La Fundación Pequeños Hogares trabaja desde hace 25 años con niños y adolescentes de la ciudad
La fundación existe desde el año 1988 y tiene como objetivo principal acompañar al crecimiento humano en todo sentido, sobre todo en el seguimiento de los chicos con menores posibilidades. “El ser humano puede estar discapacitado en distintos aspectos: física, social, laboral, psicológico; hay muchas clases de discapacidad y nosotros justamente tratamos de ayudar a que superen esas situaciones en las que están como para poder integrarse normalmente en la sociedad y sentirse desarrollados”, relató Francisco Codán, presidente de la fundación, en diálogo con El Eco de Tandil.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDesde la fundación existen dos programas que actualmente se llevan a cabo y que están descentralizados por barrios: Puertas Abiertas en Las Tunitas y Rucahue en Villa Italia norte. Pequeños Hogares está dividida en dos ejes tales como es el campo de la niñez y la adolescencia; así como también existen talleres productivos que están orientados más a adolescentes y adultos y que tienen más que ver con su relación con el trabajo.
Dos ejemplos de estos talleres son uno de hilado que funciona en Las Tunitas y otro de elaboración de tablas artesanales el cual se dicta en la misma fundación ubicada en Sandino 122.
Natalia Chiarelli, trabajadora social de la fundación, explicó que ella trabaja en estos dos talleres pero que la producción no es un objetivo en sí mismo, más allá que es una parte fundamental y que genera un dinero extra, sino que también lo utilizamos como un medio para llegar a diferentes problemáticas. “Por ejemplo el taller de hilado está orientado a mamás adolescentes, entonces la idea es trabajar todo lo que tiene que ver con la cultura del trabajo que es un proceso que lleva su tiempo; pero también tenemos como proyecto a futuro la creación de una guardería comunitaria paralela con un doble objetivo: por un lado aumentar la producción en lo que tiene que ver la lana y por el otro, trabajar con la estimulación temprano de estos hijos”, destacó Chiarelli.
Programas
Puertas Abiertasse orienta a la contención de chicos que espontáneamente llegan buscando como canalizar sus inquietudes, problemas, necesidades de contención, dudas y afectos. Frente a esto es que niños de entre 6 y 14 años concurren a distintos talleres: apoyo escolar; otro para trabajar materiales descartables; teatro; maquillaje artístico; un taller de construcción y manejo de durlock, de mural; de rugby, entre otras cosas.
Además, a medida que se van dando problemáticas en los niños, desde la fundación van generando distintas actividades, tal fue el caso del año pasado donde realizaron jornadas relacionadas con la sexualidad.
Sabrina Pérez, coordinadora de uno de los programas, destacó que la problemática que están teniendo ahora en el barrio es con los chicos que pasan de la primaria a la secundaria ya que generan un corte y no continúan asistiendo a los programas.
“Estos chicos están descolarizados y no participan de ninguna actividad en ninguna institución barrial. La comisión de Infancia que funciona en el barrio está trabajando sobre esta problemática junto al Servicio Local y Zonal; por lo que se están viendo las estrategias para poder captarlos pero es muy difícil. Generalmente séptimo grado lo hacen pero cuando pasan a octavo lo dejan, están como al margen de todo y no hay nada que los motive. Lo que hay que ver ahora es cómo y dónde canalizar la energía que tienen los chicos”, resaltó Pérez.
Por otra parte, la fundación cuenta con el programa Rucahue el cual se encuentra en Villa Italia Norte donde funciona la Escuela 56; así como también hace poco consiguieron un lugar en Pujol y Quintana donde se están comenzando a hacer las mismas actividades que en Puertas Abiertas con el personal que tiene ese programa.
Distintas articulaciones
En este último tiempo, Pequeños Hogares está articulando con diferentes instituciones del barrio y de la ciudad el desarrollo de distintas actividades que ayuden a la ejecución de los programas.
Uno de estos casos es el taller de rugby el cual cuenta con un grupo de 22 chicos los cuales aprenden códigos de comportamiento, respeto, códigos de juego; además viajan a Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca.
Codán resaltó que lograron llevar a cabo un emprendimiento de reciclado de botellas de plástico que está funcionando muy bien, por lo que “si ven por la ciudad bolsones y tachos donde la gente tira botellas, esos somos nosotros que las juntamos, la compactamos, las vendemos y con eso se sostiene todo rugby: los viajes, la comida, camisetas, pelotas, etc.”, agregó.
Por su parte, Chiarelli destacó la importancia del funcionamiento del rugby en uno de los barrios más postergados de Tandil. “Es probable que si no estuviera esta posibilidad, estos chicos no accederían ya que tanto rugby cono hockey son deportes que en general llegan a un cierto sector de una clase social, entonces que haya rugby en Tunitas es sumamente importante. También es bueno el deporte como gran facilitador de inclusión social ya que tanto lo productivo como lo deportivo son educativos e inclusivos”, resaltó.
Otra de los puntos importantes es que se firmó un convenio con la Facultad de Económicas de la Unicén por medio del cual llegan a Tandil y a la fundación, chicos de intercambio de otros países los cuales se quedan por unas pasantías alrededor de 3 meses. Al día de hoy, ya visitaron la ciudad italianos, mexicanos, bolivianos, chilenos, brasileros, alemanes, polacos, japonesas, egipcios, estadounidenses; quienes realizan distintas actividades solidarias y trabajan en los distintos programas que tiene la fundación, cada uno relacionado en la carrera que estudió.
Falta de recursos
Sin embargo, a pesar de toda la ayuda que brindan, Codán detalló que en este tipo de actividad es mucho más grande la demanda que la oferta. “Las personas que trabajan allí no lo hace por un sueldo porque no se justifica, yo creo que es una mística que hay de querer estar con los chicos y acompañarlos y es más por vocación que por un trabajo como si lo hiciera en una fábrica o en un kiosco”, advirtió.
Además remarcó que muchas veces lo que hacen falta son recursos para poder sostener estas actividades y es muy difícil conseguir dinero para pagar un sueldo a un profesional.
“Algunas personas no lo entienden y por ahí te traen juguetes, ropa o comida que es muy valioso, pero en realidad lo que necesitamos son personas que trabajen y que tengan un sueldo para poder vivir y que tengan la cabeza sólo para esto. Este es nuestro gran problema y es directamente proporcional: si tenemos uno, hacemos uno; si tenemos 10, hacemos 10 y si tenemos 100, hacemos 100”, advirtió Codán.
Por último, no quisieron dejar de mencionar que hay situaciones sociales con los chicos que se las está ocultando y cuando ya revientan es que salen a la luz. “Hay situaciones sociales que están muy tapadas y no se saben, como es el caso de violencia de todo tipo (física, psicológica, afectiva) que se ejerce sobre ellos y que ellos mismos a su vez ejercen como respuesta; consumo, alcohol, entre otras cosas. Uno que está todo el día metido ahí adentro se da cuenta de la gravedad del problema”, concluyó Francisco Codán.
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios