La investigación de la tragedia de Metalúrgica estancada, a la espera de la reparación del horno siniestrado
En efecto, según este Diario pudo confirmar de fuentes judiciales, el último movimiento que tuvo el expediente versó sobre una nueva labor pericial en el escenario del accidente laboral, diligencia que no pudo concretarse ante la postura de los abogados que patrocinan a los particulares damnificados, las familias de los deudos.
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A más datos, el fiscal Gustavo Morey citó a las partes para concurrir a la planta y observar junto al perito azuleño Piazza, el funcionamiento de los hornos que actualmente están en plena producción.
La premisa era observar in situ, en el mismo horario del turno en el que sucedió el fatal accidente, cómo se trabaja en el lugar y, a partir de allí el perito cerraría sus conclusiones sobre lo que a su entender y saber qué ocurrió aquella madrugada en el que fallecieron los tres operarios tras la explosión del horno número 6.
Precisamente dicho horno nunca fue reparado desde aquel día, actualmente trabajan con el resto de los hornos. En ese escenario y sabiendo que hay dos de los actuales hornos en funcionamiento que presenta la mismas características que aquel siniestrado, la idea del perito era ver cómo se operaba con ellos y trazar un parangón con lo ocurrido aquella jornada trágica.
Allí fue que los tres abogados en representación de los particulares damnificados marcaron su oposición a la diligencia, entendiendo que era necesario que también aquel horno 6 debía estar reparado y en funciones como para sacar las consecuentes conclusiones periciales.
Según lo confiado desde la Justicia, la postura de los letrados sorprendió, habida cuenta que la negativa no hace más que demorar una conclusión, un final de la instrucción penal labrada en pos de esclarecer lo sucedido.
Así las cosas, a los investigadores no les queda otra posibilidad que aguardar por los “buenos oficios”, el interés y/o la voluntad de la firma para reparar dicho horno y, una vez en funcionamiento, realizar el peritaje oportunamente programado.
La investigación
Más allá de las conclusiones finales y oficiales de la pesquisa, tal como se adelantó desde estas páginas y tanta repercusión generó en la opinión pública, hasta aquí la pesquisa mantiene aquel espíritu que alude a un lamentable accidente laboral, producto de una falla humana, siendo que los hasta aquí los indicios que obran en el expediente echarían por tierra las denuncias por alguna deficiencia en el sistema o funcionamiento de la maquinaria de la planta fabril.
Si bien restan conocer resultados de los peritajes procesados, los informes preliminares no harían más que confirmar la hipótesis del yerro humano.
Tal se detalló oportunamente, aquella línea de trabajo investigativo sobre lo que ocurrió aquella madrugada en la fábrica se mantiene, ya sea por las impresiones recogidas en el lugar de los hechos, las primeras conclusiones verbales de los especialistas que trabajaron en la escena de la tragedia y, fundamentalmente, por los dichos del único testigo presencial del fatal suceso, el compañero de las víctimas, que por milagro se salvó de las llamas cuando el horno seis explotó cual erupción de un volcán.
Cabe consignar que se trata de la causa penal y lo que se busca es confirmar o descartar si hubo responsabilidades penales, lo que no implica que en la esfera civil o laboral el desenlace sea otro al que se prevé en la causa que se lleva adelante en la fiscalía.
El caso
El dramático accidente ocurrió en la madrugada del 9 de enero, dejando como saldo a tres operarios con quemaduras graves, tras haber explotado uno de los hornos de la histórica fábrica tandilense. Con el paso de las horas, y a pesar del esfuerzo de los facultativos, las víctimas fallecieron ante la magnitud de las lesiones.
Lucas Serén, de 27 años; Luciano Vargas, de 31 años y Juan Cruz Andrade, de 34, se encontraban realizando las tareas habituales cuando explotó un horno en la planta. Rápidamente fueron hospitalizados en el Hospital “Ramón Santamarina”, con quemaduras extensas secundarias.
En el lugar donde ocurrió la explosión se encontraba además otro trabajador, quien afortunadamente no resultó herido y fue el encargado de socorrer y dar aviso a los bomberos y a la policía.
El cuarto trabajador informó cuáles eran sus tareas laborales al momento en que ocurrió el hecho, él en forma fortuita estaba en otro sector, fue algo circunstancial, él pudo escuchar la explosión y posteriormente observar lo que pasó con los tres operarios y fue quien pidió ayuda para con las víctimas, según se informó a horas del suceso desde la policía.
Se remarcó luego que salió ileso de este episodio porque en forma fortuita lo habían mandado a hacer una tarea a unos metros del lugar, y ante la explosión se tiró al piso y se salvó de haber sido alcanzado por la explosión y el calor que produjo el horno. Precisamente el operario en cuestión es la clave, la llave, que permitió a los investigadores cerrar los interrogantes de lo que pudo haber ocurrido aquella madrugada de enero.
El testigo de lo sucedido comentó que instantes antes había ido a hacer unas tareas, unas soldaduras en cercanías del horno, pero unos metros alejado. Y una vez que finalizó con esa tarea que le habían encomendado, cuando estaba volviendo sintió la explosión y, viendo la peligrosidad de lo que estaba pasando, se puso a cubierto, se arrojó al piso y trató de cubrirse de lo que estaba volando en la explosión, que no era más ni menos que hierro en estado líquido por la temperatura del horno, según se informó por aquellos días.
¿Qué pasó?
De lo que se pudo observar del curso de la investigación que ahora aguarda por confirmaciones, la explosión se generó cuando en el horno los operarios no advirtieron que un material que introdujeron para fundir se selló cual tapa a presión, dejando una cámara de aire dentro que detonó como la erupción de un volcán.
A saber, según se desprende del relato del testigo, el encargado del horno se equivocó a la hora de querer fundir el “tocho” (cilindro de rezagos de otras fundiciones) que había quedado atorado un poco más debajo de la boca del horno en forma diagonal. Frente a dicha situación, los operarios resolvieron colocar con una pala más líquido fundido para que precisamente derritiera el “tocho” y se mezclara con el resto del material que se fundía en el fondo del horno.
Al parecer, presumen los investigadores, al ver la coloratura de dicho líquido desparramado encima del tocho se desentendieron de la situación, sin advertir que en vez de fundirse el material se solidificó y quedó como tapa sellada. Eso habría generado la explosión.
Cabe consignar que dicho tocho es recurrentemente utilizado como los fardos de fundición y otros resabios de fundiciones ya realizadas. Precisamente con el material descartado de un anterior proceso se lo vuelca en lo que se lo llama la tochera (molde) donde se solidifica el hierro descartado y queda fundido, quedando como un cilindro aplastado, como si fuera una tapa, la cual colocan una especie de manija o gancho en el centro de hierro con la que luego una grúa lo levanta y lo introduce al horno para formar parte del proceso de fundición.
Por causas accidentales, se cree que dicho gancho en el tocho no fue colocado en el centro de la circunferencia y eso provocó una mala carga del tocho al horno (ingresó torcido) y se trabó en los laterales.
Frente a dicha escena, se produjo la explosión y la erupción fue de tal magnitud que los tres operarios fueron presas del metal en estado líquido.
Al momento de las responsabilidades del personal de mayor jerarquía a la hora de supervisar las tareas que dichos operarios realizaban, en la causa se desprende que era habitual que los trabajadores fueran absolutos responsables del horno al que cada uno era destinado, siendo la rutina de trabajar así, sin ningún otro superior detrás de ellos.
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