La “guerra fría” que rigió las relaciones este-oeste de 1947 a 1990
Aliados durante la guerra contra el nazismo, los soviéticos y los occidentales, sobre todo los estadounidenses, vivieron una “guerra fría” desde el plan Marshall de 1947, considerado como “hostil” por la URSS y sus aliados, hasta 1990, cuando se derrumbó el bando socialista.
Dos años después de los acuerdos de Yalta, en febrero de 1945, cuando Stalin, Roosevelt y Churchill decidieron la suerte de Europa, los occidentales aceptaron que los países liberados por la URSS, como Polonia y Hungría, estuvieran bajo su órbita, y el secretario de Estado norteamericano George Catlett Marshall lanzó un amplio programa de ayuda económica a Europa, fuertemente denunciado por Moscú.
Ahí nació la “guerra fría”. En marzo, Churchill ya había hablado de la “cortina de hierro” que separó a los países del bloque soviético de los occidentales, mientras Alemania fue dividida en zonas de ocupación, antes de separarse en dos Estados, uno prooccidental y el otro prosoviético.
Entonces comenzó la carrera armamentista y la competencia más pacífica por la conquista del espacio. En 1948, el “golpe de Praga” consagró la hegemonía comunista.
En 1949 se creó en Washington la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que reagrupó a los países occidentales, mientras unos meses más tarde nació el Pacto de Varsovia, la replica comunista.
Desde entonces, en casi todos los temas, estadounidenses y soviéticos se enfrentaron, cada uno intentando preservar su zona de influencia. Pero ninguno de los dos buscó atacar al otro militarmente.
De los años 50 a los 70, en las guerras de Corea y de Vietnam, armaron y apoyaron a bandos diferentes, mientras en la ONU, los ministros soviéticos Molotov y Gromyko se oponían a toda propuesta occidental.
La crisis de los misiles de Cuba en 1962 fue quizás el momento más tenso de los 40 años de enfrentamiento entre la URSS y Estados Unidos.
Las relaciones atravesaron una “fase caliente” durante la década en que Nikita Kruschev se mantuvo en el poder en la Unión Soviética, desde la muerte de Stalin en 1953 hasta 1964. Kruschev suscribió la doctrina de la “coexistencia pacífica” pero las relaciones con Occidente empeoraron por la construcción del muro de Berlín en 1961 y la crisis de los misiles cubana.
La Francia del general De Gaulle, apelando a la “coexistencia pacífica”, abandonó el comando integrado de la OTAN en 1966.
La URSS criticó el apoyo de los estadounidenses a las dictaduras sudamericanas y ayudó a los guerrilleros de izquierda, mientras Washington y sus aliados denunciaron las intervenciones en Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968).
Recién en 1972 un presidente estadounidense, el republicano Richard Nixon, viajó a la URSS. Las relaciones se distendieron poco a poco, y se firmaron muchos acuerdos de desarme. Pero la intervención soviética en Afganistán en 1979 y el despliegue de misiles de la OTAN en Europa en 1983 tensaron nuevamente el clima, ya que el presidente estadounidense Ronald Reagan (republicano, 1981-1989) llevó a cabo una política extremadamente antisoviética.
Tras la llegada al poder de Mijail Gorbachov en 1985 y la caída del muro de Berlín en 1989, los países de Europa central y del este se desvincularon poco a poco de la URSS, que se disolvió en diciembre de 1991.
Los 16 países de la OTAN y seis países del Pacto de Varsovia, una organización que desapareció en marzo de 1991, ya habían firmado el 19 de noviembre de 1990 en París una “declaración común” sobre el fin de la guerra fría.
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