Núñez, vecino de Sáenz Peña al 1100, logró superar un hecho de violencia contra su hijo de 16 años y lo reconvirtió en un proyecto socioeducativo. Tras varios meses de trabajo, consiguió un espacio, bicicletas donadas, un bicicletero que capacitara y herramientas e insumos para iniciar un taller con chicos de 13 a 17 años que no estudian ni trabajan. El objetivo es que aprendan a trabajar y el diciembre, durante Navidad y Reyes, obtendrán el dinero de la venta de los rodados que ellos mismos restauraron.
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Comprometido con la situación de los jóvenes, gestionó y logró la colaboración del Municipio, que le cedió un espacio en la sede de la ONG Pequeños Hogares, ubicada en Pujol entre Sáenz Peña y Duffau, frente a la urbanización del Procrear. Además, se acercó a Andrea Castellanos, de la organización Tandil para los Chicos, quien se sumó a trabajar.
El disparador
Todo comenzó el 14 de mayo pasado, cerca de las 21, cuando uno de los cuatro hijos de Sergio Núñez sufrió el ataque de varios adolescentes, en Magallanes al 500. El joven de 16 años quedó inconsciente hasta que lo encontró una vecina. Por las heridas, estuvo internado varios días y en ese momento le contó a su padre que los agresores le pegaron porque decían que era de otro barrio.
Muy preocupado y al tanto de otros casos, el padre hizo la denuncia ante el Fuero Penal Juvenil. Pero mientras aguardaba respuestas de la Justicia, logró encausar su angustia y dolor en este proyecto positivo.
Con su esposa, comparten el lema “cambia la manera de pensar para cambiar la manera de vivir”. Y cuando entraron en contacto con estos chicos -algunos integraron el grupo de agresores-, detectaron que no tenían demasiadas aspiraciones a futuro, ni intereses o convicciones, entonces decidieron transmitirles la cultura del trabajo y valores.
“Fuimos acercándonos hasta que les pregunté qué les gustaría hacer cuando sean grandes. Dijeron varios oficios, entre ellos el de bicicletero y era lo más viable en este momento. Entonces, empezamos a ver la forma de concretar la bicicletería”, relató en la puerta de su casa, junto a varios rodados que recibió en donación.
En ese camino, divisó las bicicletas que su familia tenía arrumbadas en el parque, esas que le molestaban cada vez que cortaba el pasto. Así surgió la idea de pedirle a la comunidad que ayude con donaciones.
“La sociedad respondió muy bien. La meta que teníamos eran treinta bicicletas y ya estamos a cuatro o cinco de las treinta, a una semana de que nos hicieron la nota en la tele (Eco TV). Tuvo muy buena repercusión, la gente se acercó, nos donó bicicletas, elementos para la bicicletería que nos hacían falta”, describió.
Paso a paso
La iniciativa de armar la bicicletería con fines socioeducativos y comunitarios tuvo varias respuestas positivas. Primero, el Municipio les consiguió el espacio en Pujol. En la primera etapa, trabajaron en el predio, lo limpiaron, pintaron y ordenaron los materiales. “La idea es que ellos tenga un lugar de pertenencia, que le den valor y lo cuiden”, remarcó el vecino.
También en la base estuvo la colaboración de bicicletería Keto, ubicada en Quintana. “Keto” capacitó a los chicos en el oficio para que pudieran arrancar.
Hoy asisten doce chicos de 13 a 17 años, se van a sumar otros tres y varios jóvenes quieren comenzar a trabajar. Algunos son del barrio, otros estaban en la barra de los que agredieron a su hijo y los menos llegan de más lejos, pero ya frecuentaban la zona.
“Los más grandes están entusiasmados porque vino un señor y nos trajo una herramienta de bicicletería que era de su papá. Me decía que no consigue gente de trabajo y le interesó este proyecto porque nosotros queremos que los chicos aprendan la cultura del trabajo”, confió.
Sobre la dinámica del taller, que funciona tres veces por semana y con asistencia, explicó que “como no pueden trabajar porque son menores, les damos una capacitación y luego un curso largo de cultura del trabajo”. Además, reciben una beca del programa Envión, que les otorgó la comuna.
