Homenaje al fallecido Mario Rubén Chierico
El 3 de septiembre del 2008 falleció en la ciudad de Mar del Plata, Mario Rubén Chierico, quien prestigió con su presencia y trabajo al Museo de Bellas Artes de Tandil durante el año 2005, realizando una labor de restauración y puesta en valor de la obra de su padre, Santiago Chierico. Cabe destacar que Mario Rubén también ocupó un lugar significativo en la plástica y la literatura Argentina.
Nació el 22 de octubre de 1920 en Haedo, provincia de Buenos Aires. No cursó estudios en Bellas Artes, pero reconoce en las obras de su padre, el artista Santiago Chierico, una presencia visual, cotidiana, que se impone como escuela y que resulta ser punto de partida para aquello que hacia 1940 ya es confianza en sí mismo y vocación por el aprendizaje.
Desde entonces, y en un ambiente propicio para la escultura, le es revelada una capacidad que lo acercaría por acción u oposición de concepto, a lo imperativo en su necesidad de expresarse.
Mario Chierico tiende a buscar una síntesis que jerarquice lo elemental de las formas, pero rehuye al propósito si por conseguirlo ha de sacrificar lo esencial, que siempre debe primar sobre lo superfluo. En su propósito no concibe solución sin participación consciente de lo mejor que en el quehacer debe quedar de sí mismo. Esta idea, concepto que procura no necesitar de lo innecesario, lo lleva a su predilección por las formas amplias que se alejan del realismo preciso y minucioso. De tal estilo se vale para obtener la figuración plena de aquello que a la obra le es fundamental.
Luego de complacerse en la realización de varios retratos, una práctica que considera no fácil pero sí muy atrayente, ya se inclina en forma definitiva por las esculturas. Es así que realiza una obra de una figura de 2,60 metros sobre un basamento que en sus laterales muestra cuatro relieves, que sería un homenaje digno del poeta Pedro Palacios (Almafuerte), representando al protagonista de su poema ?El misionero? y los otros, reconocibles personajes de su ?chusma? sagrada, acompañando en desgarrante coro a su indignada y reclamante voz. Posteriormente, desde Junín se le encomienda la ejecución del monumento a Eusebio Marcilla, entre otros.
Cumplidos estos compromisos y antes de realizar su primer viaje a Europa por seis meses, en 1955 realiza el monumento al General Manuel Belgrano, que fue instalado en la plaza principal de la ciudad de 9 de Julio, donde luego de su regreso de Europa le encomiendan la realización del monumento a la madre, donde las formas de la arquitectura se integran al concepto simbólicamente expresivo propuesto por la escultura. Emplazados dentro del gran espacio que la ciudad concede para sus homenajes, es donde más tarde encuentran su lugar dos bustos de tamaño mayor que el natural, correspondientes a Domingo Faustino Sarmiento y Almafuerte, inaugurándose ambos en homenaje a Juan Bautista Alberdi, frente a un establecimiento escolar.
Durante su permanencia en Tandil, y en su trabajo de restauración, demostró un grado de profesionalismo y sencillez que cautivo a todos aquellos que tuvieron el placer de compartir con él intensas horas de trabajo, donde el amor por su padre y su obra de marcó un momento único el las actividades del Museo de Bellas Artes.*
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios