Hoy mano a mano con Carlos Montefusco
Ha continuado en la línea de tantos representantes de nuestra pintura costumbrista como Eleodoro Marenco, Prilidiano Pueyrredón, León Palliere, Rugendas o Monvoisin. Lo une a todos ellos el cariño y la admiración por nuestra gente de campo y por la historia de su Patria.
Fue en su niñez en Avellaneda, cuando conoció los horizontes ilimitados al descubrir la costa del Plata, y tomó contacto por vez primera con la creación divina. Allí la naturaleza enraizó en su alma para siempre.
Dibujante precoz, Montefusco comenzó a tomar el lápiz y garabatear al año de edad siendo en la escuela el típico “nene que sabe dibujar”. Perteneciente a una de las primeras generaciones criadas a la luz del televisor, su primera influencia artística le viene del mundo del “Cartoon” y en especial de los clásicos de Disney. En su obra puede advertirse esta presencia en las escenas de movimiento con perspectivas forzadas, o en las humanizadas miradas de los animales. Deseoso de tomar contacto con el campo y la naturaleza, en el año 1984 comienza la carrera de ingeniero zootecnista y a la par es contratado por la revista “Dinámica Rural” para ilustrar sus notas técnicas dándoles su toque de humor y frescura. Recibido ya, su profesión lo acerca más a su querido campo, a la llanura, a sus paisanos y a ?sus bichos?.
Por otro lado, por ser un ávido lector de nuestra historia “chica” y del pormenorizado estudio de “pilchas” y costumbres, almacenará con el tiempo valiosa información que dará a su obra un carácter documental.
En el año 1993 hace su primera muestra “oficial” como artista plástico sin interrumpir su actividad pictórica hasta el día de hoy. Junto a sus pinturas ha viajado por el país e inclusive llegó a exponer en Estados Unidos.
El crítico Rafael Squirru dice de él: “Montefusco es dueño de una técnica muy depurada que le permite desarrollar sus ambiciosas composiciones con un dibujo nítido y un color ajustado. Sus escenas pampeanas están pobladas de gauchos y de indios, montados en mancarrones que asumen la dimensión caricaturesca de su maestro. Esta incursión en lo grotesco es bastante menos pronunciada que en Molina; no está puesta al servicio de la risa, más bien se trata de enfatizar las características del caballo, mucho menos evidente en los jinetes. Acierta Montefusco en su captación del espacio pampeano con sus grandes cielos, las más de las veces claros con alguna nubecilla. Acompañarse con el arte de Montefusco supone mantener una actitud risueña y a la vez gozosa del arte de los pinceles”.
Contrariamente al gran interés que su obra despierta en el público, sus trabajos originales son muy difíciles de ver por hallarse diseminados entre muchos coleccionistas particulares, tanto argentinos como extranjeros. Sólo una pintura de su producción está presente en una institución pública, el Museo Nacional del Cowboy en Oklahoma, Texas.
Su amigo, el presbítero Juan Bautista Ramírez nos aclara: “A pesar de lo que las matemáticas indiquen, la suma de las partes acostumbra ser menor que el todo. Ese es el caso comprobable de la pintura de Carlos Montefusco. El dibujo de trazo espontáneo, propio de su talento de caricaturista; la composición minuciosa pero natural, apartada del escrúpulo y lo artificioso; su conocimiento absoluto, científico diríase, del ambiente en el que se abrevan sus motivos; el trabajo serio y el tiempo consagrado pacientemente a cada obra, son, entre otros, factores innegables de su quehacer del caballete. Pero la totalidad que ofrece al observador va más allá de ese elenco de virtudes. Frente a sus cuadros experiméntase el inefable efecto que produce sólo el auténtico arte. Difícilmente se alcanza a saber a ciencia cierta qué es lo que seduce de ese modo. ¿Por qué? Una explicación de ello posiblemente sea que el alma de todo lo viviente es siempre inasible, evasiva a cada intento de parcialización; el alma, así yaga en cada detalle, va mucho mas allá de todos ellos juntos. Los cuadros de Montefusco viven, tienen alma.”
En resumen, quien se detenga frente a una obra de este artista argentino viajará por la historia del Río de la Plata, aprenderá los secretos de la vida rural de antaño, se transformará en conocedor de las tareas camperas y llegará a convertirse en un experto en flora y fauna nativa. Todo aderezado con humor, que se desprende de la sutil caricatura que emana de su pincel.
1. El mejor café: con crema y canela.
2. El mejor consejo que le han dado: se es dueño de los silencios, y esclavo de las palabras.
3. La banda de sonido de una película: Tarzán (versión Disney)
4. La reunión ideal: familia y amigos.
5. Tiempo perdido: con mi suegra.
6. Tiempo valioso: compartido con mi familia. (sin mi suegra)
7. Un actor: Robert De Niro.
8. Un amigo: el Mono.
9. Un amor: Leonor
10. Un animal: el cuis.
11. Un artista plástico: Velázquez
12. Un auto: que ande.
13. Un color: amarillo.
14. Un conductor de televisión: Julián Weich.
15. Un disco: ?Adentro? de los Chalchaleros.
16. Un enemigo: la ignorancia.
17. Un escritor: Arturo Pérez Reverte.
18. Un ideal: ser buena gente.
19. Un juego o juguete: la número cinco.
20. Un legado: hacer el bien.
21. Un libro: Vida entre los patagones de George Ch. Musters.
22. Un lugar: Tandil.
23. Un proyecto: unir a los argentinos.
24. Un recuerdo: a caballo, cielo plomizo, un centeno verde claro, y olor a lluvia.
25. Un referente: San Martín.
26. Un sabor: gambas al ajillo.
27. Un sueño: viajar.
28. Un viaje: conocer mi país.
29. Una actriz: Emma Watson.
30. Una banda extranjera: Queen
31. Una banda nacional: Chalchaleros.
32. Una bebida: jugo de naranja.
33. Una cábala: ver los partidos del mundial con el Gordo Vega.
34. Una canción: ?Amanecer? (milonga) de G. Márquez “Charrúa”.
35. Una causa: hacer conocer nuestras raíces.
36. Una cuenta pendiente: cruzar la cordillera en mula.
37. Una época: ahora.
38. Una estación: primavera.
39. Una fecha: Navidad.
40. Una flor: verbena.
41. Una fragancia: lavanda.
42. Una fruta: durazno.
43. Una obligación: ser honesto.
44. Una obra de teatro: las presentaciones de Les Luthiers.
45. Una película: ?Danza con lobos?.
46. Una posibilidad: llegar con mis trabajos a la animación.
47. Una pregunta: ¿Por qué las mujeres no saben enrollar el cable de la plancha?
48. Una prenda de vestir: chaleco.
49. Una tradición: asado del sábado.
50. Una utopía: Un mundo sin suegras.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailSobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios