Hugo Nario presentó ?Bepo, vida secreta de un linyera?
José Américo Ghezzi, hijo de inmigrantes italianos, nació en Tandil; más precisamente en la población de trabajadores y sus familias que entonces residían en las inmediaciones de la cantera La Movediza.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAunque eximio picapedrero de oficio, como muchos otros jóvenes de su tiempo, tentó la aventura de andar sobre el lomo de los trenes cargueros y durante veinticinco años las vías ferroviarias del país fueron su hábitat, a lo largo de 30 mil kilómetros de extensión por catorce metros de ancho. Por ellos recorrió media república, sin detenerse más que para participar de la recolección de maíz y otros cereales y luego reanudar su vagabundeo.
Como él lo expresó en el libro que cuenta su vida: su meta era seguir.
Su vida andariega y su empecinada búsqueda de la libertad, merecieron no sólo este relato escrito, sino el cinematográfico y el televisivo. De su vigencia datan el film “Que vivan los crotos” de Ana Pollak y un capítulo del programa de televisión “Esas Pequeñas Cosas”, de Néstor Machiavelli. Una nueva película con su nombre, a cargo del director Marcelo Gálvez y con el respaldo de la Facultad de Bellas Artes de La Plata se suma a los testimonios.
El autor
-Fue presentado su libro sobre Bepo Ghezzi.
-Mis amigos de Ediciones del Manantial quisieron hacerlo. Siento que el libro ya no me pertenece, así lo he escrito, es de los lectores, que son los que tomaron un protagonista y lo transformaron en personaje.
María Inés Alonso me decía que el libro se cierra cuando el lector lo termina de leer.
-¿Por qué decide titular esta obra como “La vida secreta de un linyera”?
-Linyera eran los viajeros furtivos de los trenes de carga, casi todos estaban cruzados por la falta de oportunidades de trabajo o por las crisis. El nombre fue heredado de los primeros migrantes que venían, llamados “trabajadores golondrina”, porque venían en al verano argentino y volvían al verano europeo.
Croto, que es la palabra que más se difundió aquí, pareciera que ahora se ha transformado en el símbolo del hombre que busca la libertad a cualquier precio.
Debo decir que yo participaba del prejuicio sobre la palabra croto y no quería mencionarla, pero él la utilizaba con toda naturalidad.
La obra
-El libro está compuesto por una serie de diálogos con Bepo.
-Lo que fundamentalmente compone este libro son largas conversaciones sobre sus andanzas, que comencé a tener en 1976 y se prolongaron hasta 1980.
Bepo nunca hablaba en público, jamás había hablado delante de un grabador. Cuando yo lo encendí, empezó a tartamudear y me pidió que lo apagara. Yo me di cuenta que le molestaba. De muchas de esas conversaciones, charlas y mates, salió el libro.
-Al tiempo ya se animaba a hacer entrevistas.
-Sobre eso hay una anécdota. Cuando Ana Pollak decide hacer la película y viene a hacer la pre producción, ya Bepo era un hombre público, estaba más suelto, se animaba a hablar, contar. En esa oportunidad empezó a hablar con mucha fluidez y calma. Ana fue acercando la cámara hasta que se le puso a cinco centímetros del ojo. Bepo no perdió una línea, pero se le cayó una lágrima y, mientras se la secaba, dijo, “disculpen, es el humo del fuego”.
El camino del autor
-Este libro tuvo varias versiones.
-El que recibió la primera versión del libro fue Ernesto Sábato, que nos dio algunos consejos sobre la organización. El me dijo que quebrara la continuidad del relato, que no fuera cronológico. Y así fue, elegimos un momento culminante de su andanza en los primeros tiempos y ahí fuimos haciendo lo que en cinematografía se llama flashback. Mi aporte fue el marco histórico para explicar determinadas actitudes individuales y colectivas.
Este libro necesitó de siete escrituras más hasta que llegué a este punto. Lo presenté en distintas circunstancias.
En un momento, el Centro Editor de América Latina, para su colección de Historias de Nuestro Pueblo, lo aceptó y se hicieron cuatro ediciones más. La primera se agotó a los tres meses. Había una expectativa entre los lectores. La gente estaba sedienta de esa historia.
-¿Siente que esta historia cierra una época?
-Yo creo que sí. A Bepo le preguntaban cuándo había dejado de ser croto y decía “cuando los ferrocarriles dejaron de ser nuestros. Cuando los crotos iban arriba de los trenes, iban a recoger la riqueza argentina, porque eran pobres y marginados. Entonces el gobierno, en aquel entonces, no quiso que se vieran más sobre los trenes y creó el pasaje de tercera. Pero el afán de aventura fue mucho más importante.
-Decidió presentarlo en un espacio emblemático, el Teatro de la Confraternidad.
-Cuando hablé con Natalia Correa pensó en hacerlo en la Casa de la Cultura, en el Salón Blanco, que es solemne, y finalmente se le ocurrió el Teatro de la Confraternidad Ferroviaria, que me pareció el lugar más adecuado.
El libro hoy tiene vida propia, llevó mucho tiempo de trabajo, pero hoy está circulando para que la gente lo lea. Esta es la historia de un hombre que buscó la libertad.
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