Lo que el fuego se llevó
En el camino por la vida, parece que el destino va eligiendo. A veces toca la buena. Otras toca la mala. Y esta vez, a Pablo Merlo, a su esposa Adriana Fernández y a sus nueve hijos, les tocó la mala. De pronto, un día cualquiera, como lo fue el de ayer; el fuego aparece desde el interior de la casa y en pocos minutos, se apodera de todo.
Se apodera de las cosas. De las más importantes. De las más simples. De todo. Hasta de los recuerdos, en papel y cosas, que ya no podrán recuperar porque no tienen reemplazo.
De pronto, y en medio de una crisis económica que tal vez ya los estaba afectando, que tal vez los ponía a prueba en el día a día en el sustento de una familia numerosa; todos los proyectos, todos los sueños vuelven a foja cero.
Y aunque desde algún lugar el alma se regocija porque todos han salido indemnes y nadie está lastimado; el corazón se les estruja y un nudo en la garganta aprieta hasta que las lágrimas no pueden esperar para salir.
Es cuando el hijo mayor abraza a su madre que aún no entiende y se pregunta por qué. Y se preguntará también, ahora qué, o ahora cómo. Y mira. Ya no queda fuego. Sólo ruinas, hollín y un poco de humo. Cosas chamuscadas, paredes rajadas. Desolación.
Pero queda lo esencial. Queda la familia y quedan los vecinos, los amigos y quedan los tandilenses que ya mismo están viendo cómo pueden ayudar. Cómo pueden contener y reconfortar a esta familia que fue puesta a prueba, como lo hace el destino que se tienta de tanto en tanto con estas cosas. A veces buenas, a veces malas.
Pero seguramente, como el Ave Fénix, la familia Merlo resurgirá de las cenizas. Los cimientos ya los tiene: la familia y toda la solidaridad de los tandilenses.
Para comunicarse con Rodrigo Merlo, llamar al 156-96888.
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios