La seguridad en el automóvil, más allá de las leyes para reducir los accidentes y sus consecuencias
En Argentina se habla de 22 muertos por día debido a accidentes de tránsito; mientras que en Tandil, en lo que va del año ya suman 10 las víctimas fatales. Tanto a nivel local como nacional, la mayoría de los hechos mortales ocurre dentro de la ciudad y no en ruta.
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Rubén César Daray es piloto retirado ahora especialista en seguridad vial, además de productor y conductor del programa “A todo motor” y ayer visitó la ciudad para hablar de “Seguridad a bordo del automóvil”. A las 20 en Bari S.A. Concesionario Mercedes Benz, ante más de cien personas se refirió a esta temática que afecta a la sociedad en general, con el objetivo de crear conciencia en los tandilenses para contribuir a la reducción de accidentes de tránsito y sus consecuencias.
En su exposición dejó de lado los tópicos referidos a las leyes que rigen en el país, ya que sostuvo que es algo que todos los ciudadanos “deberían saber”. Ayer no solamente habló sobre todo lo que le ocurre a la persona que se accidenta en un auto, sino que también se refirió a la actividad del automovilismo vinculado con la seguridad.
Este último aspecto cobró importancia porque tiene que ver con las cosas que hacen los corredores para ir rápido, pero que, si se mira desde el lado de la precaución, es exactamente lo que cualquier conductor debería hacer.
Además, compartió con los espectadores algunas historias de sus épocas de corredor, cuando el automovilismo “era distinto”.
La ecuación de los
40 kilómetros por hora
La idea con este ciclo de charlas que viene desarrollando en diferentes puntos del país, es que la gente tome conciencia de todo lo que realmente sucede dentro del auto al momento del accidente. Cómo va a reaccionar el cuerpo, cómo se van a mover las manos, qué pasa con las mujeres embarazadas y los chicos que van en la parte de atrás. Destacó que, aunque no pareciera, a una velocidad de 40 kilómetros por hora la posibilidad de sobrevida es muy baja.
En este sentido figuró que cuando cualquier vehículo se traslada a este ritmo, más allá de que sea una velocidad permitida y la que rige por ejemplo entre semáforos, todo lo que va adentro del cubículo también se traslada a 40 kilómetros. Al detenerse, ya sea por el impacto o por frenar bruscamente intentando evitar el choque, cualquier individuo u objeto que esté suelto continúa con el mismo envión que trae. Ese kilometraje equivale a un avance de once metros, por lo que una persona que no lleva el cinturón de seguridad puesto y tras un choque sigue con el impulso y puede salir despedida unos nueve metros si se descuentan los dos aproximados del automóvil. “Claramente, y sin vueltas, se muere al dar contra el parabrisas”, explicó.
La misma importancia le dio a los niños que viajan en la parte trasera, ya que si no están atados, su cuerpo también se desplazará esa cantidad de metros, resultando trágico para el chico que además puede impactar contra otro ocupante del auto. Otro de los aspectos en los que hizo foco, siempre ligados a la velocidad y la fuerza del golpe, fue en los objetos sueltos que muchas veces se dejan en el auto y también viajan a la velocidad de 40 kilómetros por hora. Uno de los ejemplos que citó, y se da comúnmente, es el de un acompañante que va atado y hablando por celular, y ante una frenada violenta suelta el teléfono que sigue su curso con los kilómetros de envión. Esto en el mejor de los casos puede que no pase a mayores, pero también puede pasar que dé en la nuca del conductor con la fuerza de traslado de once metros por segundo.
La cadena es numerosa, ya que ocurre lo mismo con el auto, moto o bicicleta que venga atrás, con el peatón que esté en el lugar y así sucesivamente.
“Normalmente tendemos a echarle la culpa a quien maneja, como si el peatón no tuviera ningún tipo de responsabilidad, cuando en realidad todos somos peatones”, analizó, y agregó que pareciera que está bien cruzar por el medio de la calle.
Hizo hincapié en que la responsabilidad es de todos, pero a la vez “somos desobedientes porque nos gusta discutir todo”. Trajo a colación la anécdota de cuando publicó en las redes una infografía sobre la reglamentación de cómo sentarse en el auto, y la gente comentaba que no coincidía porque prefería otra postura, altura o acercamiento al volante, por ejemplo. Sin embargo, se trataba de un artículo que no daba lugar a debate, sino que indicaba la manera correcta de conducir y que todos deberían aplicar.
Un automovilismo distinto
Dentro de la conferencia que brindó Daray, recordó una serie de eventos que devinieron en la reflexión de que la actividad antes era diferente, “más divertida”, porque las carreras se hacían dentro de la urbe. Por ejemplo con el Circuito Panorámico, los corredores y la gente en general se ubicaban en los hoteles y la ciudad entera estaba comprometida con el automovilismo.
Toda la dinámica se ha modificado por “un tema de costos”. Hoy el movimiento desde el entrenamiento hasta la carrera y clasificación ocurre durante los dos días del fin de semana y nada más.
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