Las primeras fundiciones
Sucesos notables en la historia de Tandil
Por Juan Roque Castelnuovo.
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Las primeras fundiciones
Si bien ya a fines del siglo XIX se realizaron aquí, en Tandil, algunos trabajos de fundición -tales como la campana de bronce destinada al Templo Parroquial que se conserva en el Museo del Fuerte Independencia-, recién en 1918 los hermanos Bariffi dieron origen al nacimiento de la industria metalúrgica tandilense.
Surgida en un galpón ubicado en Colón al 900, Francisco, Donato y José Bariffi -tal como señalamos en una nota anterior- le dieron a la pequeña industria un impulso tal, que a poco andar tuvieron la necesidad de ampliar sus instalaciones.
Así fue como se trasladaron a la manzana de Rodríguez al 1.500. La empresa se distinguió rápidamente, tanto por la clasificación del hierro, como por los métodos de fundición y la perfección de los trabajos que por aquel entonces se le encomendaban, también, por la habilidad demostrada a subsanar desperfectos mecánicos hasta entonces irremediables en nuestra ciudad.
Especializada en máquinas agrícolas, la empresa cumplió, de tal manera, una importante función de apoyo a los productores agropecuarios, realizando rápidas reparaciones a roturas y a repuestos fabricados fuera del país, fabricando a su vez artefactos y útiles adaptables, con ventajas para las tareas rurales.
Con el propósito de brindarle a la industria las proyecciones reclamadas por la demanda, Bariffi Hnos. se transformó en BIMA, el 16 de enero de 1940, al cabo de una asamblea realizada en el Banco Comercial del Tandil, con un capital subscripto de $ 49.100 del millón autorizado.
De ahí en más, Bariffi Industria Metalúrgica Argentina S A, amplió todas sus actividades. llegó a contar la empresa con 122 obreros en 1942, cifra que elevó a 186 al año siguiente, llegando a 240 en 1943, lo que señala con elocuencia la importante evolución de la industria, que en los primeros cuatro años y medio, a partir del momento de su transformación, amplió sus talleres al doble de la capacidad.
Se hicieron ampliaciones, nuevos locales, y se incorporaron máquinas para diversificar la producción, construyéndose, asimismo, un tercer horno para la fundición de hierro maleable y su correlativo horno recocido de hierro maleable también, el que funcionaba a petróleo. Lo que permitía producir una importante variedad de piezas para repuestos, así como la construcción en serie de muchas máquinas de su fabricación.
En los talleres BIMA se fundió hierro, bronce, y aluminio, haciéndose toda variedad de trabajos de mecánica, herrería, calderería, motores y maquinaria industrial, entre otros.
Uno de los principales renglones y también uno de los que puso en evidencia la capacidad técnica de la organización, fue la fabricación de tapas de cilindros, adaptables a motores de automóviles Ford, proceso fabril que alcanzó gran significación ante los intentos fracasados de gran-des organizaciones fabriles del país, que no pudieron fabricar esa pieza tan requerida en tiempos en que estaba cerrada la importación.
Fue así que miles de automóviles del país y de otros países sudamericanos adonde se exportaron, usaron tapas de cilindros BIMA con resultado muy satisfactorio.
La producción en serie de tornos para talleres mecánicos, fue otro alarde de la empresa que, superando las dificultades que a la sazón ofrecía la construcción, merced a la experiencia y el conocimiento de los Bariffi pudo alcanzar ese logro.
Otro importante renglón de la fábrica, fueron las cocinas y estufas que funcionaban con quemador de combustible líquido, adaptables a grandes instalaciones donde se reclamaba un alto poder calórico, con la ventaja de funcionar con tiraje natural.
Estos quemadores servían para cocinas grandes o chicas, estufas, calderas, etc.
En la sección repuestos para máquinas agrícolas, BINA llegó a contar con 8.000 unidades distintas, colocando gran parte de su producción fuera del país.
NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 20 años por El Eco de Tandil.
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