La estrella brilló como nunca
Qué difícil fue para el campeón acelerar en los precoces movimientos de 2008, cuando los Orsi debían poner el pecho a esas duras pruebas de la vida, a esos golpes que le había asestado el destino.
Cuántas sensaciones habrá sentido ese joven y su familia para encarar una nueva vida, y de seguir en una actividad que requiere tanta fortaleza, temple, y un gran estado anímico.
Qué difícil de entender sería para este luchador, algunas cosas que nunca había transitado, viviendo con su corazón herido, con sombras en su sonrisa, y con las huellas de un traumático momento.
El hombre, tuvo que hacerse más fuerte que nunca, debió poner garra, personalidad, y paso firme para superar etapas.
La contención de su grupo, el afecto de su familia y de sus amigos fue vital, casi determinante.
La temporada pasada, con todos los avatares fue decorosa, y con una visión alentadora para al año siguiente. El ánimo estaba fortalecido en el 2010, el espíritu retemplado, y los objetivos estaban claros y firmes. Había una estrella que lo acompañaba, que estaba pendiente de sus pretensiones, guiando su derrotero en cualquier lugar, tiempo y terreno.
Germán iniciaba con buenos augurios y bien perfilado el periplo, llegaron los triunfos, el gran momento, hasta la madurez, y las alegrías. No fue fácil llegar al objetivo, el desafío era fuerte, y las ilusiones eran grandes. La apuesta valía la pena, la recompensa fue gratificante. Los sueños se hicieron realidad.
Hoy, los Orsi, Germán, Carlos, el abuelo Rafael y la familia, viven un lindo momento en lo deportivo, difícil de olvidar, como las alegrías de la niñez, en las épocas de La Violeta, allá cerca de Arrecifes y Pergamino.
Un desenlace feliz, una caricia al espíritu para Germán y su grupo. La estrella siempre está, aquella que los guía, los mima, y los cuida. Los corazones han latido más que nunca, como la estrella ha iluminado más que siempre el rumbo de sus afectos.
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