La escuela de El Solcito festeja su centenario el 13 de octubre
El sábado 13 de octubre comenzará a concentrarse la gente en el establecimiento educativo a las 15.30, pero el acto formal se iniciará a las 16. En caso de lluvia, se suspenderá para el sábado 20 de octubre.
El mismo día se llevará a cabo una cena que es organizada por la comisión de ex alumnos. La misma se realizará a las 21.30 en el club Defensores El Solcito.
Las tarjetas están en venta hasta el 2 de octubre (con una capacidad limitada). Para adquirir entradas pueden comunicarse al 443-0514 o 154-647246 en el horario de 16 a 20.
Recibí las noticias en tu email
Llena de recuerdos
María Esther Osa de Arhex, mejor conocida como “Maité”, fue directora de la institución del año 1962 al 71.
“Yo estuve 9 años y era parte de la comunidad, vivía a 2 mil metros de la escuela. Tengo muy lindos recuerdos, el establecimiento estaba en el campo Santa Rosa de Carnero, veníamos por la calle vecinal llena de barro y yo iba alzando los chiquitos en las tranqueras”, recordó.
Y contó que “había una sola maestra con 21 alumnos, una directora con tres grados y la maestra con otros tres. Yo siempre me hacía cargo de primero inferior, primero superior y segundo. La otra maestra, de los grados superiores”.
“Tengo mucho recuerdos, hacíamos los bailes de la cooperadora en El Mosquito y en El Solcito. También realizábamos rifas, la escuelita siempre se mantenía impecable, nunca tuvo humedad, yo no tengo de qué quejarme. Los recuerdos míos son muy buenos y se juntaba con que para mí ir a la escuela era como una reunión social”, explicó.
A su vez, señaló que “me trataba con los padres, íbamos a cenar con ellos, organizábamos los bailes, llevábamos Ajenjo eran los bailes más famosos. Era un acto social para todo el vecindario”.
“Me acuerdo en una oportunidad que todo el barrio se quejaba de los caminos, había pantanos. A veces yo paraba el auto, pasaba el pantano con botas de goma, dejaba el auto y llegaba a la escuela o pasaba por arriba de algún campo porque las tranqueras no tenían candado, no se robaba”, relató.
Respecto a la relación con el alumnado, recalcó que “el campo no está contaminado, los chicos son tan inocentes, tan buenos. En esa época no había nada más que la escuelita y jugar con sus compañeros. Cada cual volvía a caballo, en bicicleta o caminando”.
“Yo estuve 9 años y era parte de la comunidad, vivía a 2 mil metros de la escuela. Tengo muy lindos recuerdos, el establecimiento estaba en el campo Santa Rosa de Carnero, veníamos por la calle vecinal llena de barro y yo iba alzando los chiquitos en las tranqueras”, recordó.
Y contó que “había una sola maestra con 21 alumnos, una directora con tres grados y la maestra con otros tres. Yo siempre me hacía cargo de primero inferior, primero superior y segundo. La otra maestra, de los grados superiores”.
“Tengo mucho recuerdos, hacíamos los bailes de la cooperadora en El Mosquito y en El Solcito. También realizábamos rifas, la escuelita siempre se mantenía impecable, nunca tuvo humedad, yo no tengo de qué quejarme. Los recuerdos míos son muy buenos y se juntaba con que para mí ir a la escuela era como una reunión social”, explicó.
A su vez, señaló que “me trataba con los padres, íbamos a cenar con ellos, organizábamos los bailes, llevábamos Ajenjo eran los bailes más famosos. Era un acto social para todo el vecindario”.
“Me acuerdo en una oportunidad que todo el barrio se quejaba de los caminos, había pantanos. A veces yo paraba el auto, pasaba el pantano con botas de goma, dejaba el auto y llegaba a la escuela o pasaba por arriba de algún campo porque las tranqueras no tenían candado, no se robaba”, relató.
Respecto a la relación con el alumnado, recalcó que “el campo no está contaminado, los chicos son tan inocentes, tan buenos. En esa época no había nada más que la escuelita y jugar con sus compañeros. Cada cual volvía a caballo, en bicicleta o caminando”.
Una gran familia
Héctor Lazarte, conocido por todos como “Pirulo”, fu alumno entre el ‘42 y el ‘46. “El barrio nuestro era grande, cuando empecé éramos 42 alumnos a cargo de doña Ana, yo la tuve tres meses, ella se jubiló y vino la maestra Virginia, que era excelente. Teníamos clase incluso los sábados y no faltaba nunca porque vivía en allí. A mí me gustaba mucho la escuela así que aunque lloviera iba igual”, aseguró.
Carlos Cerdeira, ex alumno del ‘45 al ‘50, contó que “vivía a dos kilómetros, íbamos caminando, a caballo o en sulki los tres hermanos. En el año ‘49 fue una maestra suplente y estaba lejos de la escuela. Como no tenía en qué ir la llevábamos nosotros”.
“Eran épocas lindas, los compañeros son eternos pasan 20, 30 ó 40 años que no los ves y cuando te reencontrás es como si vieras a un hermano. Yo tuve la suerte de quedarme en el barrio hasta que me casé pero seguimos todos vinculados. Es como una familia grande”, resaltó.
Por su parte, Magdalena Inza, una de las alumnas más antiguas, contó que “yo iba a la escuela en jardinera, que es parecida a un sulki, y llevaba a dos vecinos que no tenían en qué ir. Había una maestra que era la directora también, era muy buena, a mí me gustaba mucho ir a la escuela. En el tiempo que yo iba además de estudiar hacían trabajar a los chicos, mi hermano mayor tenía que tejer y también bordábamos, todos los días había alguna actividad”.
Carlos Cerdeira, ex alumno del ‘45 al ‘50, contó que “vivía a dos kilómetros, íbamos caminando, a caballo o en sulki los tres hermanos. En el año ‘49 fue una maestra suplente y estaba lejos de la escuela. Como no tenía en qué ir la llevábamos nosotros”.
“Eran épocas lindas, los compañeros son eternos pasan 20, 30 ó 40 años que no los ves y cuando te reencontrás es como si vieras a un hermano. Yo tuve la suerte de quedarme en el barrio hasta que me casé pero seguimos todos vinculados. Es como una familia grande”, resaltó.
Por su parte, Magdalena Inza, una de las alumnas más antiguas, contó que “yo iba a la escuela en jardinera, que es parecida a un sulki, y llevaba a dos vecinos que no tenían en qué ir. Había una maestra que era la directora también, era muy buena, a mí me gustaba mucho ir a la escuela. En el tiempo que yo iba además de estudiar hacían trabajar a los chicos, mi hermano mayor tenía que tejer y también bordábamos, todos los días había alguna actividad”.
La escuela hoy
Actualmente, la institución funciona como plurigrado con 17 alumnos de primero a sexto y el jardín de infantes posee 12 chicos.
María Celia Maggiori explicó que “trabajamos en forma conjunta todos en un aula. Yo soy directora con alumnos a cargo. Tenemos profesora de inglés, educación física, teatro y también una auxiliar que nos ayuda con la merienda y la limpieza. Nos acompaña la asociación cooperadora”.
“La relación con los chicos es muy familiar. Nosotros intercambiamos mucho diálogo y hacernos acuerdos. A veces disfrutan un rato más del recreo porque es el momento donde todos los chicos se encuentran en el ámbito rural, después cada uno regresa a sus casas y no es tan común como en la ciudad que hagan actividades de intercambio”, detalló. u
María Celia Maggiori explicó que “trabajamos en forma conjunta todos en un aula. Yo soy directora con alumnos a cargo. Tenemos profesora de inglés, educación física, teatro y también una auxiliar que nos ayuda con la merienda y la limpieza. Nos acompaña la asociación cooperadora”.
