La niña a la que violaron todos
Hasta aquí se escuchó y se leyó mucho sobre el delicado caso que tiene como protagonista principal a una menor que intenta recuperarse en un centro asistencial marplatense luego de ser atropellada por una camioneta en plena ruta y, tras lo cual, se habría detectado un presunto abuso sexual horas previas al accidente.
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Ya se detalló largo y tendido sobre lo que hasta aquí se plasmó en el expediente judicial penal que mantiene como hipótesis de trabajo más firme, a partir de las pruebas recogidas, que la violación no existió. Que la menor mantuvo relaciones sexuales con un joven mayor de 21 años y, frente a un eventual consentimiento, podría imputársele el delito que contempla el Código para estos casos, tanto o más complejo de probar que un abuso.
A más datos, la ley señala que hay abuso sexual -siempre y sin ninguna excepción- cuando la relación es con una niña o niño menor de 13 años (12 años o menos). Es decir, el autor no puede alegar en estos casos que la chica o chico haya consentido el acto sexual.
Pero el panorama cambia cuando la potencial víctima tiene 13, 14 o 15 años. En este caso puede darse la figura del abuso sexual por aprovechamiento de la inmadurez de la víctima, antes conocida como “estupro”.
Así, para que se configure este delito, se debe dar un requisito extra al de la edad (13, 14 y 15 años) de la chica o chico: el autor del hecho debe “aprovecharse de la inmadurez sexual de la víctima en razón de su mayoría de edad, su relación de preeminencia respecto de la víctima u otra circunstancia equivalente” (artículo 120 del Código Penal).
En ese debate transita por estas horas la instrucción, más allá del ruido mediático y las explosivas declaraciones del abogado que presume representar los intereses de la familia de la víctima.
En estos días donde pareciera que la ebullición por el asunto pareció bajarse, al aguardo de más testimonios, más peritajes y, en especial la evolución de la víctima, bien vale detenerse en la hipótesis del abogado en cuestión. Y, a partir de allí, poder acercarse o entender qué es lo que plantea y por qué pidió que se aparte al fiscal que lleva adelante la instrucción.
Recusación
En efecto, el abogado Maximiliano Orsini presentó un escrito antes de finalizar la semana para apartar al fiscal Gustavo Morey de la causa. Planteó que ahora deberá ser resuelto por el Juzgado de Garantías 1, a cargo del juez José Alberto Moragas.
Independientemente del planteo formal del letrado, la disidencia se funda en que para el abogado hubo violación. Así, cree que lo dice “claramente” el informe médico y, a partir de esa sentencia, comienza a desandar su versión de los hechos de aquella noche de sábado, madrugada de domingo.
Al decir de esta hipótesis a la que replicaron los medios nacionales, a la menor la violaron. Uno, ocho o 20 jóvenes que estaban en la casaquinta y posiblemente luego la “tiraron” en la ruta. Horas posteriores a aquel horror, todos, pero todos, decidieron emprender un complot, una telaraña de corrupción para ocular aquella aberración colectiva.
Consumado el terrible hecho, contaron con la complicidad (a no ser que formara parte del círculo de amistades o circunstancialmente se solidarizara con el grupo de violadores) del viajante de Buenos Aires que con su camioneta simuló atropellar el cuerpo vejado de la menor y así ocultar los golpes sufridos producto de aquel forcejeo de la violación.
Tras el montaje de un accidente vial en plena madrugada de domingo, se las ingeniaron para sumar más cómplices. Así, se unirían los enfermeros y el ambulanciero que acudió al socorro de la lesionada y, también, al personal de la Policía Vial. Todos acordaron montar un presunto accidente para tapar lo que había pasado horas antes en la casaquinta de algún poderoso.
Una vez internada en el Hospital Santamarina (porque creían que se trataba de una joven de unos 17 años) también allí los médicos ocultaron lo que era evidente. Igualmente para cuidar las formas advirtieron que era menor de edad y la trasladaron el Hospital de Niños, donde se iba a montar otra trama oscura y sórdida para seguir protegiendo a los ‘violadores vinculados al poder’.
Lamentablemente para estos, ningún crimen o hecho delictivo es perfecto y algo se les escapó en la trama mafiosa. Un díscolo médico observó a la paciente y dejó sentado que la menor presentaba signos de haber mantenido relaciones sexuales que, al considerar su edad, podrían ser producto de un abuso.
Allí los pares del médico, como los propios directivos del centro asistencial, activaron la alarma. Podría descubrirse el complot colectivo que se había montado para proteger a ese, esos, poderosos de siempre que gobiernan la ciudad, económica y políticamente.
Entonces dieron traslado al personal policial de la Comisaría de la Mujer y a los propios funcionarios judiciales para que todo volviera a ponerse en el sórdido cauce. Había que seguir pergeñando el ocultamiento.
Ya corrompidos los médicos, policías, judiciales y funcionarios políticos, todo parecía encaminado al objetivo. Pero no, el traslado de la paciente haría invertir más recursos para seguir corrompiendo a otros médicos y a los psicólogos de la ciudad vecina.
Por suerte el abogado y los medios capitalinos lograron desenmascarar la trama mafiosa tandilense (de la que también forman parte los medios locales) con ramificaciones en Mar del Plata. Entonces, el poder oculto de la ciudad aún no descansa en paz. Incluso está acechado de ser descubierto. Puede ser la hinchada brava de Santamarina y su poderoso presidente. Puede ser que haya estado esa noche el hijo de algún político que gobierna los intereses de un sector o de la población en general. Se está cerca de desentrañar esas fuerzas ocultas que todo lo gobiernan.
No es para menos, ese poder que corrompe todo y a todos, supo proteger y aún cobija a cientos de abusadores que hizo que miles de casos no se investigaran y Tandil fuera bautizada como la “cuna de la pedofilia”. Ese poder maléfico persiguió y condenó a una notable psicóloga (amiga del abogado en cuestión) que, en la misma estoica lucha por proteger a los niños “ayudó” a una menor a dibujar lo que esa chiquita no podía, o no quería.
Pero ese poder también se atrevió a pelearse con el poder político nacional de turno y perseguir a abogados foráneos (también amigos de éste) con línea directa a la Casa Rosada que ayudaron a un padre desesperado a escaparse con su hija, previo falsificación de documentos.
Todo está corrompido por un poder al que el famoso abogado está dispuesto a pelear cual Quijote con el solo propósito de defender a los más vulnerables, en este caso, la menor víctima que por más que los médicos, enfermeros y psicólogos marplatenses lo nieguen, gritó que la violaron todos. Y para ello agregará más detalles espeluznantes de las lesiones de las partes íntimas que los médicos no especificaron o no quieren plasmar en sus informes por gobierno de aquel poder oculto tandilense.
Así las cosas, en definitiva, la hipótesis del abogado podría arribar a las mismas conclusiones que la hipótesis “oficial” pergeñada por aquellos que protegen a los violadores y todos los corrompidos. Tal vez, finalmente, la menor se recupere de su cuadro de salud y esté en condiciones de contar su verdad. Allí, la nena gritará que la violaron todos. Desde aquellos que, por distintas razones atinentes al desconocimiento o irresponsabilidad, no preservaron su identidad hasta el mismísimo abogado, quien se propuso violar todos sus derechos.
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