La noche de la tragedia un miembro de seguridad le pedía a los chicos “vuelvan, que no va a pasar nada”
Soledad, actualmente con 24 años de edad, no supo identificar al sujeto que ya había sido mencionado por otros testigos y que, probablemente, haya pensado que podía ocurrir como en anteriores ocasiones, cuando los principios de incendio eran sofocados en breve tiempo. La testigo describió que “una persona con remera de seguridad me interrumpió el paso” en el hall de entrada y “nos decía que nos quedemos porque ya se iba a apagar”.
Fue en esa circunstancia que alguien la empujó y pudieron salir, cuando la estampida de quienes querían salir del local ya había provocado amontonamientos en inmediaciones de los accesos. A esta situación también se refirió Juan Manuel, otro sobreviviente, casado, de 26 años, quien al ver que se encendía la media sombra le sugirió a su hermana correrse hacia un lugar más seguro, porque “se prende fuego y pasa”, en la convicción que debajo de la tela sintética sólo “había cemento” y no una malla de poliuretano, cuya combustión causó la mayoría de las 194 muertes.
También, y a su turno, una chica que estuvo en el boliche de Once el 30 de diciembre de 2004, María Laura, describió el clima festivo del recital y justificó la presencia de pirotecnia al sostener que “nadie sabía que había una media sombra en el techo y que estaba todo cerrado”. El testimonio de María Laura ratificó que el ingreso del público estuvo controlado por personas cuyas remeras consignaban “Control-Callejeros” y describió a un hombre “pelado y con bigotes” como el que tenía a su cargo la coordinación de ese grupo.
Al respecto, recordó que mientras en las dos filas (hombres y mujeres por separado) la revisación era minuciosa, habían otras personas que ingresaban sin ser revisadas y sin hacer la cola. En cuando a la pirotecnia que se disparó en el recital de Callejeros, Maria Laura admitió que en un primer momento ella pensó que se trataba de un artefacto del tipo “tres tiros” pero después supo que era una candela, y describió que “la luz (el fuego) se fue abriendo” hasta ganar todo el techo Asimismo, y en relación con los accesos, aseguró que en medio de la oscuridad y el humo podían verse los cartelitos de salida y subrayó respecto de las puertas que “cuando entré estaban abiertas pero cuando quise salir estaba todo cerrado”.
Por último, atribuyó a una confusión haber asegurado durante la instrucción de la causa que Omar Chabán había arengado al público a no encender pirotecnia porque a raíz de una denuncia de los vecinos por ruidos molestos había tenido que volver a instalar la media sombra.
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