“La relación con los chicos es muy familiar. Nosotros intercambiamos mucho diálogo y hacernos acuerdos. A veces disfrutan un rato más del recreo porque es el momento donde todos los chicos se encuentran en el ámbito rural, después cada uno regresa a sus casas y no es tan común como en la ciudad que hagan actividades de intercambio”, detalló. u
Una escuela con historia
La Escuela 18 nació en el año 1912 ocupando su primer edificio rancho con techo de chapa en la zona de la Movediza.
Posteriormente, en el año 1913, funcionó en la cantera Alvión estando al frente del cargo directivo Enrique Marconi.
Durante el período que abarcan los años 1913 al 1920 no se pudieron hallar registros que aporten datos precisos sobre su funcionamiento, pero el ex alumno Héctor Lazarte recuerda que cuando su padre asistía a la escuela en esa época, estaba a cargo del director “Bichi” en el paraje La Aurora.
Con motivo de la partida del director a Las Chilcas, y para evitar que la escuela quedara sola con su mobiliario, el 20 de noviembre de 1920 se designa como directora a Ana Elichabe de Espelet.
En ese momento la escuela funcionaba en la propiedad del Pablo Depietri del paraje La Aurora a la que concurrían 52 alumnos de primero, segundo y tercer grado, 18 varones argentinos y uno extranjero, 22 mujeres argentinas y una extranjera. Se encontraban a unos 12 kilómetros de la Estación Iraola.
Las características de la casa en la que funcionaba era: una construcción de ladrillos y cal, con cuatro habitaciones. Una de ellas, estaba destinada para el dictado de las clases. Tenían un patio en el que realizaban los recreos y dos letrinas.
Las clases se dictaban de lunes a sábado y los horarios dependían de las estaciones de año, de 8 a 12 en verano y de 12 a 16 en invierno, ya que no se disponía ni de electricidad ni de calefacción. Los alumnos se trasladaban hacia la escuela caminando, a caballo, o en jardinera.
La escuela nueva fue construida por el Plan Quinquenal entre los años 1949 y 1950, en el terreno donado por José Carnero y su esposa, que fueron los padrinos de la escuela.
La directora Olga Irazusta de Saravia, quien se desempeñaba en el cargo desde el año 1950, vivía en la casa donde ahora funciona el Jardín de Infantes 1. Posteriormente se construyó una segunda aula y la galería.
Posteriormente, en el año 1913, funcionó en la cantera Alvión estando al frente del cargo directivo Enrique Marconi.
Durante el período que abarcan los años 1913 al 1920 no se pudieron hallar registros que aporten datos precisos sobre su funcionamiento, pero el ex alumno Héctor Lazarte recuerda que cuando su padre asistía a la escuela en esa época, estaba a cargo del director “Bichi” en el paraje La Aurora.
Con motivo de la partida del director a Las Chilcas, y para evitar que la escuela quedara sola con su mobiliario, el 20 de noviembre de 1920 se designa como directora a Ana Elichabe de Espelet.
En ese momento la escuela funcionaba en la propiedad del Pablo Depietri del paraje La Aurora a la que concurrían 52 alumnos de primero, segundo y tercer grado, 18 varones argentinos y uno extranjero, 22 mujeres argentinas y una extranjera. Se encontraban a unos 12 kilómetros de la Estación Iraola.
Las características de la casa en la que funcionaba era: una construcción de ladrillos y cal, con cuatro habitaciones. Una de ellas, estaba destinada para el dictado de las clases. Tenían un patio en el que realizaban los recreos y dos letrinas.
Las clases se dictaban de lunes a sábado y los horarios dependían de las estaciones de año, de 8 a 12 en verano y de 12 a 16 en invierno, ya que no se disponía ni de electricidad ni de calefacción. Los alumnos se trasladaban hacia la escuela caminando, a caballo, o en jardinera.
La escuela nueva fue construida por el Plan Quinquenal entre los años 1949 y 1950, en el terreno donado por José Carnero y su esposa, que fueron los padrinos de la escuela.
La directora Olga Irazusta de Saravia, quien se desempeñaba en el cargo desde el año 1950, vivía en la casa donde ahora funciona el Jardín de Infantes 1. Posteriormente se construyó una segunda aula y la galería.
Este contenido no está abierto a comentarios