La vuelta a las canchas, un premio para Facundo Sassou
Facundo Sassou cumplirá 18 años el 5 de noviembre, y hasta hace unos meses disfrutaba como cualquier adolescente de una etapa especial de la vida, en la que las grandes responsabilidades aún están por venir, y los amigos, el colegio y el deporte ocupan un lugar importante. Pero este gran proyecto del rugby tandilense se encontró de repente con un obstáculo inesperado e implacable, que estuvo a punto de alejarlo del juego para siempre y hasta puso en riesgo su vida. En los primeros días de 2011, cuando se preparaba para disfrutar de uno de los sevens de verano, le diagnosticaron encefalitis herpética, una grave enfermedad neurológica que lo mantuvo varios días en cuidados intensivos y le demandó un gran esfuerzo en la recuperación, tras algunas recaídas.
Observándolo a Facundo hoy, con una evidente fortaleza física y una sonrisa franca, cuesta creer que pasó por una situación tal difícil.
El jueves 11 de agosto fue un día especial para él, porque pudo reincorporar a su vida un ingrediente fundamental como el rugby. Volvió a jugar en la Menores de 19 de Los Cardos, aprovechando la visita de los sudafricanos del St. Sthitians College. El entrenador Roberto Rubio lo ubicó entre los titulares y el cansancio lógico por tantos meses de inactividad quedó disimulado por su satisfacción y la de sus compañeros, que no pararon de alentarlo en cada intervención.
Facundo cuenta cómo comenzó todo: “En los primeros días de enero me estaba preparando para ir a jugar un seven y empecé a sentirme muy mal. No coordinaba, me dormía sentado, o comiendo. En el Sanatorio me hicieron una punción para saber qué tenía exactamente. Me diagnosticaron una encefalitis herpética, y ahí quedé internado en terapia intensiva y empezó el tratamiento. Estuve una semana en terapia intensiva, después pasé a terapia intemedia, pero tuve la primera recaída. Eso fue del 9 de enero al 1 de febrero”.
-¿Y cómo siguió la recuperación?
– Volví a mi casa, empecé a hacer una vida más o menos normal, hasta empecé a trotar de vez en cuando, pero en marzo tuve la segunda recaída. Y los síntomas fueron diferentes. Estaba como muy desinhibido, hablaba mucho y decía cualquier cosa. Muchas incoherencias. Y a diferencia de los primeros síntomas, no tenía fiebre. Eso fue entre el 20 de marzo y el 9 de abril. Otra vez en terapia intensiva un par de días, y cuando me pude ir tuve una internación domiciliaria.
-Y por esos días llegó la convocatoria al preseleccionado nacional M-18.
-Estaba volviendo a entrenar, hacía los primeros movimientos de contacto, y justo llegó la convocatoria. Pero yo no estaba bien, no me sentía fuerte y de hecho enseguida tuve que volver a internarme. Pero esa última recaída me sirvió mucho, me ayudó a recuperarme del todo, porque me di cuenta realmente de lo que me había pasado. Que era realmente grave y que tenía que cuidarme y poner el mayor esfuerzo para curarme. A partir de ahí volví a ser el de antes, empecé a entrenarme de a poco, a ir al gimnasio, y hace un mes empecé a practicar otra vez en el club. Antes de volver hice una consulta en el Hospital Italiano de Buenos Aires, y los estudios me dieron muy bien, no me quedaron secuelas y puedo hacer deportes sin problemas.
-¿Cómo fue la vuelta a la vida cotidiana?
-Al principio estuve mucho en mi casa, y sin recibir muchas visitas porque me afectaba un poco el contacto con la gente. Estaba en mi mundo y no les prestaba demasiada atención a los demás. Estaba todo el día de una pantalla a otra, de la tele a la computadora. De a poco empecé a abrirme un poco más, a sentirme mejor, a hacer al pie de la letra lo que necesitaba para la recuperación. Empecé a hacer una vida normal. Al colegio no pude volver, pero voy a terminar el año con profesores particulares que me dan todas las materias en casa.
-¿Cómo te sentís hoy, después de dejar atrás tantas dificultades?
-Me siento muy bien anímicamente. Hice varios estudios de la memoria que me dieron perfecto, y fui varias veces a una terapista ocupacional. Con la enfermedad tuve pérdidas de memoria, estaba en blanco totalmente. Cuando salí en febrero del Sanatorio no sabía dónde estaba parado. De a poco me fui acordando de las cosas, y el resto fue por cosas que me contaron, fotos, videos. No llegué a asustarme ni a tener miedo por mi vida. Y las recaídas me ayudaron mucho a saber cómo manejar las cosas.
-¿Cómo te recibieron tus compañeros en el club?
-Los chicos me recibieron bárbaro, aunque estuvieron en todo momento conmigo. Muchos estaban de vacaciones cuando se enteraron se volvieron antes. Me hicieron una bandera para los sevens y me regalaron una copa que ganaron en Miramar.
Roberto, mi entrenador, me trató como si no hubiera pasado nada y me alienta todo el tiempo. Y después de jugar contra los sudafricanos me picó de nuevo el bichito y quiero empezar a jugar los partidos que quedan del campeonato. La vuelta me dejó cansado y contento a la vez. Me sentí muy bien, pero fue como empezar de cero. Me cuesta más recuperarme y entrar en ritmo. Tantos meses sin actividad se sienten.
Facundo no se olvida de las personas que fueron importantes en su tratamiento: “Me gustaría agradecerle a Jorge Gentile y a Mariano Coppola, y a todo el equipo que me atendió durante mi internación en el Sanatorio Tandil. Mi familia, que estuvo siempre firme al lado mío. También a Mauricio y Marcos del gimnasio La Cascada, que me dieron una mano muy grande”.
Para el año próximo, el desafío es comenzar los estudios universitarios y jugar al rugby en Buenos Aires, y seguramente hacer lo necesario para que vuelvan a fijarse en sus condiciones los seleccionadores juveniles de la UAR: “Voy a estudiar kinesiología en la Universidad del Salvador. Y mi idea es jugar al rugby en Belgrano. Están todos los chicos de Tandil y varios que fueron compañeros míos el año pasado. Además, mi hermano Federico está jugando en la Menores de 22”.
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