La fototeca digital de Ciencias Humanas, un archivo comunitario que se puede ver en la web
Entrar al repositorio digital de Ciencias Humanas es un verdadero viaje al pasado. Son, hasta ahora, más de 15 mil fotografías recolectadas, digitalizadas y sistematizadas por Florencia Ramón y Luciano Di Salvo, responsables del programa institucional Archivo Histórico Digital Comunitario del cual depende la fototeca. Son imágenes que logran dejar al descubierto el paso del tiempo, que invitan a conocer los usos y costumbres del pasado, que permiten estudiar, analizar y comprender a la sociedad tandilense y que revelan el valor de la fotografía como documento histórico en sí mismo.
“La idea desde el comienzo, allá por 2010, fue poder construir un archivo comunitario de fácil acceso, en donde todo esté digitalizado y la información, sistematizada”, señaló Ramón en una charla con El Eco de Tandil. Hoy ese objetivo está cumplido: el próximo miércoles 6 de julio a las 16 en la Sala B del Centro Cultural Universitario se presentará en sociedad el repositorio que ya se puede visitar a través de la web ingresando a dspace.fch.unicen.edu.ar. Una vez dentro de la página, no queda más que zambullirse en el pasado y recorrer la ciudad a través de la lente de antiguos fotógrafos, profesionales y amateurs.
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La imagen como protagonista.
-Además de las imágenes en sí, ¿qué les resultó interesante del archivo?
Di Salvo: -Yo creo que lo más interesante es el hecho de que la mayoría de la gente que cede fotos lo primero que te dice es que ellos no tienen nada interesante, como si el propio patrimonio visual familiar no fuese importante. Según por ejemplo las concepciones de la historia social, son documentos muy valiosos porque reflejan cuestiones que tienen que ver con la vida cotidiana, con el mundo del trabajo sobre todo. Son documentos muy valiosos y muy interesantes.
-¿Cómo recolectan las fotos?
Ramón: -Arrancamos con nuestras familias y nuestras amistades, hasta que se corrió la voz. Esto nos llevó dos años. Además, ahora con las redes sociales mucha gente sube fotos antiguas y ese también es un enganche. “¿Tenés más fotografías? ¿No querés traerlas?”, les preguntamos. Así que en realidad ha sido un ida y vuelta. La gente nos dona las imágenes o las trae para que la digitalicemos y luego la devolvemos. Nuestra idea es poder ser un banco de imágenes.
-¿Todo el archivo está digitalizado?
Di Salvo: -Sí. Digitalizamos las fotos en 1200 dpi, que es alta resolución. Esto permite hacer copias grandes o acercar y ver detalles muy minúsculos de la fotografía. Por el momento hay alrededor de 15 mil fotos digitalizadas. Empezamos en 2010, pero más sistemáticamente desde que el programa se institucionalizó en la Facultad de Ciencias Humanas, en 2013.
-¿Cambiaron los objetivos al ver la cantidad de fotos y la importancia que puede tener ese material para la investigación social, por ejemplo?
Ramón: -En realidad en ese sentido los objetivos generales no han cambiado. La idea es poder construir un archivo comunitario de fácil acceso y que esté todo digitalizado. Al ser de fácil acceso, todo aquel al que le interese o que necesite, ya sea docente, investigador, o alguien de la comunidad en general, puede “bucear” dentro del archivo. Por eso ahora estamos prontos a presentar la página, donde estamos subiendo todo el material catalogado.
Di Salvo: -El objetivo inicial, que sigue siendo el principal, es tener el repositorio digital con todas estas imágenes para el acceso público con la información sistematizada. Una página en donde la información está ordenada en comunidades y colecciones a partir de las distintas sesiones que hace la gente y las instituciones.
Román: -La idea es que sea un repositorio de fácil acceso pero también un espacio a través del cual, si alguien necesita una fotografía para algún fin específico, nos la pida y nosotros la mandamos con buena resolución.
Di Salvo: -Algo que ya ocurre. En todos estos años en los que hemos trabajado, interactuamos con mucha cantidad de usuarios, sobre todo docentes que utilizan el material con fines didácticos, o investigadores. Incluso, han aparecido cosas que insólitas para nosotros, como tesistas de arquitectura que pedían fotos de casas chorizo o gente que buscaba uniformes escolares antiguos porque estudiaban temas relacionados con la educación.
Román: -Lo que cuenta Luciano tiene que ver con otro de los objetivos que teníamos en un principio: poder concientizar que la fotografía puede ser un documento histórico en sí mismo y no una mera ilustración de un texto escrito. La fototeca digital, entonces, también tiene que ver con empezar a revalorizar a la fotografía desde otro lugar.
