Las contraexplosiones de las motos, multiplicadoras de quejas vecinales

Las contraexplosiones de las denominadas “motos al corte” se convirtieron en una problemática en la ciudad, en medio de una tendencia que no escapa a otras localidades del país. En principio, se trata de una moda que resulta inentendible para quienes no la practican, ya que provocan una alteración por el fuerte sonido que emana de los caños de escape.
En cuanto a las acciones impulsadas, los controles de la Dirección de Control Urbano Vehicular se limitan a infracciones vinculadas a la falta de carnet, casco, patente, luces reglamentarias, mientras que por contaminación sonora la falta de sistemas para la medición de los decibeles imposibilita este abordaje.
En esta oportunidad, El Eco de Tandil relevó diversas opiniones, reclamos y puntos de vista frente a una modalidad que suma adeptos mientras se multiplican las quejas por los inconvenientes que genera.
En primer término resulta necesario aclarar las alternativas más utilizadas para lograr el resultado esperado. Fuentes consultadas por este Diario indicaron que la contraexplosión es posible gracias a un corte electrónico que se instala en el motor.
Desde un taller dedicado a la venta de repuestos y accesorios para motos informaron que se trata de un trabajo “artesanal” que apunta a instalar un “corte a destiempo” y con un pulsador generar el ruido.
La fuente consultada indicó que en el mercado se comercializa un “limitador de revoluciones por minuto (RPM)” que “no hace contra explosión”.
Además de este accesorio también se modifican los caños de escape, ya que uno adulterado (libre o super trapp) genera un ruido mayor en la aceleración de la unidad por la ausencia de silenciador.
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los vecinos
Los vecinos del Parque Independencia alzaron su voz en reiteradas ocasiones frente al hastío que provoca el ruido de este tipo de rodados, además del riesgo que ocasionan durante las picadas.
Tal cual denunciaron desde hace un tiempo la diagonal Illia se convirtió en una especie de pista utilizada para la realización de esta actividad urbana, al igual que en algunos tramos de la avenida Avellaneda.
Las picadas, además de su peligrosidad para quienes las practican como para terceros, generan un ruido que se convierte en “insoportable” para quienes habitan las calles aledañas.
En sus descargos se basaron en la legislación vigente para este tipo de casos, como la norma de ruidos molestos y la Ley de Tránsito.
A propósito del reclamo, un grupo de vecinos abrió la convocatoria y planteó un encuentro para este martes, a las 20, en la Casa del Deporte (Juldain 50), donde se analizará la situación.
Sin embargo, esa zona turística no es la única donde se congregan grupos de personas con motos y autos, sino que también se replica en otros puntos, como las avenidas Lunghi, Avellaneda y Rivadavia, y algunos sectores del Lago del Fuerte.
Como primera acción en un intento por disuadir la concentración de personas los frentistas dan aviso a la policía, cuya presencia suspende la actividad, al menos durante un momento y en ese punto de encuentro.
En tanto, los vecinos de la zona céntrica también padecen esta problemática, con una particularidad que se suma al panorama que viven todos los días de la semana. Según fuentes consultadas por este Diario los sonidos que producen las motos a su paso generan vibraciones en los vidrios, cuyos sensores se activan y disparan las alarmas de algunos comercios en horas de la madrugada.
La situación moviliza a la unidad de urgencia del sistema monitoreado y de la policía que patrulla las calles, y mientras aguardan por la llegada del titular para resolver el tema, la señal de aviso se transforma en una molestia.
