Juzgan a un joven de 18 años por el asalto en una panadería, ocurrido el 6 octubre de 2010
Ayer se realizó el debate y los alegatos en el juicio oral y público que se le sigue a Daniel Alberto Olazar, de 18 años, imputado por el robo a la panadería Olivas, ubicada en Quintana 651, ocurrido el 6 de octubre de 2010. El veredicto se dará a conocer el próximo jueves 14 de julio, a las 12.
Ante el juez Pablo Galli pasaron tres testigos: las dos empleadas que atendían el comercio en el momento del asalto y la responsable de una agencia de quiniela ubicada en la vereda de enfrente.
En primer término, la única persona que reconoció al imputado por el robo relató que estaba en el sector de elaboración, junto a su compañera, y escuchó el timbre que avisa la apertura de la caja registradora. Al asomarse al salón de ventas, vio a Olazar sacando el dinero de la caja, quien esgrimiendo una navaja pequeña, le dijo: “Quedate piola. Quedate piola”.
Asustada, la mujer volvió sobre sus pasos, alertó a su compañera, y ambas se fueron por una puerta que comunica con otra panadería lindera. Allí, los encargados procedieron a cerrar el comercio y llamaron a la policía.
En la audiencia, la joven dibujó el croquis del local, dio precisiones sobre las distancias y aclaró distintos puntos de su ubicación y la del imputado, al que pudo señalar al ser consultada por el juez. También ratificó que el joven llevaba un cortaplumas en una de sus manos, mientras que con la otra se apoderaba de entre 300 y 400 pesos en cambio.
Por su parte, la segunda testigo indicó que estaba limpiando una cortadora de fiambre cuando escucharon el ruido de la caja. Como una ex empleada del lugar solía hacerles esa broma, dejó que su amiga fuera sola hasta el salón. Segundos después, salió en su búsqueda y la encontró en el pasillo, donde le contó del robo. Afirmó que ambas salieron corriendo y que su compañera “estaba en crisis”.
La tercera mujer citada a declarar contó que cerró la agencia de quiniela que atiende, ubicada en diagonal a Olivas, y vio a dos personas que le infundieron temor, por lo que decidió entrar en una telefónica vecina, donde verbalizó su sensación. Luego, escuchó a la policía y salió del negocio.
También afirmó que la descripción de estas dos personas coincidía con la realizada por la empleada del comercio que sufrió el robo. Recordó que los jóvenes tenían las caras tapadas con chalinas y vestimentas de color oscuro, y que antes habían pasado y mirado a través de la vidriera de la agencia.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailComo pruebas, mencionó las constancias de las actuaciones policiales y las declaraciones de las testigos efectuadas ante el Tribunal. También consideró que la empleada de la panadería fue “categórica” al reconocer al imputado y se adelantó a los argumentos de la defensa en cuanto a la navaja. “Fue más allá de la exhibición”, afirmó y argumentó que en dos oportunidades le dijo: “Quedate piola”.
También mencionó que el acusado y una menor edad fueron aprehendidos por la policía a cuatro cuadras de la panadería, con dinero en efectivo –monedas y un trozo de billete de 100 pesos- en su poder.
Al momento de evaluar la pena, consideró como único atenuante la falta de antecedentes penales y como agravante, la nocturnidad, situación favorecedora a la hora de lograr impunidad.
Por último, solicitó una condena de 5 años y 4 meses de prisión por “Robo agravado por el uso de arma”.
Insistió con que cuando un solo testigo vio el arma y no se confirma con otros elementos cargosos independientes, no está acreditada su utilización. Aseguró que se trata de “un único testimonio huérfano de otros elementos de prueba” y marcó que debe acreditarse que provocó “un riesgo mayor al del robo”. En este caso, fundamentó que la empleada vio un cortaplumas chiquito a 3 ó 4 metros de distancia.
“No voy a negar la autoría, sí voy a cuestionar la subsunción al tipo penal”, dijo Kolbl y pidió que se encuadre el hecho como “Robo”, ya que tampoco se secuestró el arma a pesar de un meticuloso rastrillaje en la zona y la requisa sobre el imputado.
Descartó como agravante la hora y como atenuantes citó la edad del imputado, que tenía 18 años recién cumplidos en el momento del robo. Por todo esto, pidió una pena que no exceda el tiempo que lleva privado de su libertad.*
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios