La mirada costumbrista de Carlos Montefusco
Es un excepcional artista. Presentó una muestra individual en el Museo Municipal de Bellas Artes, para eso tuvo que pedir obras a coleccionistas privados. Es un pintor que vende: ?pinto, pinto, como, como?, dice en tono de broma una acertada verdad. Además de artista es ingeniero zootécnico lo que dio lugar a que la charla se enriqueciera con su mirada respecto a lo que sucedió con las retenciones. Una situación que parece no estar resuelta y que ha movilizado nuevamente a los chacareros a las rutas. Más que en las oportunidades cree en el esfuerzo personal, en la autoestima y asegura que lo que nos pasa a los argentinos es porque ?ni nos conocemos ni nos queremos?. Cuenta cómo logró salir de su humilde barrio que un día cualquiera pareció emular a Hiroshima.
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-El hecho de no tener obra suya significa que es un artista que tiene la dicha de poder vender la producción.
-Gracias a Dios y la Virgen vendo, y no me queda material después de una exposición comercial, hago una muestra por año en Buenos Aires que es donde llevo todo el material nuevo y sale a la venta, al no quedarme nada en esa muestra no puedo hacer en otros lados. Tengo una muy buena relación con un cliente mío que se está por ir a España y se va a llevar la colección pero me la prestó para exponer. De un año a otro tengo que hacer material nuevo.
-¿Por qué cree que a un coleccionista europeo, más allá de que ame la pintura, le interesa el arte costumbrista?
-Hay clientes para cada tema y el costumbrismo puede abarcar a nuestros paisanos, a los indios sioux, los habitantes de Nigeria, y los esquimales. A veces las personas tienen una sensibilidad para captar la esencia de un pueblo, las costumbres, la idiosincrasia de un pueblo puede sentirse identificado con una película de un pueblo totalmente diferente al nuestro. El costumbrismo nuestro es muy semejante al de Estados Unidos, está muy presente el hombre frente a la inmensidad del paisaje y el hombre subsistiendo gracias a la ayuda del caballo, hay gente en el mundo que interpreta también eso. Y este cliente está muy ligado al caballo español y quizás deba ser por eso, por el tema del caballo que está con la ganadería de toros bravos. Es muy interesante hablar con él porque está muy empapado en el tema. Si bien es algo muy mal visto actualmente porque con las corrientes ecologistas y maltrato a los animales se persigue a lo que son los espectáculos de las corridas. Es muy interesante todo lo que se refiere a la cría de esta raza que, como ellos dicen, subsiste gracias al espectáculo. Es complicado, a mi no me gusta el espectáculo tampoco pero es apasionante escuchar cómo se manejan las vacas, los toros que son de muy mal carácter ?para explicarlo de forma sencilla-, hay cien toros en un mismo campo -que allá no son tan grandes como los nuestros- y necesitan un manejo muy especial: tienen un solo cuidador, lo conocen, tienen perros entrenados para arriarlos, no los muerden, no ladran porque sino a los toros ?se les calienta la sangre?. Si uno los molesta y quedan enojados, cuando el cuidador se retira descargan su bronca con sus compañeros de potrero. Si no recuerdo mal cada toro que se mata en un espectáculo vale treinta mil euros. Me resultó interesante porque, además, soy zootécnico y me gusta todo lo que tiene que ver con la cría de animales, pero para la conservación.
Y NADIE HIZO NADA
-Fue un dibujante precoz y luego se inclinó por una carrera que no tiene nada que ver con el arte en el sentido del que estamos hablando. ¿Cómo fue el cambio?
-No lo sé. Siempre digo que esto es un don de Dios porque nací con él, no fui a aprender dibujo ni pintura. Pero no sé si estoy usando bien el don
-¿Por qué?
-Es un misterio del Señor saber si lo estoy haciendo bien o no, trato de buscar la manera de hacerlo lo mejor posible y creo que una de las cosas que necesitamos los argentinos es conocernos a nosotros mismos por eso es lo que pasó y parece que está volviendo a pasar con el conflicto con el campo.
-¿Cuál es su mirada?
-Nos falta identidad, unión y el ejemplo que puedo dar es el que dio el secretario de Agricultura de Uruguay cuando le preguntaron qué problema veía que tenía la Argentina: quiéranse más. Y coincido plenamente con eso. No nos queremos porque no nos conocemos, porque para querer algo primero lo debo conocer. Y cuando quiero a eso que conocí lo voy a defender, respetar, entender aunque no me guste. Cuando pasa eso en una familia ?que es un país grande- para que se quieran los integrantes se tienen que conocer, si hay un abandono paterno difícil que cuando sean adultos los hijos quieran a ese padre. El Señor dijo: ?Ama al prójimo como a ti mismo?. Generalmente, cuando alguien se lleva mal con los demás es porque tiene un problema dentro, entonces si me quiero tengo autoestima y si la tengo puedo progresar, sino probablemente el camino que elija sea el de la envidia. Todos estos problemas lamentablemente los estamos sufriendo. Y una gran máxima las encontramos en las estrofas de nuestro gran poeta Hernández ?los hermanos sean unidos…? no lo aplicamos jamás. Y al día de hoy ese consejo de Hernández no lo hemos puesto en práctica.
-Como que a los argentinos les es más fácil el salvarse solo.
-Una vez escuché a Cipe Lincovsky citando a Bertold Brech en un poema que describía la ocupación nazi: ?Ayer se llevaron a mi vecino, yo no hice nada; hoy me están llevando a mí y nadie hace nada?.
Cuando ocurrió lo del 76 y mucha gente desapareció, nadie hizo nada. Muchos amigos míos fueron a Malvinas y era obvio que era una guerra ridícula, nadie hizo nada y festejaron el Mundial. Y yo lo sufrí porque tenía amigos allá, no lo disfruté. Y cuando se quedaron con los dineros de los ahorristas, nadie hizo nada. Y muchos decían que eran especuladores, encima de que les habían robado los ahorros.
MATAR LA GALLINA DE
LOS HUEVOS DE ORO
-¿Cómo vivió el tema de las retenciones, los paros, la derogación de la 205 y la vuelta de los chacareros a la ruta porque parece que acá no pasó nada?
-Creo que el impuesto que se pretendía aplicar era demasiado pesado para los productores, siendo que cuando han tenido problemas de sequía, helada, plagas, nadie se acordaba de ellos. Cuando les va bien se acuerdan para cobrarle un impuesto. Conocí productores en Saladillo en la época de los noventa cuando había muchas inundaciones, había patos nadando al costado de la ruta. Fue cuando pinté un cuadro que se llamaba ?Por renegar en el barro?, era una cosechadora que se había roto por tratar de cosechar en el barro. Esa gente sufrió durante muchísimos años, esos productores de Saladillo iban al banco todos los días a ver si les perdonaban un día más porque tenían la cuenta en rojo y no lo disfrutaban, se lo puedo asegurar. Y me decían que si tenía algún contacto en Tandil para venir a cosechar acá. Ahora que les fue bien y que pudieron cambiar la camioneta porque tenían una de la época del setenta, no se les puede hacer esto.
Hay una sola verdad, con estos números no pueden producir y si no produce la principal industria de nuestro país nos venimos abajo. Estamos matando la gallina de los huevos de oro.
Por un lado soy democrático y voy a defender este gobierno para que termine su mandato porque así debe ser.
-Es que desde el pueblo no se pensaba de un golpe de Estado…
-Mi vida ha transcurrido durante la época del golpe y la democracia y sé que después de un golpe viene el horror siempre, porque es un desbarajuste social tan grande, además de las cosas horribles que genera un dictador cuando pisotea la Constitución. El desbarajuste es tan grande en lo cultural, lo social, que después cerrar esas heridas lleva mucho tiempo. Por eso quiero que este gobierno termine el mandato pero es cierto también decir que todo el país depende del campo.
Creo que hay una gran culpa de la gente (del campo) que se desligó de la política, de elegir representantes que surgieran del campo y entendieran el problema. No puedo comprender los del dueño de un ciber porque no lo soy ni puedo entender los problemas de los astronautas, pero sí de la gente del campo porque trabajé mucho con ellos. Sé que no son santos. Que algunos no son muy simpáticos ni hacen las cosas como yo las haría.
Cuando trabajé en el campo lo hice en negro, pero no todos tienen a sus trabajadores en negro, hay gente buenísima y en general, la frase que los define a todos es que ?producen riqueza genuina?.
-No es una mina, ya se lo ejemplificó
-Yo trabajaba con un chacarero que era de origen italiano, había huido de la Segunda Guerra Mundial, era un herrero muy humilde y que, con mucho sacrificio, con su hermano compraron un campo en Chacabuco. No se lo robaron a los indios ni les cayó del cielo, lo lograron con mucho trabajo. Un día estaba con él y cae una patrulla policial a vender una rifa carísima, entonces el tano con toda sinceridad le dijo que él no tenía plata y el milico respondió ?vamos, si ustedes los del campo tienen toda la plata? a lo que el gringo retrucó: ?…andá entonces al potrero, da vuelta la tierra para ver si salen los billetes?. Esa misma frase es para los políticos que no entienden el tema del campo.
El campo se trabaja todos los días y para quien no tiene campo y vive en una ciudad explico: cuando uno tiene una planta de interior si no la riega, la cuida, la mira todos los días le puede agarrar cochinilla, se puede secar porque alguien se olvidó el calefactor prendido de noche, le puede dar demasiado sol y ponerse amarilla porque es un ser vivo. Si tiene un perrito en la casa se puede enfermar, comer algo e intoxicarse, contagiar pulgas porque es un ser vivo. El campo es un ser vivo, entonces la producción, incluida la soja ?que sea trangénica no quiere decir que sea Superman- que resiste a herbicidas que matan a los yuyos pero no a la soja, pero hay que controlar por si aparece cualquier plaga. Y qué pasa si no llueve, si el arroyo que está a pocos kilómetros se desborda, si cae una helada fuera de tiempo. Esa soja no va a dar lo mismo, tampoco el trigo, el maíz…
-Pero la respuesta más común es ?en el campo quién no tiene seguro??
-Les diría que he conocido al productor rural que es al que más queremos defender todos, el mediano y pequeño productor que viven en el aire, no tienen tiempo para ir al pueblo para hacer trámites ni para pasar dos o tres horas en un banco, para pasar a otra oficina para pedir el reintegro de las retenciones porque si hicieran todo eso no producirían. Por lo anterior, en el campo hay que estar, siempre hay algo para hacer, uno se levanta a las seis de la mañana y se acuesta a las diez y no hay un minuto para parar. Por eso, generalmente, los productores designan un día cada dos semanas y viajan al pueblo para hacer los trámites y tener seguro o posibilidad de pedir el reintegro es una cuestión de falta de tiempo y de gimnasia en las oficinas y además el productor mediano y pequeño cosechan y siembran de fiado.
Cuando uno va a sembrar pide las semillas, el fertilizante, el herbicida todo de fiado y se paga con la cosecha, entonces no hay dinero suficiente en un mediano y pequeño productor como para poder afrontar un seguro. Algunos lo hacen pero no es la generalidad. Tengo un amigo muy cercano que sembró trigo el año pasado, en invierno cuando se estaba desarrollando cayeron tremendas heladas en Tandil, le mató el trigo. Se fundió, porque él tenía que pagar todos los costos de la siembra y pensó que con la soja iba a poder pagar esos gastos y les dijo a todos que lo aguantaran pero cuando estaba madurando apareció el tema de las retenciones y encima desbordó el arroyo y perdió parte de la producción.