El incentivo
Cuando llegan las donaciones, realizan un inventario del estado de cada bicicleta. La tarea consiste en desarmarlas, pintarlas y arreglar lo que no funciona. Los chicos trabajan divididos en grupos. Una vez que estén listos, los rodados se van a ofrecer a la venta.
“La venta de estas bicicletas se va a hacer para Navidad y Reyes. La idea es hacer una venta solidaria. Sabemos que una bicicleta está en valores altos, las de niños alcanzan los dos mil pesos. Entonces, nuestra idea es venderlas a un valor accesible. Queremos que el proyecto tenga doble sentido, por un lado, que los chicos aprendan y por otro lado que a la gente que le cuesta comprar una bicicleta para su hijo pueda encontrar acá una acorde a su bolsillo. Esa es la meta”, confió Sergio Núñez.
La plata que reúnan se va a repartir entre los chicos que trabajaron. “Están emocionados con la venta de bicicletas, porque en las Fiestas siempre se necesita dinero. Estamos hablando de chicos de 17 años que no trabajan porque nadie los toma por ser menores. La plata de algún lado la van a sacar, entonces la idea es que no vayan a hacer ningún lío. La realidad es que con los chicos que no trabajan, no estudian y están todo el día en la calle, la cuenta es simple, dos más dos es cuatro, no trabajás, no estudiás, salís a delinquir. Entonces, la idea es sacarlos de eso y les pusimos pautas, algunas reglas que están respetando”.
Una vez que se vendan las bicis, el proyecto continuará. “Se va a abrir la bicicletería al público para reparaciones, vamos a seguir vendiendo algunas”, confirmó, y adelantó que están trabajando con el Municipio en otras propuestas, como un taller de herrería.
Hay resultados
Tras cumplir los primeros meses de trabajo, Sergio Núñez celebró que ya percibe los primeros resultados. Contó que el sábado pasado vio a varios de los chicos dando vueltas por el barrio y les preguntó si no habían ido a ver la Farándula Estudiantil. Entonces le contestaron que habían estado, pero “como se armó quil…, nos vinimos”.
Agregó que una de las recomendaciones fue que no tuvieran problemas con nadie y valoró que decidieron dejar la zona donde había disturbios para evitar cualquier situación. “Estoy convencido de que si les puedo cambiar la forma de pensar, ellos van a cambiar su vida para siempre”, se esperanzó.
Por otro lado, ya se puso en contacto con autoridades educativas para evaluar qué espacios disponen para que el año próximo puedan retomar la escuela, ya que la mayoría quedó libre y abandonó hace varios meses.
Además, explicó que los jóvenes que se sumaron al proyecto se juntaban en el puente ubicado sobre Sáenz Peña, a pasar la tarde, a no hacer nada. Hoy ya no están ahí, y es otra de las buenas señales que capta Sergio Núñez, de esas que lo ayudan a ratificar que están en el buen camino.
Para colaborar
Los vecinos pueden colaborar donando bicicletas que no usen, de todos los tamaños y modelos. No importa el estado. Los encargados del proyecto las van a buscar si no pueden trasladarlas. Muchas de las bicis que recibieron están en condiciones y otras necesitarán mucho trabajo, lo que permitirá a los chicos poner en práctica todo lo aprendido.
Los que deseen contactarse pueden buscar el Facebook Tandil para los Chicos, que administra Andrea Castellanos, con quien están trabajando. “Le propusimos si se quería sumar. Todo el trabajo que viene haciendo es muy respetado, y a nosotros nos viene muy bien una persona que ya está en el tema, que conoce cómo manejarse, porque para nosotros esto es totalmente nuevo. Así que la sumamos al equipo, y hubo mucha gente que se acercó, que tiene oficio, que quiere colaborar”, afirmó, y agregó que también pueden llamar al 445-2900 o al 154-369638.
Con la solidaridad y la esperanza como norte, Sergio Núñez se mostró entusiasmado con esta tarea de compromiso con el prójimo, aunque sabe que esto recién comenzó y que deberá trabajar con el corazón para poder transformar la realidad.
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