Lo mismo sucede con las alarmas de los vehículos, muchas de las cuales se disparan ante el paso de estas unidades modificadas. u
>>>RECUADRO<<< Distintas opiniones y miradas a través de las redes sociales Muchos vecinos utilizaron las redes sociales para compartir su punto de vista, canalizar sus quejas y reclamar soluciones en torno a la contaminación acústica que generan estos rodados. En un intento por explicar de qué se trata el fenómeno, Pablo V. dijo que se “llaman corte. Es un sistema que permite cortar la corriente de las motos y genera una contraexplosión. Personalmente me molesta mucho”. Por su parte Horacio U. puntualizó que se les instala un dispositivo a las unidades que les permite hacer contraexplosiones a voluntad y sumó otro aspecto al planteo al señalar que “esos queridos chicos que ejercen su derecho a molestar tan libremente utilizan ese mismo mecanismo para romper una puerta, un vidrio o lo que sea, tapando el ruido de esa rotura con las explosiones, de esa manera nadie se entera”. En esa misma línea, Diana Z. coincidió con la teoría expuesta al indicar que “también utilizan esas explosiones en los casos de robo con la metodología de ‘patea puertas’ para tapar el ruido del golpe que hace uno, mientras otro espera en la moto”, a lo que José P. resaltó que días atrás denunció un hecho similar ocurrido a su hermana. Desde su perspectiva, Virginia C. admitió el disgusto que le genera y graficó que este tipo de unidades “andan por todos lados”, y a modo de sugerencia Mona K. expuso que podría enmarcarse en lo que se denomina “ruidos molestos”, a partir de lo cual “la Municipalidad tiene que actuar”, a la vez que pronunció la molestia que le produce escuchar “semejante estruendo”. Graciela J. se sumó al debate y aportó su opinión respecto a una posible solución al señalar que “si cobraran una multa elevada a uno solo de ellos, y los demás al saber lo que le tocó pagar dejarían de hacer lo mismo, ¿no les parece?”. Florencia V. calificó de “insoportable e intolerable” esta modalidad y planteó que “deberían secuestrarles las motos modificadas de esa forma” ya que “está hecha, por más moda que sea, para molestar”. Por zonas Como testimonios de una moda que no distingue zonas, Pablo P., otro usuario de Facebook, contó que en su barrio “hay por lo menos ocho motos que pasan con escape abierto y una en especial que cuando desacelera hace por lo menos 6 o 7 explosiones que parecen tiros o bombas”. En tanto, Graciela G. expuso que “los escucho desde mi casa. Van por Avellaneda, Rivadavia, las calles del centro, por la subida al Parque. Van todos juntos. Es terrible” y puntualizó que los dueños de un hotel de Avellaneda y Rondeau “se han quejado porque los pasajeros han tenido que dejar las habitaciones por no poder descansar”. En otra muestra de la problemática, Marcela P., una vecina de la zona del hipermercado de calle Panamá, aseguró que “casi todas las noches hay picadas de motos en la colectora. Horas enteras que no podés dormir. Además en el centro hay motos que hacen explosiones, pero los inspectores de Tránsito sólo vigilan el estacionamiento”. En respuesta al reclamo por la falta de controles por parte de los agentes de la Dirección de Control Urbano, Marcelo C. resaltó que “tienen orden de no pararlos porque al momento de hacerlo pueden eludir control y se pueden caerse y golpearse, y están en su derecho de iniciar un juicio, el que es muy probable que ganen”. A propósito de los operativos, Luis M. publicó un comentario con críticas al accionar. “Lamentablemente los inspectores de Tránsito no están para hacer cumplir las leyes, sino para recaudar, porque esa debe ser la orden que les bajan”, cuestionó, y propuso que “los inspectores de Tránsito estén las 24 horas controlando propiamente el tránsito de toda la ciudad, junto a la Policía Local”. Como alternativa a la problemática Rubén T. denunció e incluso impulsó una campaña para juntar firmas “y nada, siguen hasta la 1.30 de la madrugada”, expresó molesto. Y para finalizar este repaso de lo que se expresa a través de las redes sociales, José P. insistió en que “son jóvenes en moto, no son controlados por nadie, especialmente se escuchan los sábados y domingos en la madrugada y en pleno descanso te hacen despertar. No hay a quién quejarse porque lo primero que te dicen son excusas inaceptables, ninguna autoridad es responsable, siempre la culpa es de otro”. u >>>RECUADRO<<< Reclamo por la falta de controles En el ámbito legislativo el concejal del PRO, Claudio Ersinger, comenzó desarrollar un proyecto de ordenanza para establecer una regulación en torno a la actividad de las picadas en la ciudad en respuesta al reclamo de vecinos. Sin embargo, al intentar avanzar en los fundamentos se encontró con legislación vinculada a los ruidos molestos, por lo que la iniciativa quedó desestimada. “Lo que sucede es que no se controla”, recriminó el edil macrista sobre una de las críticas más realizadas al gobierno de Miguel Lunghi, a la vez que reclamó la adquisición de decibelímetros que permitan medir el sonido que emanan las motos con estas modificaciones mecánicas. Ersinger aprovechó la oportunidad para marcar su reclamo para que la Secretaría de Protección Ciudadana, en el marco del plan de inversión a realizar con los recursos de la Provincia, y lo recaudado a través de la Tasa de Seguridad, adquiera los equipos necesarios para hacer frente a la problemática. “Lamentablemente, el tema de los ruidos molestos es lo que menos se controla”, denunció, y sugirió que redoblar los esfuerzos en este sentido sería una salida a la situación, porque en definitiva “hace a la calidad de vida de los vecinos el no poder descansar un fin de semana porque parece que hay un tiroteo en la esquina de tu casa”. En el Legislativo A propósito de la molestia que causan, la Comisión de Transporte y Tránsito del Concejo Deliberante fue uno de los espacios donde los vecinos canalizaron su reclamo por las picadas, en este caso, en la zona del Parque Independencia. El presidente de la comisión legislativa, Gabriel Bayerque, se respaldó en la normativa vigente nacional y provincial sobre ruidos molestos. >>>NOTA SECUNDARIA<<< El limitado accionar de la Dirección de Tránsito El director de Control Urbano Vehicular, Walter Villarruel, aportó su mirada en torno a la problemática y se centró en el abordaje que realizan para desalentar una moda que se mantiene desde hace varios años y que cada vez suma más seguidores. En primer lugar contextualizó que se trata de una tendencia que se replica en distintas ciudades de la zona, como Azul, Olavarría, Ayacucho y Rauch, del resto de la provincia y del país. Entre las acciones remarcó que desde el área concretaron el secuestro de una “gran cantidad” de unidades intervenidas, con escapes adulterados o con cortes. Con un “pico” de ruidos molestos que ubicó en la época estival, la llegada del otoño y los días más fríos marcó un descenso en la cantidad de unidades que circulan por las calles de la ciudad. De todos modos aclaró que “ello no quiere decir que no haya motos con cortes”. Y planteó que en cada operativo apuntan a interceptar los rodados para detectar a aquellos que se encuentran fuera del encuadre normativo, aplicar la sanción correspondiente y en el caso que sea necesario concretar el secuestro. En ese sentido Villarruel expuso que las sanciones pueden correr si los vehículos superan los decibeles permitidos, sin embargo, marcó como limitante la falta de un sistema para medir la intensidad del sonido que emiten. El titular del área, que pasó a depender de la Secretaría de Protección Ciudadana, resaltó que se hicieron encargues correspondientes a varias empresas que comercializan decibelímetros, pero ninguno se encuentra homologado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) “por lo cual no nos sirven a la hora del control”. Pese a esta limitación, y respaldado en la experiencia, señaló que “por lo general aquel que tiene un corte siempre tiene alguna otra infracción que conlleva al secuestro preventivo de la moto”, en aquellos casos en los que logran interceptarlas, ya que suelen evadir controles, otra circunstancia a la que se enfrentan. En definitiva, el funcionario remarcó que “hacemos los controles correspondientes, no específicamente de decibeles, pero en general aquellas motos al corte están fuera de la normativa”. u
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