-¿Y qué me dice de la igualdad de oportunidades? Hay gente que no tiene acceso a la salud, la educación, que no tiene cubierta sus necesidades mínimas. Hay gente que logra salir de esa situación y muchos que no y se vuelven resentidos.
-Los artistas en la Argentina están totalmente desprotegidos, casi como los tobas y siempre se dice que se los va a ayudar pero no llega nunca. Soy afortunado porque el público me responde y compra mis trabajos pero conozco muchos artistas que no tienen esa posibilidad.
-¿Usted la tuvo que pelear?
-Salí del barrio de Crucecita, un lugar humilde, un barrio obrero, no teníamos gas ni cloacas y estábamos cerca del Río de la Plata y a veces se venía la inundación y teníamos plantas químicas y petroleras que contaminaban todo.
Me esforcé y gracias a que había conseguido un trabajo como ilustrador y al esfuerzo de mis padres pude costearme la Facultad y me recibí de ingeniero zootécnico , para eso viajaba una hora y media todos los días en colectivo.
En una oportunidad, estaba en casa preparando un final de forrajicultura , había bajado la persiana porque casi ya no daba el sol y de repente siento un estruendo espantoso, más fuerte que el de las canteras acá y el cielo se puso naranja. Pensé: ?la bomba atómica y todavía no rendí el final?.
-¿Qué había pasado?
-Explotó un barco lleno de petróleo, los que cayeron al agua no sobrevivieron. Las llamaradas se multiplicaban porque se reflejaban en la columna de humo que ascendía, una cosa dantesca. Todas las casas, nosotros, nuestros rostros reflejaban un color naranja. Salimos todos a la calle, tuvimos hollín durante meses y ese día pensé ?me tengo que ir de acá, porque no puedo cambiar el lugar?. En esa época estaba la empresa Carbine que pone sus plantas en la India y países como el nuestro y una estaba en Dock Sud y si hubiera explotado habría llegado hasta la Casa Rosada porque unos meses antes había explotado una planta hermana en una ciudad de la India y había matado tres cuartas partes de la población.
Pero porqué pude salir de allí, porque Dios me había dado el don de la pintura y del poder gustar a los demás y porque mis padres con un gran esfuerzo ?fueron al cine cuando era en blanco y negro, de novios y después nunca más- me ayudaron a que llegara a ser un profesional. Me dieron la educación y me enseñaron que no se tira un solo fideo a la basura porque ellos lo aprendieron en la Segunda Guerra Mundial. Mi padre se desmayaba de hambre en las calles, tenía una madre viuda y ocho hermanos y se quedó sin trabajo y no podía ir más allá. Eran felices pero no tenían nada. Por eso se vino a la Argentina.
-¿Ilustran sus dibujos alguna publicación?
-Ninguna me invitó a ilustrar algún libro de cuentos, no me explico porqué y no lo digo con soberbia, sino que tengo una gran necesidad de hacerlo pero no me lo han solicitado. Una vez me pidieron que regalara la obra, mis derechos de autor. Y no quise. Es mi trabajo y vale. Yo pinto y como. Si dejo de pintar, dejo de vender y traer dinero a mi casa.
-¿Le duele Argentina?
-Sí, y por eso me he quebrado un poco en esta charla. Es que amo tanto a mi patria y a mi pueblo que me duele tanto que me identifico con la frase de Belgrano cuando murió ?Ay, Patria mía? Porque podríamos ser tan felices, habría justicia, los tobas tendrían un hospital, un centro cultural pero se están extinguiendo y a nadie parece importarle nada. Somos todos argentinos, hermanos, mientras sigamos con el cuento de unos venimos de un lado y otros de otro no llegaremos a conocernos, entendernos y respetarnos. Querernos. Me duele mi país, muchísimo.
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