Nuevos desafíos
“Con el tiempo fueron apareciendo nuevas demandas. Sobre todo en el trabajo con instituciones, que es algo en lo que estamos trabajando mucho ahora ya que hemos firmado convenios con clubes, con escuelas…”, explica Di Salvo. Es que son cada vez más los espacios que buscan recuperar sus memorias y reconstruir su historia a través de la fotografía.
-¿Qué tipo de trabajo realizan con estas instituciones?
Di Salvo: -Hacemos la digitalización de sus archivos y el tendido de redes hacia la comunidad en la cual está inserta esa institución. El objetivo es reconstruir la historia de esas instituciones porque en general han sido bastante desaprensivas con su propio material y no siempre lo han cuidado. No han tenido una política sistemática de guardado, entonces muchas veces los vecinos aportan material y de alguna manera contribuyen a la reconstrucción de la memoria visual de esas instituciones.
Ramón: -Ahora estamos trabajando con Ferro, pero lo mismo pasa con las escuelas. Muchas de ellas, una vez que digitalizamos su archivo, empezaron a querer buscar más material. Algunas han hecho, incluso, campañas con exalumnos que tenían fotografías de la escuela y así fueron nutriendo sus propios archivos.
Ocio, trabajo y fotos de estudio
El archivo cuenta con una foto de la Piedra Movediza original. Otra de las imágenes que lograron conmover a los archivistas es una que muestra a un grupo de mujeres en la década del ‘50 trabajando en Metalúrgica Tandil. Hay fotos de 1890, aproximadamente -las tomaba el fotógrafo tandilense Pedro Momini en su local, Fotografía del Progreso- y hay fotos del famoso Carlos Pierroni. Hay muchas poses y poca espontaneidad. Hay fotos de estudio, hay fotos en donde la familia está alrededor de la mesa por algún festejo y hay fotos rurales, peones trabajando y cosechadoras. Pero sobre todo hay fotos que hablan, y cuentan historias.
-¿Qué se puede rescatar a través de las fotografías?
Ramón: -Un montón de cosas: cuáles eran los usos que se hacía del espacio público, las costumbres de esas épocas, cuáles eran los lugares más visitados… A medida que encontramos más fotografías vamos viendo parámetros y repeticiones en muchas de las familias. Después podés ver costumbres según los barrios. En Villa Aguirre, por ejemplo, hay un montón de fotos relacionadas con el hipódromo, fotos de caballos y muchas de los jockeys. Es muy interesante ver eso porque es parte de la historia social del propio lugar. Y es así como dice Luciano, quizá te dicen “yo no tengo nada” pero después nos traen fotografías de sus lugares de trabajo. Así encontramos fotos de mujeres de la década del cincuenta trabajando en la Metalúrgica. Son muy valiosas. Estamos acostumbrados a ver fotos de hombres trabajando y no de mujeres, más en ese tipo de trabajo específico.
Di Salvo: -Yo creo que la vinculación con el espacio público y cómo este se fue transformando a lo largo del siglo, desde fines del XIX hasta inicios del XXI si querés, el período que abarca la fotografía, es muy interesante.
-¿Qué fotos les han llamado la atención?
Di Salvo: -No sé si nos llama la atención pero la existencia de fotógrafos fijos los fines de semana en lugares turísticos es bien diferente a lo que ocurre en la actualidad. Sobre todo también por cuestiones de disponibilidad técnica. Las cámaras en ese momento no eran muy accesibles. Había fotógrafos en La Movediza, en el Parque Independencia, después de los ‘40 en el Calvario, en la plaza del centro. Por supuesto que las fotos que sacaban eran bastante estandarizadas, ¿no? Son todas iguales.
-Ir a sacarse la foto era una actividad en sí.
Ramón: -Claro. No nos olvidemos que la fotografía era, también, una forma para la familia de mostrar su vida. Más en esa época donde no todos tenían una cámara de fotos. Era armar un álbum, y ese álbum mostrarlo a las visitas. De hecho nos llegó un álbum ya armado que sigue todo un relato, entonces también es muy importante para poder ver la propia construcción que tuvo esa familia a partir de la fotografía, poder ver lo que ellos querían que se muestre.
-A través de las imágenes se pueden ver marcas de época, desde la vestimenta hasta la conformación de las familias.
Román: -Claro. Todo lo que son los casamientos de la década del ‘10, del ‘20, las posturas, el vestido de la novia, el traje del novio, los niños, los bautismos, las comuniones y todo lo que es la fotografía de estudio a principios del siglo XX.
Di Salvo: -El caso de las fotografías de estudio es mucho más estandarizado. Son bastante parecidas todas. Es una cuestión de época en todo occidente, y sobre todo a partir de estos rituales que existían alrededor de la fotografía cuando no había cámaras hogareñas. Se daba un sobredimensionamiento de determinados rituales familiares. Sobre todo los religiosos.
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